Todos Nuestros Secretos

Capítulo 6: El fin del verano

Tal como pensaba, mi madre me estaba esperando con cara de pocos amigos al regreso de mi paseo con los hermanos Prescott. No dudó en comentarle a mi padre sobre mi falta, y juntos decidieron que lo correcto era alargar mi castigo cinco días más. 

Pasé el tiempo que restaba encerrada, leyendo, tomando fotos, y ayudando a mi madre con la limpieza. De vez en cuando, me encontraba con Kai en el jardín o en el balcón, lo que resultaba en conversaciones que volvían mi día un poco más interesante. Para el momento en que mi castigo terminó, ya solo quedaba una semana para el inicio de clases, y sentía cada vez más la presión de ser la chica nueva en el último año de preparatoria. Por fortuna, tenía a las Belle para ayudarme a conocer a quienes serían mis nuevos compañeros, y gracias a ellas estaba invitada a la denominada “última fiesta del verano”, la cual se celebraría mañana en casa de Belle Singleton. 

—Iremos a comprar ropa para la fiesta esta tarde, ¿vienes? —preguntó Belle Hensley a través del teléfono. Durante mi tiempo en casa, las llamadas de la rubia me habían acompañado casi cada tarde, para contarme detalles de su día y quejarse de lo insufribles que eran Belle S. y Adam en su opinión. 

—Bueno, debería pedirles dinero a mis padres, pero no creo que haya problema —acepté la invitación, no demasiado emocionada por la idea de salir de compras. 

—Genial, nos vemos esta tarde —la llamada se cortó y al fin pude volver a relajarme en mi cama. Ni siquiera había bajado a desayunar cuando Belle decidió llamarme, ella se encontraba de camino al gimnasio y llevaba despierta alrededor de una hora y media, como dictaba su estricta rutina. 

Di algunas vueltas sobre el colchón antes de ceder a los quejidos de mi estomago hambriento, me levanté y corrí hacia la cocina para comer algo. 

Mi padre se encontraba leyendo el periódico mientras devoraba su última tostada. Mi madre lo observaba en silencio al otro lado de la mesa, al tiempo que bebía su taza de té de maple con tranquilidad. 

—Buen día —hablé en tono alegre, ellos devolvieron el saludo como de costumbre, mi padre con una cariñosa sonrisa y mi madre con cordialidad fría. Busqué un cuenco para servirme cereal con leche y luego me senté en mi habitual silla entre medio de ambos —. Las Belle me invitaron a comprar ropa con ellas esta tarde —solté tras un largo rato. 

—¿Es por esa fiesta a la que asistirán mañana? —preguntó mamá, asentí mientras masticaba mi cereal —. No lo sé Evie, ¿has notado como se visten esas chicas? Preferiría que uses uno de los vestidos que te regalé, como la última vez. 

Como aquel día me cambié antes de regresar a casa, mamá jamás se enteró de lo ocurrido con el atuendo, en su mente yo era una hija obediente, y al fin escuchaba sus anticuados consejos. 

—Deja que se vista como quiera —debatió mi padre, sin soltar el periódico al tiempo que con la otra mano aferraba su taza de café con fuerza. 

—¿Has visto la ropa que usan esas tres? —cuestionó mi madre con voz aguda y expresión angustiada —. Por poco no van desnudas, ¿quieres eso para tu hija? 

Papá dejó de lado el periódico, que se había arrugado un poco bajo la fuerza de sus dedos, y la miró con ojos inexpresivos. Ambos eran iguales en ese aspecto, cuando querían ser de hielo podían hacerlo muy bien. El problema era que papá no tenía reparo en ser un tempano cuando se trataba de ella, mientras que a mi madre se le escapaban las emociones por los ojos cada vez que veía a su esposo.  

Una vez, mientras escuchaba a mi abuela y tías a escondidas, las oí decir que la única persona que podía sacar las verdaderas emociones de Amelia a la luz era Benjamin, y que era una lástima que ella no provocara lo mismo en él. 

—Por supuesto que no deseo que mi hija salga desnuda a la calle —declaró mi padre con frialdad medida —, pero menos quiero que sea un clon de su madre, parece que prefieres eso a que tenga una personalidad propia. 

El rostro de mi madre enrojeció, y en sus ojos chispeó el enfado. 

—Tal vez si se pareciera un poco más a mi —respondió furiosa —, no habría hecho las cosas que hizo, y no estaríamos aquí. 

El golpe me dio directo al pecho y amenazó con sacarme lágrimas. Esta vez, el odio destilaba de los ojos de mi padre como un veneno, al notarlo mamá se encogió en su asiento y agachó la cabeza. 

—No quise... 

—Déjalo, Amelia —escupió papá sin siquiera verla, se levantó de la silla y tomó las llaves de su auto —. Hablaremos cuando vuelva —sus ojos se dirigieron a mí y su mirada se dulcificó en menos de un segundo —. Ven cariño, te daré dinero para que vayas de compras. 

Lo seguí a la habitación de huéspedes, donde al parecer se había quedado las últimas noches, o al menos eso fue lo que asumí al ver la ropa desperdigada por ahí y la cama sin tender. Se acercó al armario y sacó dos billetes que me entregó antes de besar mi coronilla. 

—Lamento que hayas tenido que escuchar eso —se disculpó apenado —. No creo que tu madre quisiera decir lo que dijo, es solo que a veces se deja llevar. 

Asentí, aunque la mayor parte de mi sabía que si había querido decirlo, que era lo que ella en realidad pensaba. 

—Yo lamento haber ocasionado la discusión —Papá sacudió la cabeza a los lados, pero me adelanté antes de que el pudiera negarlo —. Se que siempre dices que no, pero es la verdad, hago cosas estúpidas que les provocan desacuerdos, y por eso pelean. 

Mi padre resopló y se pasó una mano por el ya engominado cabello. 

—Cariño, tu madre y yo tenemos diferencias, eso no es tu culpa, ¿entiendes? —cuestionó con las cejas alzadas mientras me miraba a los ojos —. Simplemente es así, tú no eres responsable de nada. No deberíamos haber discutido frente a ti, pero yo decía la verdad, no tienes por qué ser igual a tu mamá, ser tú está bien.  

Asentí, no del todo convencida ante sus palabras, pues ser yo parecía traer más problemas que otra cosa  




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.