Elena
Llevo como una hora mirando mi armario, no tengo muchas ganas de empezar la Universidad. He estado pensando toda la noche que es injusto que tomen decisiones por ti, como si tu vida fuera de ellos y no tuya.
—Elena!—Mamá aparece sacándome de mis pensamientos—. Llegarás tarde!
Si, lo sé, no me interesa mucho eso.
—Ya iba a cambiarme.
Veo como hurga en mis prendas, sobre mi cama pone unas panties negras, falda rosada y blusa blanca, para finalizar tacones. Ver lo que escogió me da náuseas.
—Vístete rápido, no hagas esperar más tiempo a Louis—comenta alejándose.
—Louis?—pregunto confundida.
No puede ser lo que estoy pensando o si?
—Él te llevará, es mejor que cambies esa expresión cuando lo veas, lo que menos quiero es que piense que se casará con una malhumorada— termina y se va.
Siento las lágrimas resbalar por mis mejillas. Odio todo, esta ropa, odio tener que fingir quien no soy, pero aún así no puedo hacer nada al respecto. Retoqué mi maquillaje y salí con una sonrisa falsa. Divisé mi pesadilla dentro de su Porsche mirándose al espejo y arreglándose el cabello.
Anhelo que este día acabe de una vez.
Tomé una gran bocanada de aire y entré al coche. Es hora de actuar.
—Por fin Elena, deberías saber que odio que me hagan esperar mucho tiempo—gruñe.
Desearía tirarle un tacón en su tonta cabeza, pero por mamá debo comportarme como una "Señorita".
—Lo siento Louis, no volverá a pasar.
Él solo asintió y manejó. En cuanto llegamos, me abrió la puerta y jaló de mi bruscamente para tomar mi mano. Esto es un maldito infierno. De lejos diviso a mi mejor amigo, él entiende mi mirada de auxilio y apresura su caminata hacia nosotros.
—Elenita, apresúrate, ha empezado nuestra clase—miente mientras me arrastra con él.
—Nos vemos luego—me despido hipócritamente.
El idiota se encoge de hombros y se aleja. Está claro que tampoco quisiera tener que lidiar conmigo, mucho menos casarse, pero es igual de arrogante que su familia y está criado para solo vivir del negocio.
Me encuentro con Brian en las gradas, quedan pocos minutos para nuestra clase.
—Me salvaste otra vez, muchas gracias.
—Haré lo que pueda para alejarte de ese idiota, no quiero que sigas sufriendo—él se preocupa, y le agradezco por eso.
Conocí a Brian en el último año de escuela, él era uno de los nuevos y la primera vez que nos cruzamos lo ayudé. En un instante entramos en confianza y supe que ese chico iba a ser alguien importante en mi vida.
—No estarás llorando o si? Porque si es así juro que te asesino, esta camiseta que llevo es de mi banda favorita, no la puedes arruinar—me aleja.
—No arruiné tu querida camiseta de Coldplay, tonto.
Me sonríe mientras caminamos directo a nuestra clase. La profesora Myriam ha captado la atención de la mayoría solamente por sus increíbles historias de amor. No me sorprende ver a Brian con los ojos al frente, él es todo un romántico.
Yo solo me percato de mirar a mi izquierda, el campus es grande y tiene muchas áreas verdes. Veo unas cuántas personas sentadas charlando, y desearía estar ahí, no escuchando sobre técnicas para enamorar.
Sigo viendo cuando alguien aparece cerca a la ventana con una escoba en sus manos limpiando los residuos del suelo, es el conserje. Casi me da un susto.
—Blake, si no le interesa mi clase se puede retirar—la Profesora se dirige a mí.
—Hablar de sus amoríos es realmente una clase?—no planeé decir eso en voz alta.
—Salga, ahora—me fulmina con la mirada.
Algo tenía que pasarme el primer día, nada bueno podría suceder. Recorro los pasillos a paso lento, la verdad que tengo mucho sueño, y mi siguiente clase empieza todavía en dos horas. Estoy considerando ir a los baños a dormir.
No no no. Mi pesadilla. Lo visualizo de lejos caminando hacia mi dirección, está mirando su celular. Tengo que encontrar la manera de escapar de ahí, si Louis me ve se acercará, y no quiero lidiar con ese idiota. Gracias mundo, justo ahora no veo ninguna salida.
Una puerta. Veo esa milagrosa puerta a mi derecha, no sé qué habrá dentro pero eso no me importa en cuanto giro la manija y entro. La luz está prendida, es un lugar seguro. Descanso mi frente en la puerta. Eso estuvo cerca.
—Qué mierda?—dice una voz detrás.
Di un brinco del susto. Pensé que estaba sola. Volteo lentamente para encontrarme unos ojos verdes.
—Quién eres tú?—este chico tiene algo familiar.
—No, quién eres tú! Estás irrumpiendo en mi espacio—dice molesto.
—Te conozco—lo apunto—. Eres el idiota del parque que rescató a mi perrita.
—Por eso soy idiota? Rescate a tu mascota—dice obvio.
—No por eso, no recogiste la excreta de tu mascota, y aparte de eso me llamaste despistada—le respondí mientras él tenía una mirada neutra.
—Lo eres—se encoge de hombros—. Ah, y sobre el excremento, olvidé la bolsa.
Volteo los ojos.
—Y qué haces aquí?—pregunto confundida.
El enarca una ceja—. No es muy obvio?—señala con sus ojos su vestimenta.
Veo su uniforme, es completo y todo azul. En eso me doy cuenta de donde estoy cuando veo un montón de cosas de limpieza.
—Eres el conserje—estaba sorprendida. No lo imaginaba.
Ahora que puedo verlo más cerca, me doy cuenta que es joven, tiene piel pálida, cabello rubio amarrado en un moño, al parecer es largo. Sus ojos son tan penetrantes y transmiten curiosidad.
—No me digas, eres de esas chicas de aquí que no hablan con conserjes verdad?—otra vez esa mirada neutra—. Si, ya veo el parecido con las demás—mira mi vestimenta.
Necesito golpearlo con la escoba que tiene en las manos.
—Deberías ser más amable y menos grosero, no estar juzgando a las personas por su forma de vestir, tu no sabes cómo son realmente y los problemas que enfrentan día a día, las prendas no definen a uno como persona—tragué saliva y seguí—. Y no, no soy esas chicas—hago énfasis en "chicas".