Luego de aquel sueño, o pesadilla mejor dicho, ya no pude dormir.
Mirando fijamente el techo en la oscuridad de la noche pensé en la raíz de todas mis inseguridades, de mis complejos, y siempre llego a la misma conclusión: es mi cuerpo. Mi maldito cuerpo. Y en cómo todo sería más fácil si hubiese sido delgada. No pido ser hermosa, solo delgada. Con maquillaje, peluquería y eligiendo buenos Outfits podría ocultar las imperfecciones de mi rostro y taparía aquello que no quiero que sea visto, pero la gordura… la grasa sobresale, es lo primero que ven las personas. Lo noto en sus caras cuando me ven, sus ojos tienen ese algo, no sé cómo explicarlo, una mescla de desagrado y pena cuando me ven, obviamente no lo dicen, pero lo piensan, lo sé.
Comencé a llorar de nuevo por mi desdicha.
Luego de estar unos minutos así me levante a lavarme la cara porque recordé que tenía que ir a trabajar y no quería que notaran mis ojos hinchados. Eran las 5 de la mañana. Tomé el teléfono y comencé a ver algunos reels para distraerme, pero como si el algoritmo pudiese leerme la mente la gran mayoría de las cosas que me salían era sobre chicas gorditas que iban al gimnasio y bajaban una barbaridad de peso, mostrando el antes y el después, también unas que recomendaban dietas y también unas rutinas de ejercicios. Cuando me salió un reel de una chica gordita presumiendo a su novio alemán, delgado, rubio de ojos celestes, apague la pantalla y preferí quedarme mirando el techo.
Inevitablemente volví sobre lo mismo. Quizá el problema sea yo, yo que no me he mentalizado lo suficiente para cambiar mi cuerpo definitivamente. Quizá me falte disciplina. Tal vez si vuelvo a intentar lo de hacer ejercicio… Después de todo el médico me dijo que debería bajar de peso. Debería tomar de ejemplo a David, que se está alejando de las comidas chatarras y entrena para pasar las evaluaciones físicas el cuerpo de bomberos.
Me lleno de valor y determinación y decido empezar de nuevo a cuidarme. ¡Pero esta vez lo haré en serio, no como las otras veces! Puede que logre bajar de peso y ser una chica linda al fin. Una chica que pueda conquistar a un tipo lindo y cerrarle la boca a toda aquella persona que se han burlado de mi todo este tiempo, como estas tontas del ascensor, como Yamila Thompson, como Rocío… Esas que fueron bendecidas con una genética que las hace perfectamente delgadas y no necesitan hacer todo este esfuerzo… Pero no importa. Voy a hacerlo. ¡Voy a lograrlo!
Con renovada determinación me dirijo al baño y me doy una ducha, luego fui a la despensa y tire todos los paquetes de galletitas que tenía guardados. Sabía qué era lo que debía quitar de mi alimentación gracias a las numerosas veces que fui a la nutricionista, las primeras llevadas por mi madre, las otras, por motu propri. “nada de harinas, nada de azucares, mucho vegetales y frutas” era lo que siempre decían. ¿y las porciones? Solo un plato, pequeño, con mayoría de verduras y proteínas. Ciertamente no me desagradan las verduras, pero es cansador consumirlas tan repetitivamente. Es un sacrificio.
Cuando se hizo la hora salí de casa al trabajo y decidí tomar el camino más largo. Una excusa para caminar un poco y quemar calorías. De ahora en mas aprovecharé cada oportunidad para hacerlo.
Cuando llego a la oficina veo que había gente esperando el ascensor y opte por subir por las escaleras, sin embargo, luego de subir 2 pisos me comenzó a faltar el aliento, decidí esperar el ascensor e intentar otro día ejercitarme en las escaleras.
Ciertamente hace tiempo que no hago ejercicio, lo del accidente en la pierna fue más que suficiente para no hacerlo. Pero ya habiéndome recuperado no tenía excusa… quizá debería buscar algún gimnasio al que ir.
Al que solía ir antes quedaba cerca de la universidad, lejos de casa, y ahora me queda a contramano del trabajo, por lo que mi rutina se vería afectada. Tengo que buscar un sitio cerca de casa o de la oficina.
En el horario de almuerzo le pregunto a Oriana y Luna si conocen algún lugar y me hablaron de “Full Gym” al que iban ellas a hacer Crossfit, estaba a dos calles de la oficina así que a la salida iría a pedir presupuesto. Ellas se ofrecieron a acompañarme.
Cuando terminó nuestro horario nos pusimos en marcha al sitio, era un gran local vidriado en el que se podía ver en su interior un hormiguero de gente. Luna dice que es cuando más gente hay, puesto que todos vienen luego del trabajo. Ni bien pusimos un pie en el interior el calor y el vaho me dieron una cachetada en la cara, haciéndome dudar si continuar o no, pero a las chicas no parecía detenerlas, ya deben estar acostumbradas. En el mostrador de la entrada se erguía un chico musculoso con una camiseta ajustada que vio a luna y Oriana y les dedico una sonrisa galante, en seguida las atendió, pero cuando dijeron que la consulta era para mí la decepción se manifestó en su rostro, aunque solo fue un segundo.
Me dio un folleto con los horarios de las actividades y el presupuesto, y si bien el monto no era tanto por ir toda la semana en horario libre, no me convencía lo de estar rodeada de tanta gente. Esos cuerpos moldeados cual estatua griega con sus prendas diminutas no dudarían en clavarme los ojos y hacer comentarios de mi cuerpo. Y si bien puedo decir que no me importa la verdad es que la opinión ajena me afecta más de lo que yo quisiera.
— ¿Hay algún horario más… tranquilo?- me atreví a preguntar. El muchacho lo pensó un momento dijo.
— Por la mañana temprano, o a la siesta.- respondió.- A la siesta vienen las mamas que dejan a sus hijos en la escuela y a la tarde las señoras que hacen zumba.- Agregó alegremente, asumiendo que yo me encuentro en ese rango etario y que podría interesarme. Con una sonrisa forzada contesté.