Tal vez alguna vez habrás escuchado esta frase; “todos los caminos llevan a Roma”.
Nace a partir de aquella idílica ciudad, de grandes templos y bellas edificaciones, vamos, que era literal. O al menos durante el periodo del imperio romano lo era. Esto debido a que toda la red de caminos terrestres conectaba a Roma con las zonas cercanas al igual que con las más recónditas del imperio. Así que literalmente; todos los caminos llevaban a Roma.
Aaron Bassil tenía algo parecido, pero no hablamos de una ciudad, en absoluto.
Aaron pasó años intentando dejar atrás su triste pasado y lo había logrado, salvo por ella… ella siempre volvía. De alguna u otra forma, Roma volvía y cada vez que lo hacia era solo para dejarle claro que lo suyo era imposible.
Tiene que ser la mas grande casualidad que aquella chica que vive en su corazón desde que tiene memoria comparta el nombre con aquella ciudad; Roma. Roma Castelli, el sueño más grande que Aaron nunca pudo alcanzar.
Ella era como una de esas estrellas que salen a adornar el cielo por las noches; siempre presente y siempre inalcanzable.
Las cosas podrían ser un poco más sencillas, de no ser porque el segundo deseo más grande de Aaron era vengarse del hombre que le arruinó la vida; Leo Castelli, padre de Roma.
La venganza es un plato que se sirve frio y el amor se acompaña de promesas que calientan hasta el más frio de los rincones. Queda claro que, juntos; el amor y la venganza, son una pésima combinación. Aaron no lo sabe, pero, podría estar a punto de averiguarlo…
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Editado: 07.01.2022