Todo se cura, hasta el corazón

XVI

SIRIANA

—Ya vengo —informa Zai y se va a abrazar a Melisa, una chica del grupo de jóvenes.

 

Le doy una sonrisa y ella se va.

 

Observo a mi alrededor hasta llegar a donde Noah presenta a Kendall con el resto del grupo. Siento una punzada en el pecho, de tristeza, obviamente.

 

—Si es de Dios, nadie los va a separar —escucho que dicen.

 

Ya sé quién es, Natalia, la líder de jóvenes. Me doy vuelta sin comprender. Ella mira hacia la misma dirección en donde yo estaba mirando segundos antes, y luego se gira hacia mí. Se me queda viendo esperando a que diga algo.

 

—Perdón, no entiendo —contesto.

 

Nati me hace señas con la mano para que la siga y lo hago con un poco de temor, no qué me va a decir. Ambas nos sentamos en las sillas que están atrás de todo, alejadas del resto de los chicos.

 

Natalia nuevamente me mira esperando a que diga algo.

 

—No entiendo qué es lo que tengo que decir.

 

—Creo que sí entendés —contesta ella—. ¿Voy directo a lo que quiero llegar o vos pensas contarme lo que te pasa?

 

Bajo mi mirada al piso, ¿cómo se lo cuento? Me siento algo tonta, no sé muy bien la razón, pero me siento de esa manera.

 

—Estoy triste —respondo con los ojos fijos en el piso.

 

—Por Noah —Escucho que dice.

 

¿Cómo lo sabe? ¿Cómo es que todos se dan cuenta de lo que me pasa menos yo? ¿Quién más se habrá dado cuenta? ¿Soy muy obvia? Suspiro y asiento con la cabeza; aunque no recibo respuesta de Nati, lo que hace que levante la cabeza encontrándome con sus ojos marrones.

 

—Sí, es por él, supongo que estoy un poco celosa.

 

—Ya veo.

 

Con el paso de este pequeño tiempo, Natalia logró ganar mi confianza, como si fuera Zaida o mi abuela; ella me sabe dar consejos y es con la que hago mi discipulado. Un discipulado es cuando alguien te enseña de la Biblia, en donde esa persona te acompaña en tu crecimiento espiritual, te aconseja y comparten tardes tomando mates o un té. Hubo tardes donde lloré, hablé sin parar y también donde aprendí a cómo crecer, amar y tener una relación con Dios.

 

—¿Celos por qué? —Continúa Nati.

 

—No lo sé, supongo que porque antes eramos muy amigos y ahora está ésta chica Kendall.

 

—¿No será que también es porque te gusta? —Suelta ella— Corregime si me equivoco.

 

Sí, hasta ella se había dado cuenta; seguro Noah se dio cuenta también.

 

—Bueno, sí, él me gusta —digo con un poco de vergüenza—, no lo voy a negar. Solo que eso no importa ahora.

 

Ella eleva sus cejas sorprendida.

 

—¿Cómo que no importa eso ahora?

 

—Y no, lo importante es no perder su amistad, siento que la estoy perdiendo —le respondo.

 

Su cara muestra que no está muy segura con mi respuesta.

 

—Sí importa, son sentimientos los que tenes hacia él, ¿él ya sabe de que te gusta?

 

—No, no, él no sabe nada —niego rápidamente con la cabeza—. Aunque seguro ya se dio cuenta. Soy un poco obvia.

 

—En realidad no lo sos tanto.

 

—Uf, qué alentador —Hago un falso gesto de festejo y Nati se ríe.

 

—No creo que se haya dado cuenta, Siri, los hombres no se suelen dar cuenta de nada —dice—. Lo que sí, no veía la hora de que me lo contaras, te tardaste bastante.

 

Me río y le pregunto:

 

—¿Hace mucho que lo notaste?

 

—Sí —confiesa—, tenía una leve sospecha de que te gustaba desde que llegaste a la iglesia.

 

—Pero si yo recién ahora me doy cuenta de mis sentimientos, ¿cómo pudiste sospechar vos de eso antes? —cuestiono a mi líder.

 

—Que no te dieras cuenta de tus sentimientos antes, no quiere decir que no existieran, solo no lo sabías o lo negabas —responde ella.

 

—Bueno, igual no importa los sentimientos que yo tenga, él me ve como amiga.

 

Natalia se ríe y niega con la cabeza.

 

—¿Por qué decís eso? ¿Acaso él te lo dijo?

 

—No, no hay necesidad de que él me lo diga para yo saber que no siente nada por mí, Nati.

 

Me giro hacia donde mi vecino, y ahí está él hablando con Kendall. Me vuelvo a girar nuevamente cuando escucho la voz de Nati.

 

—¿Por qué lo decís como si fuera algo imposible? —interroga con el ceño fruncido.

 

—Porque es obvio, mirame —Me señalo a mí misma—. No soy bonita, hoy me peiné no para él, pero de manera distinta y Noah ni siquiera se fijó, no le prestó ni la más mínima atención. ¿Por qué le gustaría alguien como yo cuando tiene a alguien como ella a su lado? —añado señalando hacia atrás, donde se supone que están Noah y Kendall.

 

Lágrimas empezaron a salir de mis ojos, parece que no supero más este tema y cada vez me duele más no aceptarme.

 

—¿Para qué te comparás con ella? Si vos sos hermosa tal como Dios te creó, ¿por qué no lo querés ver?

 

—¿La viste? Es la clase de chica que podría enamorar a cualquiera, y hablo por el físico y su personalidad —contesto enojada y frustrada sin poder entender por qué nadie me puede decir la verdad o simplemente entender.

 

—¿Vos la conoces bien para decir que es una chica con una personalidad que enamora a cualquiera? —Natalia se encuentra cruzada de brazos y piernas esperando mi respuesta.

 

—Bueno, no —admito—, pero si son amigos es por algo.

 

—No, Siri, la gente puede actuar, no la conozco y no pienso hablar de ella como si la conociera, pero vos tampoco la conoces —dice esto último señalándome—. Tenes que dejar de compararte con las personas que te rodean, si es que ellos son mejores o no, preocúpate por como está tu corazón; porque Dios mira él corazón de las personas. Y es preferible ser fea por fuera, que ser fea por dentro.



#29786 en Novela romántica

En el texto hay: amor, dios, cristiana

Editado: 13.11.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.