Cuando se cumplió el horario de salida todos tomaron sus cosas y comenzaron a retirarse, yo por mi parte continué en mi escritorio, ya había juntado mis pertenencias, estaba esperando al señor Da Silva. Solo pasaron 5 minutos del horario de salida hasta que apareció él por el umbral de la puerta de la oficina con su bolso al hombro.
— ¿Vamos?
— Sí.- Dije algo nerviosa, me puse de pie con mi cartera y sin mediar más palabras caminamos hacia el ascensor.
Me preguntaba como lidiaríamos con este clima tan incómodo de silencio puesto que nunca hablamos de nada por fuera del trabajo. Me imaginaba haciendo alguna que otra pregunta para sacar charla, pero tengo la sensación que mi jefe no es de los que se le dé mucho hablar y esto sería difícil.
Justo cuando estábamos acercándonos al ascensor éste se abrió dejando ver a nada más y nada menos que al señor Ricardo Pagano, con su característica sonrisa en el rostro. Dio un paso al frente y dirigiéndose a mi jefe comenzó a decir.
— ¡Qué bien la hiciste en la reunión Ale!- le dio un golpe en el hombro en tono bromista.- ¡Derrochando audacia, como siempre!- luego se acercó un poco y en un intento de susurro, porque lo dijo tan fuerte que yo lo pude oír, añadió.- El de ventas estaba que echaba humo por las orejas.- y libero una fuerte carcajada.
— Solo hice mi trabajo,- dijo mientras entraba nuevamente a la caja de metal, yo hice lo mismo y el señor Pagano también.- Sí eso le molesta quiere decir que debe hacer mejor su propio trabajo.- Añadió presuntuoso, algo raro en él.
Ricardo Pagano liberó una carcajada que retumbo en todo el ascensor. Luego el rubio dirigió la vista a mí y tratando de hacerme parte de la conversación agregó.
— Usted también señorita Godoy. Para ser tu primera reunión lo has hecho bien.- dijo ofreciéndome una amplia sonrisa.
— Muchas gracias señor Pagano. Su análisis también fue muy bueno.- Devolví el cumplido.
Hasta llegar a plata baja el gerente de marketing siguió hablando en todo momento, resulto ser alguien muy gracioso y simpático, y por lo visto le gustaba contar los chismes tras bambalinas de los gerentes. Cuando llegamos a planta baja dijo
— ¡Qué bien me vendría una cerveza para festejar! ¿Qué dices Ale, Vamos por unas?- Dijo codeando a mi jefe. En seguida me sentí mal tercio.
— Ya he invitado a Godoy.- contesto mi jefe. Pagano se detuvo en seco.
Su cara fue un auténtico poema. Sus ojos se abrieron de par en par mirando a su amigo y luego a mí, repetidas veces, yo no sabía dónde meterme.
— ¿Tienes fiebre?- le puso la mano en la frente al señor Da silva haciendo que se apartase chistando.- No puedo creerlo… Alejandro invitando a alguien… ¿acaso sabes lo que es socializar?- Él libero un pesado suspiro.
— Eres un exagerado.
Ser una molestia es lo que menos deseo, prefiero hacerme a un lado con cualquier excusa y dejarlos ir a beber a ellos dos. Me sentí totalmente fuera de lugar, tenía que salir de esta como de lugar.
— Creo que yo mejor me ma….- sin dejarme terminar Pagano exclamó.
— ¡NO!- Sus ojos enormes viéndome directamente me intimidaron.- ¡este es un evento único e irrepetible!- me tomo del hombro a mí y a mi jefe hasta ponernos juntos. - ¡Vayan y diviértanse mucho!- y dando media vuelta se marchó a toda velocidad en dirección opuesta moviendo enérgicamente la mano como saludo de despedida.
Ambos, mi jefe y yo, nos quedamos mirando cómo se alejaba. Luego él me miro y dijo.
— Ignóralo, es un idiota.
— Es un sujeto agradable.- le conteste.
Comenzamos a caminar por las calles de la ciudad, ya estaba comenzando a hacer frio por la proximidad de la noche, cerré aún más mi abrigo y pregunte.
— ¿Tiene algún lugar en mente, señor?
— Si, -contesto sin más,- hay un bar al que suelo ir en ocasiones con Ricardo, no es muy popular pero sirven buena bebida y comida. Está a unas cuatro calles de aquí.- señalo al frente con su maletín.
— Ya veo.- Continuamos caminando en silencio unos metros. Incomoda por aquella situación lancé un comentario.- Me siento mal por haber interrumpido los planes del señor Pagano…
— Descuida, siempre salimos a beber, no faltará oportunidad que lo hagamos nuevamente.
— ¿Se conocen a hace mucho tiempo con el señor Pagano?- Él me miro con ese rostro serio que lleva siempre y yo desvié la vista,- disculpe la pregunta, es que, como lucía tan amistoso con usted…
— Ricardo es mi amigo desde la secundaria.- declaró.
— ¿En serio?- pregunte asombrada. .- Trate de imaginarlo como un adolescente pero no podía hacerlo.
— Sí. De hecho él fue quien me recomendó para el puesto con el Director Mausser.
— Vaya, eso es increíble.- caminamos un poco más y luego de cruzar la calle me atreví a curiosear.- Así que… ¿se llevan mal con el gerente de ventas?
— Si, algo así.- Reconoció.- En ocasiones llega a ser muy molesta su competitividad de su departamento con el nuestro. Siempre encuentra algo que criticar.
— Ya veo…- Caminamos un poco más y de repente sus pasos se detuvieron frente a un pequeño local que hubiera pasado desapercibió por fuera por su simplicidad.
— Aquí es. Entremos.