Todos quieren a la gordita

Capítulo 32

Cerca de la plaza había una cadena de comida muy conocida, nos guarecimos allí del frio. Nico dejó la moto que dejó estacionada en el frente, compramos un café y un sándwich de jamón queso, y nos sentamos en una mesita del rincón, rodeados del olor a la clásica hamburguesa y las papas en el aire.

— Me encantan estos sándwich, - dice Nico mientras le da un bocado a la comida.- pero nada super al pollo frito.

— Te sigue gustando la comida chatarra, por lo que veo.

— Oye...- dice con comida aun en la boca.- El pollo tiene proteínas.

— También grasas y mucha sal.- Agrego solo para llevarle la contraria.

— ¡Oh vamos!, pensé que no eras de las chicas que cuentan las cantidades de calorías que tienen las comidas, es un fastidio salir con ellas.

— No las cuento, pero ¿en serio crees que una gordita como yo puede darse el lujo de comer lo que quiera?- Nicolás me mira, termina de masticar y traga antes de continuar. Se volvió serio de repente.

— ¿Sigues acomplejada con tu peso?- Miro hacia el vaso plástico con el café, incapaz de sostenerle la mirada.

— No es fácil olvidarlo cuando creces en un mundo que idealiza a las chicas delgadas.- No es mi intención parecer una víctima, pero es la oportunidad perfecta para hacerle saber que el pasado pesa, casi tanto como yo.- Aun recuerdo las risas de Rocío y los demás en cada recreo, como me hacían sentir menos por mi sobrepeso. Y es entendible, yo no era muy atractiva en mi adolescencia… Pero no creo que eso lo entienda el chico popular de la escue…- Para cuando alzo la mirada me encuentro con un Nicolás abrumado, su entrecejo arrugado me oía con seriedad. Miró hacia otro lado mientras apretaba los labios, parecía debatirse internamente a decir algo, finalmente volvió a verme y acercándose habló.

— No sabes cómo detesto a mi yo de esa época, era un idiota, - golpea la mesa con el índice,- uno grande realmente. Me arrepiento tanto de no haber hecho lo que tenía que hacer en ese entonces…- Los ojos se le ponen vidriosos, yo no puedo evitar preocuparme. Nico baja la vista y comienza hablar.- Ese día, en que Rocío te hizo eso con el diario… yo me quede paralizado, como un estúpido, no supe que decir… lamento no haber hablado en ese momento. Tuve que haberle partido la cara a todos y cada uno de los que estaban ahí, riéndose…

Esas palabras eran las que había estado esperando oír durante tanto tiempo. Mi corazón se sintió ligero de repente. Pero no podía tolerar ver su rostro acongojado por lo que trate de dejar el tema, pues ya tenía lo que había venido a buscar.

— Descuida… imagino que habría sido shoqueante enterarte que tu amiga escribía ese tipo de cosas tan cursis de ti… mejor dejemos eso en el pasado,- dije apenada, -es vergonzoso estar recordando eso ahora que somos adultos y estamos tan bien.

Nicolás alzó la vista, sostuvo la mirada al frente hasta que conectó con mis ojos. Sus ojos café estaban brillando.

— Lo lamento, pero no puedo dejar esto en el pasado.- Dijo llevándose una mano al pecho.- Tengo que decirlo, sino siento que voy a morir.- Me tensé al oír aquello. Él estiro su mano sobre la mesa y tomo la mía, apretó mi mano como si tratara de sostenerme para que no escapara. Preocupada lo miro y veo como toma aire para continuar.- Desde ese día que te fuiste te he estado buscado por todas partes, porque no volviste más a la escuela, cuando iba a tu casa tus padres me decían siempre que no estabas y poco después me entere que te mudaste. El arrepentimiento quedó arraigado aquí.- dijo señalando su pecho- Pero ese día, cuando nos cruzamos en tu oficina, supe que era una señal del destino…. Una señal para decirte todo lo que he estado guardando en este tiempo…. – Nico alza la vista y mirándome directo a los ojos expresó.- También estaba enamorado de ti, Guadalupe. Eso era lo que he querido decirte desde hace 10 años.

Mi cerebro no podía procesar lo que escuchaba.

— Debes estar bromeando.- dije incrédula.

— Jamás jugaría con tus sentimientos. – dijo mientras acariciaba mi mano con el pulgar. – Esto es verdad, hace 10 años estaba enamorado de ti.- Lo volvió a repetir.

No podía entender, no parecía posible.

— Pero Nico, tu siempre eras tan cool, destilabas seguridad en ti mismo, ¿porque tendrías miedo de declararte?- Nico se ríe y con delicadeza suelta mi mano.

— No soy tan genial como tú crees, en realidad soy un cobarde, un cobarde que tenía miedo de perderte para siempre, perder la hermosa amistad que teníamos… No fue hasta que escuche lo que decía el diario que me sentí con el valor suficiente a declararme. Pero para cuando caí en cuenta, tú ya estabas corriendo…- se le escapa una risa.- Maldita sea, sí que corriste rápido ese día.

Me quede callada varios segundos, el murmullo de la gente pasando a nuestro alrededor contrastaba con el silencio de nuestra mesa. Finalmente dije.

— No puedo creerlo.- dije aun tratando de procesar todo.- eso quiere decir que pudimos haber tenido un romance juvenil… si tan solo….

— Si tan solo hubiéramos tenido el valor de decirnos las cosas… a tiempo.

Ambos nos miramos y comenzamos a reír a carcajadas. La situación era irónica. Una comedia en verdad.

— Somos un par de tontos.

— Lo somos…

— ¿Te imaginas? Nosotros saliendo… ¡Seria un escándalo! Rocío se habría vuelto loca.- Nico deja escapar una risita.

— Seguramente lo habría hecho.- Volvimos a reír imaginando ese universo alternativo en el que esa simple frase hubiera cambiado el rumbo de nuestra historia. Nuestras miradas volvieron a conectar y por un segundo volví a sentirme como esa chica de secundaria frente al chico que le gusta. Me sonroje y esquivé la vista de nuevo.

— Qué locura…

— No te imaginas lo que pasó luego de que te fuiste.- Vuelvo a verlo, sonreía como solía hacerlo cuando tramaba alguna maldad.- Rocío creyó que, como no estabas, ahora sí tendría mi interés… a los pocos días vino y se me declaro, ¡con chocolates y todo!- Abro los ojos de par en par.




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