Cuando la luz del semáforo se pasa a roja me detengo, me quito el guante derecho y saco el teléfono, mientras manejaba sentí la vibración de un mensaje pero sería muy imprudente sacarlo entonces, deslizo la pantalla esperando que sea un mensaje de Guada, en cambio es una notificación del juego de Pokemon. Con aburrimiento guardo el aparato nuevamente en mi bolsillo interno de la chaqueta.
Desde el sábado he estado conteniéndome de mandarle mensajes, sé que le dije que esperaría por su respuesta pero en realidad estoy ansioso. Más sabiendo que tiene otros tipos detrás suyo. Afortunadamente estoy encargado de llevar una entrega a su piso hoy así que espero verla y hablar algo con ella. Realmente no quiero presionarla, sé que si me apresuro lo arruinare y no quiero que me vuelva pasar eso… no ahora que la encontré.
Ya de por sí me siento tan imbécil de no haberle dicho lo que sentía cuando aún íbamos a la secundaria, como para volver a repetir el mismo error de dejar pasar la oportunidad, sería el doble de idiota.
Ella no lo sabía pero me volvía loco cuando usaba su uniforme, debido a sus curvas la falda le quedaba un poco más corta que a las demás chicas y dejaba ver sus grandes muslos, ella se avergonzaba y trataba de tirar de la prenda más hacia abajo pero eso no hacía más que hacerla lucir más sensual… dios, debo calmarme estoy en plena calle.
La luz del semáforo pasa a verde y cuando los primeros autos comienzan a avanzar yo también lo hago. Ya estoy cerca de su edificio.
Ni bien llego estaciono mi moto en el frente y me quito el casco, saludo al tipo de seguridad que ya me conoce y paso sin problemas. Mientras espero el ascensor un par de chicas de recepción me saludan coquetas, yo les hago un ademan con la mano y les sonrío y ellas ahogan un gritito. Ha sido así desde siempre.
Soy plenamente consciente de mi atractivo, aunque nunca seré como los actores millonarios que salen en revistas, me defiendo bastante bien. Sin embargo en más de una ocasión mi encanto me resulto problemático, ya que la chica que me gustaba me creía inalcanzable por eso mismo.
Cuando llega el ascensor entro en él y empiezan a subir los pisos. Me observo en el espejo del ascensor y me acomodo el cabello, no es como si pudiese hacer mucho pero lo peino con los dedos antes de llegar al piso de ella.
Las puertas se abren en el piso 9 y comienzo a caminar directo al escritorio de mi “amiga de la infancia” que parece estar concentrada en su teléfono celular ¿estará con el juego?, mientras paso de los cubículos se asoman las cabezas de las oficinistas más jóvenes quienes no me quitan la mirada de encima, me da igual lo que hagan, la única mirada que espero recibir ahora es de la mujer que tengo en frente…
— ¡Mira nada más a la secretaria cómo se distrae con su celular en horas de trabajo!- Comento con tono burlón. Ella se pone en alerta como si fuese una gacela, se asusta y esconde rápidamente el teléfono, luego alza la vista, me reconoce y se relaja.
— Ah… Solo eres tú.- dijo llevándose la mano al pecho.
— ¿Cómo que “solo eres tu”?- dije haciéndome el ofendido. Ella se pone de pie y noto que trae una minifalda muy ajustada hoy, la sonrisa se me triplica.
— ¡No me asustes así, idiota!- Murmuró mientras me dedicaba un pequeño empujón. No puedo evitar reír.
— ¿Cómo estás?- Digo apoyando el casco y el paquete en el escritorio.
— Bien, solo estaba…. – parece querer decirme algo pero se arrepiente.- Olvídalo. ¿Traes una entrega de nuevo?- Cambio de tema.
— Así es, señorita secretaria.- Saco el recibo que me debe firmar y se lo extiendo.
— Soy supervisora, no secretaria.- Me corrige.
— Sí, sí, es lo mismo.- Digo solo para molestarla, ella revolea los ojos y continúo. - ¿Cómo te ha ido con el juego? ¿Subiste de nivel?- Me insulto mentalmente, parezco un estúpido siempre hablando del juego, pero no se me ocurre otra cosa de la que hablar, después de todo es una mera excusa para estar un poco más con ella.
— Oh sí, - dice ella alegre, - he subido dos niveles más solo con peleas. Los pokemones que me pasaste el otro día son super fuertes y me han ayudado mucho…
— Me alegra oír eso,- contesto feliz de que se haya enganchado en la conversación. Las primeras veces era super cortante y ahora ya está más distendida en mi presencia.- Si quieres podemos hacer lo mismo en tu próximo día libre. Pero esta vez vamos por pollo frito.- Ella al escucharme se ríe, amo verla reír.
— Podría ser, déjame ver que…- en ese momento la puerta de la oficina de al lado se abre y un tipo sombrío sale de ahí, al ver el rostro pálido de Guada deduzco que es su jefe. Con paso decidido camina hacia nosotros con unos papeles en mano hasta pararse frente mío.
— ¿Cómo van los libros diarios?- Pregunta mirando directamente a ella.
— Bien, Señor, ya casi acabamos la carga de todo…- luego dirige la vista a mí y agrega.
— ¿Tu eres el de las entregas verdad?- Asiento con la cabeza.- ¿Tanto te toma hacer una simple entrega?- Tch…. Que tipo tan molesto. Si no estuviera en el trabajo de ella simplemente lo mandaría al demonio pero me contengo para no perjudicarla. Pongo la “sonrisa de trabajo” y contesto.
— La política de mi empresa es que seamos cordiales con nuestros clientes, estaba intercambiando unas palabras con la señorita Godoy en lo que firma el recibo. Si ese simple hecho le molestó le pido disculpas.- El tipo dirige la mirada a Guada que aun sostenía el bolígrafo lejos del papel.
— Ah sí, justo lo iba a firmar señor Da silva.- El tétrico tipo se limitó a fruncir el ceño mientras Guada firmaba, luego ella me extiende el papel y agrega.- Aquí tienes Ni… -Carraspea para corregirse.- Señor Moreira.
Aun con la sonrisa en el rostro le tomo el papel y lo miro detenidamente haciendo de cuenta que chequeo lo que dice allí, solo para fastidiarlo más. Mientras lo hacía noté como el tipo movía el pie de arriba abajo ansioso por que me marche.