El buscarse y no encontrarse es la sensación de estar en un abismo sin salida. Sientes que estas aquí porque algún ser supremo lo deseó o simplemente esto se creó mágicamente y te puso en un lugar desconocido sin enseñarte tu propósito, sin enseñarte tu valor, tu misión, tu comienzo o final y peor aún, sin enseñarte a vivir.
Definitivamente es un desgaste emocional ponerse a pensar en las diez mil razones del por qué estamos acá. Del por qué vivir sin un propósito real, que no sea ser esclavo de un gobierno radical que solo nos guía como ganado para finalmente, ser su bocado.
Pero olvidamos por completo que el hecho de estar acá es una oportunidad. Sé que mientras lees lo que acabé de escribir, te estarás preguntando si en verdad tiene sentido leer a alguien que piensa que vivir es una oportunidad; pero como bien dije en el prólogo de este libro “me he puesto en tus zapatos y esto está escrito pensado en ti” te lo repito ahora; mi intención es mostrarte por qué mereces ser feliz, porque vivir es una oportunidad que tienes para obtener todo lo que sueñas. Y es que estas conclusiones o palabras motivacionales no surgen simplemente del querer sacarlas de mi mente para hacerte sentir bien. Esto, tiene todo un trasfondo de experiencias que nos permiten adquirir sabiduría y un poquito de empatía y amor por los demás, para poder enseñar la importancia de vivir en paz, comenzando por empezarse a amar.
Para adentrarnos en lo que te quiero enseñar, es necesario que te cuente desde donde nace la idea de querer ayudar a los demás. Es necesario contarte un poco de mi historia y que te sientas parte de este tema, así que ha medida de este libro iré contándote mis experiencias personales que te ayudaran a sentirte mucho más identificado y acompañado. Como primer paso, iniciaremos partiendo de mi motivo para escribir este libro.
Creo que muchas de las motivaciones para que tomara la decisión de compartir un poco de mí, fue la frustración. Muchas veces solo vemos el logro o el éxito de alguien; pero no sabemos que hay detrás de cada decisión, de cada nuevo comienzo, de cada nuevo emprendimiento, de la felicidad de los demás por sus logros. Y es que detrás de cada nuevo comienzo o incluso del primer escalón que subimos, hay un montón de fracasos. Hay un montón de noches en vela planeando un nuevo objetivo y cambiando la ruta y el plan anterior para que este si nos salga exitoso. Lo peor aún, es que muchas veces hemos caído en los pensamientos de auto saboteo al lograr algo que nos costó muchos fracasos y por lo cual sentimos no merecer, sino más bien, vemos como una tarea más, por fin cumplida y no nuestro fruto después de tanta siembra.
---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- En febrero, de unos años atrás viví el año en el que comenzaría a chocarme con esos pequeños golpes que nos da la vida, y que aunque logramos pasarlos, nos dejan huellas en cada parte de nuestro ser.
“¿Alguna vez han sentido que una herida de años atrás sigue abierta sin crear cicatriz?
¿Cuánto tiempo tardan en sanar esas heridas que nos abruman? ¿Acaso logran sanar o al menos aliviar?
Con el paso del tiempo he aprendido que el primer paso para conocerse así mismo es aceptar donde nos duele.
La mayoría de nosotros hemos sido criados con pensamientos impartidos por una sociedad cobarde, dura, y poco empática con las emociones. Lo peor del caso es que aquellos que nos criaron para ser “fuertes” fueron aquellos que algún día lloraron y no les permitieron aprender a involucrar el –SENTIR- les arrebataron el poder de reír, de amar, de llorar, de vivir.
¿Qué les hace pensar que están viviendo?
¿Qué podría ser vivir?”
Conocí a la persona que me enseñaría a ser fuerte. Y es que muchas veces vemos solo la situación que atravesamos y no nos damos cuenta que siempre hay un factor que nos impulsa a tomar fuerza y continuar. Y muchas veces es aquel golpe, que nos hizo chocar con una nueva realidad. Para este punto creerán que dicha persona fue un apoyo primordial para aquellos malos momentos, pero no fue así. Las personas que nos impulsan a ser fuertes, no siempre tienen aquellos hombros donde lloramos, aquellos oídos que nos escuchan contar nuestras dolencias una y otra vez, aquellos brazos que nos transmiten ese calorcito acogedor por medio de un abrazo, y tampoco aquellos labios que nos dan palabras de aliento y consuelo en medio del proceso. La mayoría de personas que nos ayudan a ser fuertes, son las mismas que nos destruyen.
Siendo aún una adolescente, empezaría a tomar aquellas decisiones que hasta la fecha han tenido consecuencias en mi vida. Abrir la puerta de mi vida a una persona que me mostró un lado nuevo de mí, el cual creó y diseñó para su propio beneficio, es algo con lo cual luché por dos años.
Me convertí en un títere, un títere que se movía a su antojo. Me convertí en su sombra, la cual iba detrás suyo adaptando sus pensamientos, acciones, palabras y peor aún, visión de vida. ¿Acaso era yo un ser sin importancia? ¿Por qué me permití cambiar el diseño y esencia que ya tenía?
Aunque no lo crean, muchas veces hemos permitido que las personas que llegan a nuestra vida modifiquen nuestro ser. Y casualmente no siempre es para nuestro beneficio, sino más bien el de ellos.
Una parte muy importante en la desconexión de nosotros con nuestro ser, son aquellas modificaciones que nos hicieron o, nos hicimos. ¿Cómo podríamos nosotros mismos modificarnos para mal? ¿No parece esto algo ilógico?
Editado: 10.05.2024