Cuando por fin llegue a casa deje mi cartera en la mesa y me arroje a la cama mientras giraba de un lado a otro y ahogaba un grito en la almohada. El señor bigotes me miraba extrañado como si estuviese loca.
Ya van siendo dos los que se me declaran, esto es demasiada casualidad, demasiado bueno para ser cierto… ¿qué posibilidad existe de que 2 tipos se interesen en mí? ¡Y en la misma semana!
Miro al señor bigotes que está sentado junto a su plato de comida y le pregunto:
— ¿Acaso el día del accidente quedé en coma y esto que estoy viviendo es un sueño mientras estoy en estado vegetativo, Señor Bigotes?
— Miau…- contesto el felino mientras con la pata movía su plato de comida vacío.
— Eres un glotón egoísta, señor bigotes.
Me levanto de la cama para ponerle algo de comida en el plato y en eso oigo que suena el celular desde el fondo de mi cartera. Me levanto apresurada a buscarlo y cuando veo la pantalla veo que era una llamada de David. Es raro que me llame. Me apresuro a contestar.
— ¿Ho…hola?
— ¡Hey Guada! ¿Cómo estás?
— ¡David! Bien ¿y tú?- digo mientras busco el plato de comida del gato.
— Bien.- Carraspea.- Te iba a escribir un mensaje pero luego de la cuarta vez de escribir mal decidí mejor llamarte. No sabía bien a qué hora volvías así que esperé hasta esta hora, espero no haberte despertado o interrumpido.
— Para nada, justo acabo de volver y estaba dándole de comer al señor bigotes… parece que para él solo soy su esclava.- Miro de reojo al susodicho mientras busco la bolsa de comida de gato, el señor bigotes me mira expectante desde la mesa mientras mueve la cola sin darse por aludido. A la vez oigo la adorable risa de David al otro lado de la línea.
— Los gatos son así. – Hace una pausa para tomar aire y retoma la charla.- En fin ¿podrías decirme, si no es mucha molestia, el nombre de tu empresa?
— ¿La empresa donde trabajo?
— Sí, sí.- Se oía emocionado.
— Mausser Company. ¿Por qué lo preguntas?
— Oh por nada, es que Kevin dijo que había un amigo suyo que empezó a hacer pasantías hace poco en una empresa, y me pareció que era el mismo lugar en que trabajas tu…
— Ah ya veo, si debe ser alguno de los chicos de pasantías ¡mira qué casualidad! ¿Cómo se llama?
— Hum… no lo recuerdo, luego le pregunto de nuevo.
— Oh pero qué pena, justo hoy terminaron sus pasantías y se van a otro sector.- La bolsa del gato está casi vacía, debo de comprar mas luego. Pongo el celular en altavoz en la mesa y uso las dos manos para llenarle el plato al gato con lo último de la bolsa.
— Bueno, pero no te preocupes.- vuelve a carraspear, se oye más nervioso que lo usual.- Por cierto, ¿en qué piso del edificio trabajas tú?- Me detengo de inmediato y miro el teléfono con extrañeza, como si lo estuviera viendo a David ¿por qué quiere saber eso?
— En el 9… ¿por qué?- Oigo como David vuelve a carraspear.
— Oh por nada, simple curiosidad…- Suena bastante sospechoso.
— ¿Ah sí?- Nota mi desconfianza a lo que él responde.
— Bueno, es que en realidad todo esto es una excusa para oír tu hermosa voz.- Se me escapa una risa.
— Oh vamos David…
— ¡No miento! Nos vimos hace pocos días pero ya estoy extrañándote de nuevo… Sé que dijimos de vernos luego de mi examen, pero estoy demasiado ansioso.
— Pero si nos escribimos casi diario, nos mandamos memes y videos graciosos.
— Sí pero, no es lo mismo que hablar en persona.- Me genera ternura oírlo hablar asi, yo me siento igual, extraño hablar con naturalidad con él y reírnos de nuestro peso.
— Tranquilo, ya pronto nos veremos. Estas entrenando y estudiando muchísimo ¿verdad? Estoy segura que lo harás muy bien y ya el próximo fin de semana tendremos nuestra “primer salida oficial del club”.- oigo como una risa se le escapa al otro lado de la línea.
— Gracias Guada, siempre me animas a dar lo mejor de mi…-Un suspiro largo y relajante se le escapa.- Por eso me gustas.
El plato de comida del señor bigotes se me resbala de las manos y cae al piso desparramando su comida por toda la habitación.
— ¿Qué fue eso? ¿Estás bien Guada?- Trato de recuperar la compostura para seguir la conversación.
— Eh…. Ah…. Sí, solo se me cayó un plato… Disculpa, creo que no oí bien lo que dijiste, ¿podrías decírmelo de nuevo, David?
— ¡¿No me oíste?!- Él hace una pausa y luego contesta.- No, olvídalo. Te lo diré adecuadamente la próxima vez que nos veamos. No te quito más tiempo, de seguro estás cansada. ¡Nos vemos!
Y colgó.
Mientras el gato maullaba molesto por haber tirado su comida yo me quede paralizada.
— Ya van tres….