Todo se cura, hasta el corazón

XII

SIRIANA

¿Noah? ¿A mi Noah? Digo... ¿Al Noah qué yo conozco? Sí, Siriana, ¿qué otro Noah podría ser? Estamos en Argentina, es algo raro que haya dos personas con el nombre Noah en un mismo colegio.

 

Bien, si hablamos de la misma persona, ¿quién es ella y por qué lo está buscando? Mm... tengo un mal presentimiento; justo ahora la necesito a Zaida para que me ayude.

 

—Emm, ¿no lo conoces? Es rubio, alto, bonito —Sí, hablamos del mismo—, ¡muy bonito! —dice ella con cierto brillo en los ojos que no me agradan en lo absoluto.

 

Me está esperando con una mirada esperanzada de que yo en verdad lo conozca. Vamos, Siri, decile que no lo conoces y que no hay nadie con ese nombre.

 

—Sí, ya viene, se está dando una ducha porque hoy jugó un partido—respondo sin poder mentirle.

 

—¡Oh, gracias! —contesta con una sonrisa, yo se la devuelvo, pero la mía no es muy sincera— Me sentaré aquí, si no tienes problema.

 

Ésta, señala el espacio vacío del banco al lado mío.

 

—Claro, no hay problema —miento. ¡Bien! Ahora sí puedo mentir.

 

Ella sonríe sentándose junto a mí. Tendría que haberle dicho que Noah no venía a esta escuela, que no había ninguno con ese nombre ¡esperá! ¿Eso lo pensé yo? ¿Qué me está pasando? Me levanto de mi lugar porque siento que me falta el aire, tengo que salir ahora mismo. Cuando lo estoy por hacer, la voz de mi querido vecino, interrumpe mi acción.

 

—¡Kendall! —dice Noah con sorpresa.

 

¡Aja, yo también me siento sorprendida! ¿Quién es ella?

 

Pongo los ojos en blanco sin que ellos me vean cuando ambos se abrazan, ¿por qué la abraza? Entonces él abraza a todas las chicas ¡genial! Y por un momento me sentí especial cuando lo hizo conmigo en la cancha.

 

—¡Te extrañé, te extrañé, te extrañé! —chilla la chica rubia que ni sé el nombre, todavía con sus brazos envolviendo el cuello de él.

 

Lanzo un suspiro cansada de tanta alegría, abrazo y amistad. Ellos parecen notarlo y Noah se separa de ella.

 

—Siri, ella es Kendall —me señala a su ¿amiga? ¿Qué será de él?

 

Dibujo mi sonrisa más falsa —y no porque quiera ser falsa—, camino hasta ellos y me paro frente a la rubia que me mira sonriente.

 

—Qué gusto conocerte, Siri —dice Kendall y agarra mis manos emocionada. ¡Imposible que me caiga mal si me trata de esa manera!

 

No entiendo qué me pasa, no sé porqué actúo de esta forma.

 

—Lo mismo digo.

 

Bueno, basta, debería cambiar esta actitud que tengo, Kendall no me hizo nada y no tengo motivos para ser mala.

 

—Así que ella es la famosa Siriana —suelta Kendall mirando a Noah.

 

Entonces a partir de ahí, una pregunta se instaló en mi cabeza y durante el camino a casa, no puede pensar en otra cosa; ¿Noah hablaba sobre mí con Kendall?

 

××♡××

 

Yendo para casa, mi vecino y Kendall hablaron un montón, a mí casi no me dirigieron la palabra. No me causó mucha angustia que digamos, mi cabeza se la pasó en otro mundo, llenos de preguntas y dudas sobre si él hablaba de mí con otros o yo me estaba haciendo ideas erróneas.

No salí de ese mundo hasta que posara su mano sobre mi hombro, ahí me hizo darme cuenta de lo perdida que estaba en ese momento. Me levanté de mi asiento y me bajé junto a mis dos acompañantes del colectivo. Ellos siguieron charlando animadamente; al llegar a la puerta de mi casa, pararon su conversación y me saludaron.

 

Ni esperaron a que entrara, ya que Kendall tiró del brazo de mi vecino de una forma que hacía parecer que ambos eran pareja; una punzada en el pecho hizo que me sintiera algo desanimada, mis hombro cayeron hacia abajo y caminé con un desgano muy notorio, arrastrando los pies como si estos pesaran demasiado. ¿Qué me está pasando? No lo entiendo, lo que fue una tarde hermosa, se terminó convirtiendo en un día... ¿triste? La verdad que no tengo ni la más remota idea de cómo me siento. Hoy fue como una montaña rusa: a medida que iba subiendo, me sentí entusiasmada; pero claro, cuando subí hasta arriba con el abrazo de Noah, no pude ver qué tan alto lo había hecho y al llegar a la cima, la bajada fue más rápida y algo violenta. Sin duda, hoy me elevé demasiado y no tomé las precauciones necesarias para no sentirme así... desanimada.

 

Ahora estoy tirada en el piso, en una posición media extraña, con los pies sobre la cama y mi espalda recostada en el suelo, mirando el techo blanco de mi pieza, como si ahí, encontrara la respuesta a las preguntas que andan dando vuelta por mi mente.

 

No pasa más de un minuto, cuando escucho que alguien toca la puerta. Sin moverme mucho, giro mi cabeza hacia la puerta y con voz tranquila digo:

 

—Pasá —sin muchos ánimos, miro a la persona que segundos antes tocaba a mi puerta, entrar por esta.

 

Justo a tiempo y justo la persona que necesito.



#33443 en Novela romántica

En el texto hay: amor, dios, cristiana

Editado: 13.11.2020

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