Todo se cura, hasta el corazón

XVIII

NOAH

Entro al colegio buscando a Siri, hoy se supone que vamos a estudiar juntos, pero como ayer no hablamos, no confirmamos nada.

No hace falta buscar mucho porque la encuentro con un libro y unas hojas, sentada en el piso del patio.

—¿Tenemos evaluación hoy? —le pregunto. Ella apenas me sonríe, lo que hace que me sienta confundido.
 

—No, tengo que entregar un trabajo para la semana que viene —responde volviendo su vista al libro.

Siri ni siquiera quita la vista del libro, solo se limita a contestar:

—Sí, gracias.

Quedamos en un silencio incomodo en la que ella no parece notar. Bueno, creo que es el momento correcto para preguntarle si nos vamos a juntar o no.

Siriana y yo dirigimos la vista hacia Kendall, y ella nota la existencia de Siri.

—Oh, hola, Siri —Le regala una sonrisa, mi vecina le devuelve el saludo. Nuevamente hay un silencio incómodo y ahora no soy el único que se da cuenta—. Perdón, ¿estoy interrumpiendo algo?

Cuando voy a responder, Siri lo hace por mí:

—No, para nada, es más, yo me tengo que ir —ella se levanta del piso para irse.

¿Ya se va?

—Pero...

—Perdón, es que tengo algo muy importante que hacer, nos vemos en clase.

No llego a decirle nada porque se va muy rápido. ¿Qué le sucede? Está muy rara.

—Noah, a que no sabes qué pasó el otro... —comienza a hablar Kendall. Y por primera vez, no le presto atención, sino que mi cabeza ahora tiene otra cosa en que pensar.

 

SIRIANA

 

—Ves, me cae muy mal, donde está Noah, está ella —dice Zai enojada—. Es una garrapata esa chica.
 

Suelto el aire y acuesto mi cabeza sobre el escritorio.

—No seas mala, no creo que lo haga de mala, simplemente no conoce a nadie, Zai.

—Ay, Siriana, la chica no tiene problemas para hacer amigos, los hace con mucha facilidad —De verdad está enojada—. A mí no me vengas con eso de que no conoce a nadie.

—¿No se supone que yo tenga que estar enojada? —pregunto riéndome.

—Se supone, sin embargo no querés enojarte con ella, preferís decir que es buena.

Le pongo una mano en su hombro para que ya se calme.

—Bueno, ya está, Zai, ya fue.

Ella suelta el aire fastidiada.

—Está bien, pero ¿qué vas hacer?

Esto justo estuve pensando ayer. Con Noah no hablamos después de haberle clavado el visto. No quería hablar con él. No me sentía bien como para hacerlo.

Con esto tomé una decisión, tengo que ignorarlo de alguna manera, sé que si yo actúo como siempre, estoy dejando la posibilidad de que él me trate tan bien, que yo confunda las cosas y que me lastimen como cuando era chiquita. No quiero eso. No voy a volver a ser la chica que se muere por el chico y él no.

Hoy se supone que nos íbamos a juntar, por eso me estoy escapando de Noah, puede ser que eso sea lo que él me quería decir hace un rato. Por esa razón, solo por esta vez agradezco que llegara Kendall.

—Decidí ignorarlo, y hoy nos íbamos a juntar a estudiar, puedo quedarme en tu casa, no tengo ganas de juntarme con él.

Zaida me mira y con una sonrisa de lado responde:

—Sí, nena, obvio. No creo que la tía tenga problema.

—¡Genial!

—Es más, si tenés ganas, podés utilizarme como psicóloga.

—Eso ni siquiera hace falta de que me lo digas, es obvio que te voy a utilizar como psicóloga —contesto riéndome.

—Igual siempre me utilizas —Se hace la ofendida después de decir eso.

—Dejá de mentir, boba —La abrazo, y como ella no le gustan mucho los abrazos, se queja para que la suelte—. Además de ser mi psicóloga, sos odiosa.

—Me los dice todo el mundo, yo creo soy todo un amor, amiga.

—No te lo crees ni vos —Me encanta pelearla diciéndole odiosa. Zai me hace burla haciendo gestos con la cara y repitiendo lo que dije—. Además de odiosa, infantil.

—Vos también lo sos y nadie te dice nada —dice Zaida cruzándose de brazos.

—Por eso somos mejores amigas —La vuelvo a abrazar y ella nuevamente se queja, solo que esta vez no la suelto.

El timbre suena y con eso, todos nos levantamos para irnos a nuestra casa. Yo busco a Zai, para que vayamos a su casa. Al salir, una figura nos sorprende, un chico con cabello como el de Zai y ojos verdes nos sonríe. Zaida sale corriendo a su encuentro y lo abraza con mucha fuerza. Ella llora, y él tiene una hermosa sonrisa en su rostro y alguna que otra lágrima se le escapa. Hacía tanto que no lo veía. Ahora lleva un poquito de vello facial; que le queda muy bien. Noto que muchos alumnos los miran, algunos sin entender qué pepinos está pasando y algunas chica solo miran al chico apuesto que está abrazando a mi mejor amiga.

Zaida y Nicolás se sueltan y ella lo mira con mucha felicidad.

—¿Qué haces acá?

—Vine a verte a vos y a la tía. Ya las extrañaba.

Lo vuelve a abrazar con mucha emoción. La chica a la que no le gustan los abrazos, está abrazando a su hermano. Me siento ofendida porque no quiere mis abrazos. La perdono solo porque hace años que no ve a su hermano, solo por eso.

Se vuelven a separar y él me mira, me da una sonrisa y yo a él. Se acerca y me abraza con mucha fuerza.

—A vos tambein extrañaba. Pequeña Siri.

—Yo igual te extrañaba, Nico —Lo abrazo con fuerza. Como lo extrañaba a este chico, hace tanto que no lo veo.

Ambos nos alejamos y dice con su hermosa sonrisa:

—¿Hace cuánto no nos vemos, tres años?

—Tres años, sí —afirmo.

—Como las quiero —Nos agarra a las dos y nos abraza.

Cuando nos suelta, Zai pregunta:

—¿Cuánto tiempo vas a estar y por qué viniste hasta acá?

—¿Acaso no puedo venir a sorprender a mis dos hermanas? —pregunta él.

—Bueno, sí, pero es raro —Nico se ríe—. Y bien, ¿cuánto tiempo vas a estar por acá?

—Voy a estar...



#29826 en Novela romántica

En el texto hay: amor, dios, cristiana

Editado: 13.11.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.