Todo sobre ti

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Elena

Despertar un miércoles en el lugar más silencioso y acogedor del mundo con Jay abrazándome por los hombros y yo apoyando la cabeza en su pecho, era un sueño. Tal vez me lo estaba imaginando, o simplemente es tan real que no lo puedo creer.

Me tuve que levantar despacio para no despertarlo, aunque deseaba seguir acurrucada en sus brazos no podía, mi móvil estaba sonando y tuve que contestar, fue Brian, le expliqué dónde estaba y que no se preocupara. Al final me dijo que él estaba para mí, que cualquier cosa le avisara.

Supuse que Jay estaba cansado, de tanto trabajo que tenía que hacer para poder sobrevivir, no lo desperté y empecé a hacer el desayuno, primero me preocupé por su madre. Hace unos años atrás mi hermana me había enseñado cómo cocinar sopa, y hoy en día no sabía qué me serviría el haber aprendido. Me adentré a la habitación color café de la mamá de Jaden, ella estaba con los ojos abiertos mirando la ventana que estaba frente a su cama.

—Buenos días—dejo el plato al costado, dónde está la cómoda.

Ella voltea a verme y se asoma una sonrisa en su rostro.

—Buen día, querida.

—He preparado una sopa de verduras, espero que le guste.

La ayudo a sentarse y acerco la sopa.

—Me podrías ayudar?

Yo entendí que Jaden le daba la comida, jamás había hecho algo así y me daba miedo hacerlo mal. Me armé de valor y la ayudé a tomar la sopa, veía como saboreaba despacio, hasta que terminó y retiré el plato.

—Muchas gracias querida, jamás había probado una sopa de verduras tan deliciosa—sonríe cálidamente.

—Con gusto volvería a prepararla para usted.

—Eres una chica tan buena, Elena—abro los ojos sorprendida—. Mi hijo me habla maravillas de ti, lo haces feliz sin duda, gracias por eso.

—Él me hace muy feliz también—sonrío una última vez y me retiro.

Dejo el plato lavado en la cocina y regreso a la sala, Jay ha despertado y está mirando la hora. Me acerco.

—Buen día dormilón—río.

—Se me ha pasado la hora, buen día—se levanta pero lo detengo antes de que vaya a la cocina.

—Tu tranquilo, me he encargado de hacer el desayuno, ya atendí a tu madre—su mirada se relaja.

—Qué comió?

—Sopa de verduras.

—La ayudaste a sentarse?

—Si.

—Le diste de comer?

—Si.

—Hiciste todo eso?

—Si—repito una vez más.

Un brillo aparece en sus ojos verdes, esa mirada que tiene no deja de hacerme sentir chispas en el corazón, se acercó tanto mirándome unos segundos y me abrazó.

—Gracias, Blake, eres increíble.

—Me halagas, Jay—ríe en mi cuello.

Esa risa, me estaba empezando a encantar. Se aleja y vemos a Zeus estirando las patas hacia nosotros.

—Iba a sacarlo a pasear—lo acaricio.

—Vamos juntos, pero primero—besa mi mano y sonríe—. Muero por probar esa sopa de verduras.

Le encantó. Ahora estaba arrodillado hacía mi dándome las gracias por la mejor sopa que ha probado en su vida. Dentro de unos minutos salimos juntos con Zeus para que haga sus necesidades. Estando con ellos me siento tranquila, tengo la mano entrelazada con la de Jay y caminamos por el parque que está a unos metros de la casa.

Él cada cierto tiempo me miraba para transmitirme esa hermosa sonrisa, la que no he podido olvidar desde que comenzamos a congeniar.

—Tengo una idea para pasarlo bien hoy—comienza a hablar girándose hacia mí.

—Tu instinto aventurero se despertó.

—Ya sabes, quiero impresionarte—guiña.

Lo empujo despacio.

—Tonto.

—Tonta.

Volteo los ojos—. Qué tienes en mente?

—Es a lo qué quería llevarte ayer.

Casi había olvidado lo que pasó ayer, de pronto el recuerdo se me pasó por la cabeza y sentí esa punzada de dolor en el pecho.

Volví a mirar esos ojos, ahora llenos de preocupación. No. Esos recuerdos no van a malograr mi día.

—Muéstramelo—sonreí.

Regresamos a su casa para dejar a Zeus. Esperaba en la sala mientras él buscaba una chamarra que me pudiera prestar. Regresó con una de color azul, un azul hermoso, ni tan claro ni tan oscuro.

—Una de mis favoritas—me la tiende.

Me lo pongo encima de la camiseta negra que también me prestó.

—Listo, gracias—sonrío y él se queda
estático mirándome.

—Definitivamente el azul es tu color, te queda bien—devuelve la sonrisa.

—Me está gustando esta chamarra.

Muestra su sonrisa resplandeciente y me toma de la mano para salir. Amaba esa moto, como las rayas rojas alrededor se reflejaban con la noche y las llantas tan livianas que parecía como si estuviéramos flotando. Amaba esa sensación de la brisa y yo aferrándome a Jay, él tan relajado manejando, transmitiendome miradas y sonrisas a través del retrovisor. La sensación se siente increíble cada vez más, como si fuera la primera.

Ignoré todo, lo que pasó ayer, como me derrumbé con aquella confesión. No quiero perderme de este momento por estar llorando todo el día, estoy aprendiendo a vivir y ver la vida desde otra perspectiva, apreciar cada detalle, ser feliz, así como ahora. Esto es todo lo que quiero, pasar el día junto a aquel chico que hace unos días acababa de conocer, y que en poco tiempo se ha ganado mi confianza, incluso un poco de mi corazón.

Descendimos de la moto, al frente podía leer "Pista de hielo". Miré a mi costado, esos ojos divertidos me miran.

—No tengo idea de como patinar—confieso.

—Eso es parte de la aventura—guiña mostrando su perfecta sonrisa.

—Pretendes usar mis caídas como fuente de aventura?—cruzo los brazos fulminándolo con la mirada.

—Si—toma mis manos y me arrastra hacia el lugar.

—Jay—intento zafarme pero no consigo nada y me dejo llevar—. Bien, pero te advierto que si me rompo un hueso tú serás el responsable.

—Blake—me acerca jalándome de mi mano hasta quedar a menos de un metro—. Me encargaré de que no te rompas los huesos.



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En el texto hay: romance y drama, drama

Editado: 23.03.2025

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