Luego de soportar algunas bromas de parte de mis compañeros de piso pude por fin sentarme tranquila en mi escritorio a descansar. Sin falta revise el teléfono y tenía mensajes de Nicolás sin leer. Uno era un video en el que aparecía yo bajando de la grúa con David. Me morí de vergüenza al notar lo pegada que estaba a él. El otro era un mensaje diciendo:
“Hoy tuve el placer de conocer a mis contrincantes, y aunque reconozco que me lo has puesto difícil no pienso rendirme, sé que al final ganaré”
Se me escapa una risa al leerlo.
Cuando llego el horario de almuerzo todos bajamos al buffet, incluso Alejandro, se sentó conmigo en la mesa y cuando estuvimos solos me preguntó.
— ¿Tienes algo que hacer este viernes a la salida del trabajo?- Mi rostro se llenó de asombro.
— No, ¿Por qué preguntas?- su mandíbula se tensó y mirando a otro sitio finalmente dijo.
— ¿Te gustaría ir al cine?- trague saliva, estaba pasando: me está invitando a una cita real. Alejandro es un buen hombre, algo serio, pero es amable, me gustaría poder corresponderlo, sobretodo porque tuvo el valor de sincerarse conmigo acerca de lo que sentía. Aunque yo no tengo definido lo que siento por él me gustaría poder llegar a conocerlo más para poder tomar una decisión.
— Me encantaría.- Respondí. Los ojos oscuros de Alejandro se volvieron a posar en mí y alzo mesuradamente la comisura de sus labios, entonces metió la mano en el bolsillo interno de su saco y tomo su teléfono mientras añadía.
— Perfecto, ¿qué tipo de películas te gustan?
— De todo un poco, no soy fanática de ningún género en particular…- Alejando comenzó a buscar los estrenos que estaban en cartelera y comenzó a leerlos en voz alta: algunos de acción, terror, romance…
— “el motivo de permanecer a tu lado”- leyó, y eso llamo mi atención.
— Espera, ¿ese es el del gato?- él voltea el teléfono mostrándome la imagen promocional de un pequeño gato siamés con una chica que lo acariciaba.- He oído de esa película, la crítica dice que es muy buena…- Comento. Alejandro vuelve a ver la pantalla y lee la sinopsis.
— “Un gato siamés que ama mucho a su dueña, muere, y se queda atrapado en un ciclo de reencarnación hasta que logre por fin ayudarla a cumplir su sueño”.- hace un pequeño gesto con la boca mientras alza las cejas. – Todo indica que es de las películas que hacen llorar…
— Tienes razón, sería mejor buscar otra que…
— Descuida, a mí también me gustan los gatos.- comienza a teclear para reservar las entradas y comenta.- solo asegúrate de llevar bastantes pañuelos.- dejo escapar una risa.
— De acuerdo, me aseguraré de ello.
Luego de acordar algunos detalles más volvimos a subir a nuestro piso para continuar con la jornada laboral. Cuando llego el horario de salida me aseguré de esperar que la mayoría de mis compañeros se fuera primero antes de bajar, puesto que Héctor dijo que me esperaría a la salida y no quería que nos vieran juntos y llamar la atención nuevamente.
Cuando llegué a la puerta principal pude observar en la calle del frente un elegante Lamborghini rojo estacionado, me preguntaba quién sería el dueño de tal preciosidad hasta que la puerta del conductor se abrió y vi salir a nada más y nada menos que a Héctor, con su elegante traje azul y su cabello peinado prolijamente hacia atrás. Mire a ambos lados y al cerciorarme que nadie me veía cruce la calle rápidamente. Al verme acercarme me sonrió.
— Me preguntaba a qué hora saldrías, - dijo mirando su reloj caro.- ¿la explotación laboral es común en Mausser Company?- me apresure a negar con la cabeza y manos.
— ¡Nada de eso! Fui yo que esperé a que se vayan la mayoría de mis compañeros primero…- Él, con aires de suficiencia comentó.
— ¿No te gustan los rumores?- asentí con la cabeza.
— Ya he llamado suficiente la atención por hoy…
— Entiendo.- acercándose a la puerta de acompañante la abrió y me invito a entrar mientras añadía.- Hice bien en dejar la limusina y traer mi auto, para ser más discreto.
Luché para contener la risa, ¿Traer un auto de lujo para no llamar la atención? Definitivamente su idea de “discreción” y la mía eran muy distintas.
Entré al coche y cuando estuve acomodada Héctor cerró la puerta, mientras daba la vuelta para entrar él observé el interior del vehículo: era sumamente lujoso, ambiente climatizado, asiento de cuero, tablero con varios botones y un profundo y embriagante aroma de su dueño.
Héctor abrió la puerta, se sentó en el asiento del conductor y me miro.
— Abróchate el cinturón. - Ordenó.- Sino cuando arranque comenzará a sonar la alarma.
— Ah, okey.- Mire al costado buscando el cinturón pero no era capaz de encontrarlo.- ¿Dónde está?
Cuando me quise dar cuenta el torso de él se encontraba sobre mí, había estirado su brazo para alcanzar dicho cinturón. Yo gire mi rostro y me encontré al suyo peligrosamente cerca del mío. Estuvo tan cerca que me sentí pequeña bajo su gran cuerpo, por un momento me olvide de como respirar.
— Aquí esta.- lo cuzo por sobre mí y engancho a un lado. Solo en ese momento me miro a los ojos y pregunto.- ¿Te encuentras bien?
— S… si. Gracias.- Dije mientras volvía a respirar y trataba de calmar mi agitado corazón.
— Bien, vamos.- Perfecto, parece no haberse dado cuenta de lo que me generó.- Dime dónde vives.
El camino a casa no era largo, sin embargo él encontró la ruta que más tardaba para llegar. Mientras lo hacíamos charlamos del simulacro y él me conto como se preocupó al punto de ir hasta el edificio a comprobar que su hijo y yo nos encontráramos bien. Refunfuño acerca de lo terco que es su hijo respecto de tener guardaespaldas o cualquier tipo de control sobre él. No me pareció que la manzana cayera muy lejos del árbol.
Al llegar estaciono frente a mi apartamento y apago el auto, se giró para verme y dijo.
— ¿Has pensado sobre lo que te dije?- Haciendo clara referencia a su propuesta de que salgamos. Trague grueso y juntando coraje le respondí.