Aunque era fin de semana y normalmente aprovecho para dormir hasta tarde… no pude hacerlo. Daba vueltas en la cama pensando y repensando lo ocurrido anoche, ese beso con Alejandro me gustó mucho, pero también me inquietaba las citas que tendría en ese mismo día con Héctor… y luego con Nicolás. Y también estaba ansiosa por saber cómo le iría a David en su examen.
Rendida ante la imposibilidad de dormir, me levante, hice un café mientras alimentaba al señor Bigotes y fui al balcón de mi apartamento a beberlo. Observé el horizonte de casas y edificios y vislumbré en la lejanía el departamento de bomberos.
— David debe estar nervioso también…- suspiré.- Espero que tenga éxito hoy.- volví a dentro a tomar el teléfono y tecleé un breve mensaje deseándole buena suerte. Aunque la suerte era innecesaria, sabía cuánto se había esforzado por estudiar y estaba segura de que tendría éxito y lograría un ascenso.
No tardo en recibir una respuesta:
“Gracias Guada, luego te cuento qué tal me va”
Guardo el teléfono en el bolsillo y vuelvo a ver el horizonte. Puede que pronto pueda oir su declaración.
Un hormigueo comienza surgir en mi pecho llenándome de calidez y ansiedad.
Pronto mi café se acabo y entre de nuevo al departamento para prepárame, y fue entonces que una preocupación repentina acaparo mis pensamientos.
Ropa.
Hoy saldría con Héctor. Él dijo que me llevaría a un lugar sorpresa, pero teniendo en cuenta que es un tipo adinerado seguro será un lugar elegante, debo ir bien vestida.
Por otro lado tengo el recital en la noche, tengo que ir cómoda y obviamente usar mi camiseta de The Villians, claro está. No puedo vestirme de la misma forma para los dos, tengo que asegurarme de volver a tiempo a casa para cambiarme.
Di el último sorbo al café y me dirigí a mi armario a ver que ropa vestiría para las ocasiones.
Lo más formal que tenía para usar era la ropa de oficina, pantalones rectos de gabardina, polleras largas, camisa y zapatos de abuelita. Podría combinarlo con algo más informal y lograr un aspecto adecuado…. Busque en internet algunas ideas y Luego de pensarlo mucho me decante por ponerme una blusa de las más holgadas que tenía y la baje hasta dejar descubierto uno de mis hombros. Me puse un pantalón azul y aunque hacia frio use unas sandalias que tenían taco, puesto que Héctor era bastante alto, aun más que Alejandro, a quien, poniéndome de puntitas, podía alcanzar a besarlo. Vuelvo a sonreír y me toco los labios al recordar ese beso furtivo.
Cuando termine de decidirme por la ropa note que ya eran las 10 de la mañana. Deje toda la ropa a mano y me bañé rápidamente, me peine, me vestí y fui ante el espejo de baño con mi neceser de maquillaje…. Un poco de base, un poco de rímel y tal vez algo de color en los labios... Observo mis labiales: tengo un color rosa perlado, un rojo borgoña intransferible y uno violeta oscuro. Contemplo mis opciones y me decido.
— Mejor el intransferible… por si acaso.
Me termino de colocar el labial y me miro en el espejo.
Me gusto. Creo que hace tiempo no pienso eso de mi misma.
Muevo un poco mi pelo, bajo un poco la blusa descubriendo más el hombro y practico algunas caras seductoras en el espejo. No sé si realmente haya cambiado algo en mí a nivel físico, después de todo me ejercito poco, pero me siento más hermosa, deseada, atractiva.
Guiada por el impulso del momento tomo el teléfono y me tomo un par de fotos.
— No estoy tan mal. Quizá deba subirlas a mi insta…- El sonido de una bocina me interrumpió, corro a asomarme por la ventana y veo el auto caro de Héctor en la puerta.- Rayos.
Tomo mi cartera a toda prisa y las llaves, pero antes de salir respiro hondo para tranquilizarme, no quiero que se note lo nerviosa que me pone. Una vez calmada abro la puerta con una sonrisa.
Y ahí estaba: Centurión Héctor, el empresario famoso, atractivo y seguro de sí mismo. Había bajado del auto y me esperaba como siempre para abrirme la puerta del copiloto. Llevaba una camisa blanca sin corbata y ligeramente abierta dejando ver su amplio pecho, pantalón y saco a juego en color gris y unos lentes de sol que le quedaban muy bien. Con mi mejor esfuerzo de no demostrar mi nerviosismo camine hacia él. Noté que él bajo un poco los lentes para verme.
— Buenos días, señorita Guadalupe. – Extendió su mano para tomar la mía y elevándola hasta su boca la beso.- Luces encantadora hoy.
— Buenos días Héctor, Gracias… Tú también lo estas, aunque bueno, tu luces siempre genial.
El mayor dejó escapar una pequeña risa ante mi comentario y preguntó.
— ¿Estas lista?- Asentí con la cabeza y el agrego.- Entonces vamos.- abrió la puerta del copiloto y con cuidado entre y me senté. Mientras él daba la vuelta para el lado del conductor yo me apresure a colocarme el cinturón de seguridad para evitar la que pase días atrás por su cercanía. Cuando entro al auto yo ya lo tenía puesto solo sonrió, se colocó el suyo, encendió el motor y arrancó. Como ya llevaba un par de calles sin decir nada tome coraje y dije.
— Sé que quieres darme una sorpresa, pero… reamente quisiera saber a dónde vamos.- Dejo escapar una risa y mirándome de reojo mientras conducía dijo.
— Tienes razón, debo darte una explicación.- él me miro nuevamente y añadió.- ¿Has oído hablar de Fortune?
— Hum… me suena.- dije dudosa.- ¿Es una empresa?
— Es la marca de un viejo amigo mío que nos ha vestido a mí y todo mi familia durante décadas…- Entonces mi mente hizo clic y recordé haber visto varios desfiles de modas comentados por los medios, y todos halagaban a cierto diseñador.
— Oh creo que sé a qué te refieres, ¿es la marca de Giovanno?
— Exactamente.- me volvió a mirar y luego de una pausa añadió.- Ahí vamos, a su local.
Mis ojos se abrieron de golpe, ¿qué quería decir con eso? ¿Por qué me lleva ahí? Con la leve esperanza que no sea para lo que me temo me arriesgué a preguntar.