— Está tratando de ligar contigo.- Respondió con seguridad mi amiga mientras revisaba su armario buscando ropa que ponerse para ir a trabajar.
Yo estaba tirada en su cama, comiendo unas galletas de salvado, lo único comestible que tenía en su alacena. Le acababa de contar lo de la invitación de David a comer.
— Pero se supone que somos amigos.- ella se detuvo y me miro.
— ¿Y?
— Y… bueno…. No lo sé…
— Estrategia básica: acercarse como amigo y luego comenzar a ligar cuando ya tienen tu confianza.
— No lo sé…- digo dudosa,- ¿y si solo estoy malinterpretando las cosas? Quizá no me ve de esa forma…- Vanesa pone los brazos en jarra.
— ¿Y a ti te gusta él o no?- Insistió en saber.
— Pues sí, un poco. – Volvió a su tarea de revolver la ropa.
— ¡Entonces adelante amiga mía! Coquetea con él, dale halagos, cumplidos, declárate tú incluso.
— No, no podría hacerlo yo.
— ¿Por qué no? Ya no estamos en el siglo 12. Las mujeres pueden tomar la delantera…
— La única vez que un chico se enteró de mis sentimientos hacia él… me ignoró por completo…- dije con melancolía en mis palabras, mi amiga dejó lo que estaba haciendo y se volteó a verme.
— ¿Estás hablando de lo que pasó en tu anterior escuela, no?- Un nudo se formó en mi estómago, recordé de repente el encuentro con Nicolás y todo lo que pasó antes. La idea de que vuelva a ocurrir lo mismo me llena de miedo.
— Lo volví a ver… A Nicolás. Apareció en mi trabajo el martes y me reconoció.- Suelto a modo de confesión. Vanesa se sienta abruptamente en la cama.
— No jodas… ¿en serio?- asentí con la cabeza.- ¿y que paso? ¿Que hizo? ¿¡qué hiciste?!- indagó con genuina curiosidad.
— Nada. Solo me dijo que había pasado mucho tiempo y que debíamos ponernos al día, me dio un papel con su número…
— ¿No le escribiste, cierto?
— No…
— Perfecto, que siga así.- dijo cruzándose de brazos. Ese mocoso te hizo mucho daño con su silencio, hasta que no te de una disculpa decente compórtate como un tempano de hielo.
— No creo volver a verlo… solo fue casualidad que nos viéramos…
— Ahora entiendo porque estas tan insegura. Ese chico y sus amigos eran unos adolescentes idiotas, no va a pasarte lo mismo ahora, hay tipos buenos ahí afuera. – Dice a modo de calmar mi ansiedad.- A ese bombero le pongo muchas fichas, no te quitaba los ojos de encima, estoy segura que te quiere dar, ¡y no consejos!- Me puse roja de inmediato.
— ¡Vanesa!- La empujo un poco mientras ella se ríe.
— ¿Qué? ¡Es verdad! Mónica también lo piensa…
— ¿Hablaste con ella de esto?- Exclamé sorprendida.
— Ella sacó el tema…- Se puso de pie para volver a revolver el armario,- Dijo que lo notó más alegre que de costumbre.
— ¿Tú crees…?- mientras pienso en ello Vanesa vuelve al armario, continúa revolviendo un poco más y de repente toma un vestido del fondo.- ¡Aquí esta! Sabía que lo tenía en algún lado.-lo extiende sobre la cama.- Pruébatelo.- Ordenó.
— ¿Qué? ¿yo?- dije mirando aquella prenda negra con muy poca tela para mi tamaño. No entendía lo que pretendía mi amiga.- ¿Por qué?
— Porque me acompañaras a mi trabajo esta noche.- Dijo cruzándose de brazos con una sonrisa socarrona que ya conozco bastante, es la misma que hace cuando está tramando algo.
— Estas loca. – Sentencio mientras me siento abruptamente en la cama.
— Claro que lo estoy, pero luego me darás la razón.- Ella se sienta junto a mí y toma el vestido. Mirándome directamente a los ojos continuó diciendo.- Toda tu vida te la pasaste esquivando a los hombres, ocultándote y amándolos secretamente, es hora de que te muestres al mundo. No te miento cuando digo que eres una chica muy linda y que tienes potencial desperdiciado. Quiero que una vez en la vida te des cuenta de que los hombres te pueden ver con ojos de deseo y quizá con eso mejores la imagen que tienes de ti misma.
— ¿Quieres que vaya a tu trabajo y coquetee con los hombres para mejorar mi autoestima?
— No si no quieres, puedes solo sentarte en la barra y esperar, estoy segura que al menos un tipo se te acercará a hablar sin que tú digas ni hagas nada. Luego los rechazas y listo.
— Ay por favor Vanesa, eso no va a pasar… Solo se podrían acercar para pedirme tú número.
— ¿Quieres apostar?- extendió la mano desafiándome.
— Un café de Starbucks.
— ¡Hecho!- Estrechamos las manos sellando el acuerdo.
El resto de la tarde nos la pasamos viendo una película y luego arreglándonos para salir. Al probarme su vestido efectivamente me entró, porque era de una tela elastizada, pero era muy corto. Dejaba ver mucho mis muslos y además era super escotado y mostraba los hombros… si me lo quería bajar para que tape las piernas enseñaba más los pechos, y viceversa. Ella por su parte se puso su uniforme: un micro short y la camiseta escotada con la estampa del local.
— No entiendo cómo puedes usar este tipo de cosas.
— Te acostumbras con el tiempo, - dijo restando importancia, volteo a mirarme y llevando la mano al mentón medito un momento, fue a su alhajero y trajo algo.- Ponte este choker.
— Eso parece un collar de perro, ¿en serio tengo que ponérmelo?
— Tienes el cuello muy vacío, además es parte del conjunto.- suspire sonoramente y me lo coloque. Luego me vi en el espejo y debo reconocer que no me desagradaba tanto lo que veía, era como jugar a ser otra persona, una mujer ruda, segura de sí misma… como Vanesa.
Terminamos de arreglarnos y salimos rumbo al bar para adultos donde Vanesa trabaja. El abrigo largo me cubría un poco más que el vestido, lo mismo el de mi amiga. Tomamos el transporte público y bajamos a dos calles del lugar, sentía las miradas de las demás personas durante el viaje pero no estaba segura de si eran dirigidas a mi o a mi amiga.
Llegamos al local cuyo cartel naranja resaltaba tanto como las OO de su nombre, haciendo referencia a los atributos de las camareras que atendían allí.