Como dije al final del capítulo anterior, sé que muchos nos estuvimos replanteando algunas de las preguntas anteriores en nuestra mente.
Sé que la intriga es un sentimiento que debilita emocionalmente y que físicamente nos paraliza el cuerpo. ¿La han sentido en alguna ocasión?
“¿Alguna vez han sentido como las emociones les causan dolor físico? ¿Han sentido como el dolor emocional los deja sin respiración?”
Algún día de febrero, sentí por primera vez en mi vida, aquella sensación donde el miedo te obstaculiza la respiración y logras sentir como te va faltando el aire lentamente. Sentí el dolor por cada parte de mi cuerpo y como aceleraba los latidos de mi corazón, mientras subía hasta mi cabeza y me hacía tambalearme por haber alterado mi sistema nervioso.
Aquel suceso en ese baño, mientras obligaba a mi cuerpo a seguir de pie tomándose aquellas fotos para no ser expuesta por aquella mujer, que se encargaba de destruir a otras; no solo marcó mi vida emocional, mi dignidad y mi valor, sino también desató en mi vida aquellas crisis convulsivas que se incrementaron a medida del tiempo por las mínimas emociones que atacaran mi vida de nuevo.
“¿Cuántas veces han sido atacados por situaciones que marcaron su vida para siempre?
Sé que nos hemos preguntado cómo borrar aquel recuerdo de un mal suceso vivido o una mala experiencia. Pero lamentablemente borrar aquellos recuerdos no es posible. Quitar este suceso de nuestra mente no será posible a menos que perdamos la memoria y, si somos honestos, solo pasaría en mínimas circunstancias; por lo cual su probabilidad es baja.
¿Entonces, qué sentido tiene todo esto?
Aceptar.
Aceptar que aquello nos sigue doliendo, o nos está doliendo si es que nos está sucediendo justo ahora; es el primer paso para liberar aquel dolor en nuestra vida. ¿Cómo piensan sacar algo sin antes aceptar que está incomodando?
¿Y si ya lo acepté, ahora qué debo hacer?
Si todos fuéramos seres iguales, nos sería más fácil crear un paso a paso sobre cómo sacar de nuestra vida,o más bien de nuestro ser, aquello que nos lleva doliendo hace un mes, un año o quizás dos, un par de semanas o incluso un día. Por lo cual, debemos ir a nuestro ritmo, tomando aquellas herramientas que nos ayudarán a desatar el nudo de aquella venda que nos mantiene ciegos para no ver aquel futuro sin dolor, que nos está esperando.
Por ese futuro que llega, es que debemos tomar decisiones concretas y definitivamente querer sacar aquel dolor.”
En el momento en que atravesaba aquel día, o más bien, aquellos días de incertidumbre, miedo, angustia y dolor. Solo pensaba en que jamás iba a superar aquello, y es que son esos pensamientos los que nos mantienen aquel nudo de esa venda atada, que no nos permite ver que sí hay una salida.
Y no, no solo hablo de aquellas situaciones donde terceros nos atacan, porque si de algo puedo estar segura es que el dolor más grande que alguien nos puede causar, viene de nosotros mismos.
Se preguntarán como logré superar aquel suceso y pude seguir con mi vida, dejando atrás algo que aunque no está explicado explícitamente, si es grave y doloroso. Me gustaría poder decirles que aquel momento fue superado un par de meses después o quizás un año luego, pero no fue así. Yo me hundí.
Me hundí de una manera lenta. No fue como un parpadeo rápido donde ingresé a la miseria emocional; fue un proceso lento que guiaba mis pasos, hasta el estancamiento y desprecio por mi ser.
Cuando solucioné aquel dilema, solo fue eso, solucionarlo, no salvarme y mucho menos sanarme.
“Muchos de nosotros hemos seguido nuestra vida después de un proceso doloroso que nos pudo crear heridas profundas o superficiales; pero que no logramos sanar sino más bien, mandar al último rincón de nuestra alma y memoria, dejándonos engañar por nuestra propia mente quien nos hace creer que si está allí, lejos de la realidad, es porque ha sido superado”
Como bien dije al inicio de este texto, no tenemos las respuestas correctas o incorrectas ante las cosas, porque estamos inmersos en la relatividad. Aquella relatividad nos juega malas pasadas, y nos hace creer que solo lo que nosotros vemos correcto o incorrecto, es nuestra verdad. Nos sumerge en nuestros muchos pensamientos relativos y no nos permite ver, que todo es subjetivo incluso fuera de nosotros mismos. Lo peor del caso, es que la misma relatividad está manejada por esos grandes cazadores que se encargan de enviarnos mensajes a través de sus vidas, haciéndonos creer que son aquellos seres perfectos que lograron tener objetivos cumplidos y por lo cual, son ejemplos a seguir.
-Cada quien puede interpretar esto a su manera-
¿Seré yo uno de esos? ¿Habrán caído ustedes en esas trampas? O, más bien ¿Ustedes serán aquellos cazadores en las vidas de los demás?
Seguí con mi vida intentando olvidar aquel dolor, aquel dolor que solo llevaba yo. Nadie conocía mi dolor y menos el suceso. Estaba sola enfrentando aquello que me rompió en pedacitos en tan solo un tiempo de dos noches. Nunca lo quise hablar y sentía como mi garganta me raspaba al responder un –Nada- cuando alguien me preguntaba por qué jamás volví a ser la misma.
Un año más tarde ya tenía un par de heridas más, agregadas al baúl de malos recuerdos que había enviado a lo más profundo de mí. Cada huella buena o mala que pasaba en mi vida, me hacían cambiar mi esencia y regenerarme en una nueva persona, dependiendo del comportamiento de los demás conmigo, y claro, dependiendo de mi estado emocional.
Editado: 10.05.2024