Sasha
-¡Wow!, cuando comentaste que seria memorable, no sé, pensé tal vez… en un viaje relámpago al otro lado del mundo, una escapada a Las Vegas, ver el amanecer en globo en Turquía o en Santorini-
-¿Eres de ver muchas películas románticas?- inquiero entre risas -porque todo eso parece sacado de una de esas-
-Jajajaja, realmente si parece, jajajaja, disculpa es que tienes porte de amo y dueño del universo, jamás imagine que vendría a comer helado… y ojo no lo tomes a mal, porque debo de confesar que tenia años que no salía a un lugar así y mucho menos a tomar helado, gracias… realmente si es memorable- toma mi mano dandole un apreton, mostrando una sonrisa dificil de descifrar, haciendome preguntar que significa.
Ella observa a través del gran ventanal que da al jardín, su mirada se pierde entre las luces y una sonrisa completamente distinta enmarca su rostro, contagiándome de ella generándome más preguntas, especialmente ¿qué fue esa cosa extraña que sentí cuando le dio el apretón a mi mano?.
-Para que algo se vuelva memorable, no debe ser ostentoso, ni presumido, simplemente deber ser algo hecho con amor y desinteresado- al terminar de hablar casi golpeo yo mismo mi frente contra el ventanal, ¿cómo se me va ocurrir semejante ridicule…
-Gracias- corta mis pensamiento al ver sus ojos mirarme y juro que sentí que podía ver mi alma.
-Por… cof, cof ¿por qué?- acomodo mi voz al salir unos decibeles más altos y algo temblorosa.
-Mmm- se encoje de hombros, terminando su helado -gracias por hacer de los últimos 10 minutos de mi cumpleaños fueran…, es decir, tengo cuarenta y estos últimos minutos he recordado, que la felicidad se consigue en la cosas más sencillas, que no se necesita aparentar, que la vida es una sola y que hay riesgos que tomar-
-¡Wow! Si todo eso fue por un cono de chocolate y stracciatella, no quiero imaginar que tipo de epifanía tendrías si te llevara a comer Medovik- comento situándome a su lado, mirando al jardín.
-Bueno considerando que es un pastel de engaño y convencimiento… creo que lo tomaría para decidir sobre algo transcendental en mi vida-
-¿Engaño y convencimiento?- volteo al verla sonreír, tratando muy mal de ocultarla con su mano.
-Sí, quiero decir- se gira en mi dirección quedando muy cerca y el sentirla así no sé, porque me dan ganas de… “concéntrate”, me regaño mentalmente.
-Un chef hizo un pastel para complacer al Zar y su esposa- comienza a relatar -la mujer odiaba la miel y este chef hizo el pastel más delicioso del mundo, la mujer pidió al chef los ingredientes de tan sabroso invento y que tiene el pastel.... miel, el relleno es de miel y ¿la crema adivina qué lleva?- pregunta arqueando una ceja como si no supiera que conlleva un pastel que lo he comido toda mi vida.
-Miel-
-Exacto, entonces es un pastel de engaño, porque se lo comió sin saber que el ingrediente principal es aquello que aborrecía y de convencimiento, porque le dio a entender de las cosas que no nos gustan, solo tenemos que agregarle otros ingredientes y así nos gustará o al menos lo toleraremos-
-Mmm- me quedo fijo mirando sus ojos que dicen más de lo que hablan -porque presiento que no hablas de un simple pastel- un largo suspiro la acompaña volviendo su mirando al jardín.
-Porque así es la vida... es un pastel con un montón de ingredientes, donde somos ese chef que irán agregando cosas para hacerla más llevadera, sin importar que tan amargo sea el ingrediente nuevo, acompañado de otros, lo podrás sobrellevar y ser feliz en el camino-
-¡Wow! Definitivamente, te llevaré a comer Medovik, te lo prometo… y mi nuevo sabor de helado favorito será chocolate y stracciatella-
-Exagerado- niega con la cabeza volviendo a la mesa -entonces Señor Kutne, Alek…- río al escucharla intentar pronunciar mi apellido y nombre.
-Sasha, sólo dime Sasha-
-Sasha, ¿pero por qué ese nombre?- toma su helado y estoy seguro que suprime una sonrisa.
-Así me dicen en mi familia… entonces ¿Nila?- se remueve incomoda en su asiento -¿Es oriental? ¿un diminuto?-
-Aww- suspira pesadamente mirándome -digamos que mi madre durante el embarazo le dio por leer libros de historia y quería que su hija tuviese nombre de alguna Reina, y se consiguió con Petronila la…-
-La que hizo posible la Corona de Aragón- respondo, viéndola afirmar con la cabeza -así que tu madre quería una hija capaz de hacer algo transcendental y cambiar la historia-
-Si con transcendental te refieres a ….- murmura entre dientes, que no logro entender.
-¿Qué dices?-
-Ohh, ehh ¿cómo sabes eso?- indaga interrumoiendo sus pensamientos
-Yo conozco la historia por mi madre, y te aseguro que no pretendía que cambiará la historia, creo que tenia la ilusión de que me casará con algún príncipe o que se yo-
Hace un gesto gracioso con sus manos y ojos que una sonrisa aparece automático en mi rostro.
-¿Y esto?- pregunta señalando el mini cake sobre la mesa que acaban de dejar, la estúpida sonrisa en mi rostro no desaparece y ya comienzo a sentir algo de molestia en mis mejillas, tomo asiento a su lado, para disimularla un poco.
-Bueno es tu cumpleaños y al menos en mi país, un cumpleañero debe tener mínimo un pastel, donde pide un deseo y todos te felicitan- explico como si nada, pero con dolor de mejillas.
-Así que…- me mira devolviendo la sonrisa digna de comercial -feliz cumpleaños a mi… -
-Así es… feliz cumpleaños Petronila- uno de los trabajadores de la heladería enciende el fuego frío en el top del mini cake y una pequeña luces de colores salen de ella.
-Gracias, en serio, gracias, pero es Nila, solo Nila- al ver su mirada hice un juramente silencioso, siempre veré esa sonrisa el día de su cumpleaños y seré yo quien la ponga.
-Sabe Señor Laika, jamás pensé que fuera así, tan detallista-
-Es Sasha no Laika, Petronila-
-Laika, Sasha, igual son nombres de perros- resoplo pesadamente -además el lugar es encantador, excepto por la gigantografía de esa pareja al final del pasillo, ahh más nunca en tu vida me vuelvas a llamar así…-