Los días pasaron y llego el fin de semana, me encontraría con Vanesa para ir de compras y de paso charlar un poco, no nos habíamos vuelto a ver desde lo del accidente, aunque sí nos escribíamos mucho. De hecho la puse al tanto de mi nuevo puesto en la empresa y ella misma sugirió ir a comprar ropa, ella aseguró que, como subí de puesto, tengo que “subir también mi estilo”. Creo que en el fondo ella cree que esta en uno de esos programas que le cambian la imagen a los invitados y los dejan irreconocibles. Solo que yo no dejare que me corte el cabello y me tiña de rojo furia.
Nos encontramos en la estación y de ahí fuimos a un gran centro comercial que tenían de todo, fuimos a varias tiendas que tenían ropa bonita en la vidriera, pero cuando entraba y pedía algo en mi talle las respuestas eran: “solo tenemos hasta talle M” “Esta prenda es talle único” “No tenemos talles especiales” “No tenemos en stock ese talle en este momento”.
Lo único que pude conseguir fue un jean recto, liso, azul, clásico y aburrido y una camisa… de hombre. Es la historia de mi vida, conformarme con la ropa que consiga. Encima la poca ropa que atrapo es en colores sosos: gris, marrón o negro…. Nunca un color alegre.
Cansadas de tanto caminar nos detuvimos en un café, no sin algo de miedo por los malos recuerdos de la última vez que salimos, pero haciendo bromas al respecto nos olvidamos del asunto y pedimos un batido cada una para recobrar fuerzas.
— Esos desgraciados…- se quejaba Vanesa entre sorbo y sorbo de su batido de frutilla,- ¿acaso piensan que todo el mundo es un maniquí?
— ¿Ahora entiendes porque no tengo mucha variedad de ropa?- conteste,- estar a la moda no es para las gorditas…
— Me niego a creer eso,- dijo sacando su celular y metiéndose en una búsqueda desenfrenada. Ella lucia más enfadada que yo en este punto.- Tiene que haber algo, un lugar donde puedas elegir algo bonito.
— Descuida, con lo que tengo ya me basta.- dije restándole importancia.- Solo tengo que bajar un poco de peso para que las blusas que tengo no me queden como matambre en navidad jajaja.- Vanesa me mira frunciendo el ceño.
— No puedes vivir usando siempre la misma ropa que heredaste de tu mama y tu tía, ya esta pasada de moda y no te favorece Guada.- A veces su sinceridad es dolorosa.
— No es como que la adore.- digo bebiendo de mi batido de dulce de leche.- Pero ¿qué puedo hacer? ¿Mandar a hacerme ropa especial con una costurera? Oye, esa no sería tan mala idea…- De repente Vanesa relaja el rostro mientras ve la pantalla y sonriendo me muestra.
— Mira,- dice señalando un perfil de Instagram con ropa variada,- Aquí cerca hay una tienda de segunda mano, venden ropa usada pero en buen estado, ahí debe haber algo. Cuando terminemos esto vamos a echarle un vistazo.- Suspire, estaba cansada de escuchar negativas por parte de los vendedores, Pero me dije qué más da, hagamos un último intento.
— De acuerdo.
Caminamos unas calles y llegamos a dicha tienda, era un local angosto pero muy largo, casi diría que llegaba a la otra calle, todo lleno de perchas y al fondo una suerte de mesas con montañas de tela que la gente revolvía para encontrar algo interesante. Dejando nuestras cosas en un locker entramos y comenzamos a deambular por las perchas, había de todo, ropa de niños, hombre y mujeres, ropa elegante y de fiesta y cosas más urbanas. Buscamos y buscamos hasta que en una de esas montañas de ropa di con algo que llamo mi atención, era una falda tubo color rosa viejo, de esas típicas de secretaria, parecía bastante amplia y en buen estado, solo tenía el forro interno algo descosido. Mientras la miraba se me acerco una vendedora y me comento.
— Ha tenido suerte, es de las últimas prendas que nos quedan en talles grandes. ¿quiere probársela?- Dudosa contesté.
— Mmm no sé si esto me quedaría bien…
— ¿Bromeas? – dijo Vanesa apareciendo de repente mientras llevaba un pequeño trapo en las manos, conociéndola se trata de un diminuto top de los que le gusta usar,- ¡esto se te vera genial! Vamos pruébatelo y veras que tengo razón.
Entre al probador, me desvestí y me coloque la prenda con miedo, temía que al subirla la prenda se pudiese romper, pero no fue así, era bastante elástica. Aunque estaba ajustada en la cadera me calzaba a la perfección. Corrí la cortina para mostrarle a mi amiga y esta empezó a dar grititos de felicidad llamando la atención de algunas personas, me hizo girar a un lado, a otro e incluso agacharme y luego dijo.
— Si… definitivamente harás estragos con eso.- su rostro reflejaba orgullo y satisfacción.
— ¿Porque les daré cáncer de ojo a mis compañeros de trabajo?- dije riendo. A lo que mi amiga se cruza de brazos y sonriendo de costado contesta.
— Les darás una erección.- Me sonroje de inmediato ante tal ocurrencia, y riendo la regaño.
— ¿¡Qué dices, Vanesa!?- Mi amiga me echa una mano al hombro y me hace ver al espejo del vestidor.
— Guada, cariño, esta falda resalta a la perfección tu trasero, ese que llevas oculto con la ropa suelta que siempre usas. Si le colocas un cinturón disimularas la cintura y si te pones un collar llevaras la vista a tus grandes pechos. ¡Es un ganar-ganar!
— Pe… pero no estoy acostumbrada a llevar ropa ajustada.
— ¡Pues acostúmbrate!- dijo alzando las manos y en un tono más fuerte de lo normal.- ¡Deja que el mundo conozca los dotes que tienes!- Me empiezo a reír y aunque me da miedo me convenzo de que lo que me dijo es cierto.
— Ay Vanesa, tu siempre me subes el autoestima.- Me di un último vistazo de costado y dejándome llevar por la positividad de mi amiga termine decidiéndome.- De acuerdo, me la llevo.