POV Connor
— ¡Corre más rápido!— Grité, intentando no golpearme con alguna rama. Siento el sudor correr por partes de mí que ni sabía que podían sudar y como mis piernas se hacían añicos con cada zancada que daba.
— ¡No puedo ir más rápido, joder! ¡Tengo piernas cortas!— Me responde, agitado, y tal vez un poco alterado. Miré hacia atrás y juro que casi suelto una carcajada, casi, porque mis pulmones arden con cada respiración y seguramente están a punto de desprenderse.
Pero es que ver como movía esas pequeñas piernas mientras intentaba seguir mi ritmo, me hizo recordar la vez en la que el pequeño diablo de la señora Clarisa, me persiguió toda la manzana. Afortunadamente para mí, mi motocicleta es más rápida que ese maldito chihuahua.
Solo solté una pequeña risita.
— ¡Como yo no soy una jodida jirafa como tú!— Ignoro su intento de acerme enojar y dejo de correr. Al verme frenar hace lo mismo, aunque casi choca contra mi espalda. Apoyo las manos en mis rodillas, tratando de recomponerme, joder, que pésimo estado físico tengo. Juro que si salgo vivo de ésta, iré al gimnasio, caminaré todos los días y comeré muchas frutas y verduras.
—Cr-creo que los perdimos. — Le digo a mi acompañante, dando un vistazo por los alrededores. Pero claro, no es que pueda ver mucho, digo, estar en medio del bosque, a la mitad de la noche y la única fuente de luz natural siendo tapada por las nubes, pues no es de ayuda. Lo único que me sirve para “ver” es la linterna de mi móvil, que por cierto, está apunto de descargarse.
—Creo que sí. — Dice, mientras se apoya en un árbol respirando agitadamente. — ¡Ay, voy a morir!— Chilla y se coloca la mano derecha en su pecho de forma dramática.
Abro mi boca para hablar, pero la cierro cuando escucho algo impactar contra un árbol a mi lado, giro y observo un hueco en la corteza. Ahogo un jadeo y abro los ojos asustado al igual que él. No dudo ni un segundo, me lo echo al hombro como costal de papas y empiezo a correr, de nuevo.
— ¡¿Que caraj...
— ¡No grites!— Le susurré alterado, aumentando el ritmo de mis zancadas al empezar a oír pasos y voces acercándose.
—Está bien, ya me callo...— Le escucho decir. —Al menos puedo descansar aquí. — Rodé los ojos fastidiado.
La adrenalina empezó a correr en mayor medida por mis venas al momento de escuchar más impactos de balas en los arboles por los que pasamos y algunos al frente.
¡Voy a morir!
Y obviamente no podré ir al Gym, ni salir a caminar, ni comer esas deliciosas frutas y verduras, que triste es mi vida.
Nah, De todas formas no lo iba a hacer.
***
¡Me duele todo!
Me cuesta mucho respirar y cada que doy un paso, siento que me arde hasta el alma. Por fortuna y desgracia nuestra, las nubes se fueron y la luna brilla en todo su esplendor, lo que significa que puedo ver por dónde voy y evitar irme de cara, el problema es que ellos también pueden vernos más fácil.
—Ay, no exageres. — Dijo la molesta “persona” rara que está en mi hombro —Apenas vas corriendo como diez minutos y ya parece que te vas a morir.
— ¡Cállate ¿quieres?!— Freno de golpe y de un solo movimiento lo tiro de mi hombro.
— ¡¿Pero qué te pasa?!— Grita, sobándose su cabeza deforme.
—Desde ahora no te voy a cargar, — Dije, secándome el sudor con la manga de mi chaqueta. — Es más, ni siquiera sé por qué se me ocurrió cargarte ¡ya no siento los brazos!
— ¡yi ni siinti lis brizis! pareces una niñita— Abro mi boca, completamente indignado. —Sigamos rápido que ya vienen. — y se fue corriendo dejándome la palabra en la boca. Bufo frustrado, pero de igual forma lo sigo.