— ¿Por qué?- Preguntó mientras se giraba en su asiento mirándome seriamente. Tragué saliva creyendo que quizá esté enojado.
— No tengo un buen cuerpo para levar uno de esos vestidos de diseño, - expliqué mientras jugaba nerviosa con la correa de mi cartera.- Además de seguro no tenga uno de mi talla.
— Te lo hará a medida, por eso vinimos, para que te las tome. -Mire hacia abajo llena de inseguridad, todo el autoestima que tenía antes de salir de casa se estaba desmoronando. Héctor lo noto y con suavidad tomo mi mano y añadió.- Sé que tienes miedo de que critiquen tu cuerpo, pero te aseguro que Giovanno no es ese tipo de persona, lo conozco hace años y es muy profesional, jamás te hará sentir incomoda. Dale una oportunidad.
Alce la vista para ver sus ojos azules que me miraban expectantes. Que un tipo público como él se tome tantas molestias conmigo significaba que iba en serio y no tenía miedo de mostrarse conmigo.
— ¿Estás seguro de esto?
— ¿De qué? ¿De salir con una chica linda, lista, divertida? ¡Por supuesto! ¿De hacer sentir a esa chica como toda lo reina que es? También. – tomo mi barbilla y alzándola para que lo viera añadió.- Escúchame Guadalupe, ya te lo he dicho pero parece que no lo entiendes: me gusta tu cuerpo tal y como es, quien no lo sepa apreciar es un idiota. - Luego frunció el ceño molesto.- y si alguien se atreve a burlarse de ti le cerrare la boca con una demanda tan grande que tendrá que reencarnar y seguirla pagando en otra vida.- no pude evitar reírme.
— No es necesario que llegues tan lejos. - Entonces quito su mano de mi barbilla y acaricio con el pulgar mi mejilla.
— No sabes todo lo que estaría dispuesto a hacer por ti, Guada.- Su rostro estaba cada vez más cerca, casi podía sentir su aliento brotar de su boca.
— ¿Tanto así te gusto? – pregunte.
— Déjame darte una demostración…
Héctor pasó su mano por detrás de mi cabeza, yo no me opuse, sabía lo que iba a hacer. Entrecerré los ojos mientras se acercaba lentamente y finalmente me besó. Sus labios se movían con soltura sobre los míos, yo simplemente cerré los ojos y me deje llevar. Apoye las manos en su pecho y sujete su camisa mientras él me atraía más hacia él ignorando que aun llevaba el cinturón puesto. Poco a poco me obligo a separar los labios e introdujo su lengua. Mi corazón latía a mil por hora, no sabía que podía hacer esas cosas con su boca, Héctor es asombroso.
Pronto tuve que separarme para respirar porque sentía que me ahogaría en tanta pasión. Jadeantes nos contemplamos unos instantes.
— ¿Ahora si me crees?- Trague saliva y sonriendo divertida me atreví a contestar.
— No me quedo muy claro…
Él sonrió de lado y volvió a abalanzarse sobre mí boca. Esta vez una de sus manos reposo en mi rodilla y comenzó a subir por el muslo mientras me besaba, su tacto me gustaba, yo lo atraía a mi tirando de su camisa. Pero abrí los ojos de par en par al notar que su mano traviesa subió más de la cuenta.
— C…creo que ya me quedo claro, Héctor.- Dije tratando de apartarlo pero su mano apretó con ganas mi trasero.- ¡Ay!
— No sabes cuánto te deseo…- dijo sin dejar de besarme.
— Es… espera… ah… Héctor….estamos en medio de la vía publica…
— Los vidrios son polarizados…- se justificó.
— No importa Héctor, espera, por favor….- Él se separó un poco y apoyando su frente en mi hombro inspiro sonoramente aire y suspiro. Lentamente se apartó volviéndose hacia atrás y recostándose en su asiento dejándome a mi hecha un desastre y respirando agitadamente.
— Lo siento, -dijo mirando el techo del auto- me deje llevar demasiado.
— Tranquilo, creo que yo también.- saque un pequeño espejo de mi cartera y me mire para comprobar que no se me hubiera corrido el maquillaje.- Menos mal que use el intransferible….- comenté.
— Te queda de maravilla el rojo.- dijo echándome un ojo.
— Gracias…
— Bueno, espero haber sido lo suficientemente persuasivo.- dijo incorporándose en el asiento.
— Bastante diría yo.
— Entonces,- volvió a girarse,- ¿vamos a comprarte un lindo vestido?
Lo medite unos momentos, si él no tenía problema conmigo ¿Por qué yo tendría que temer? Tome coraje y respondí.
— De acuerdo.- Él sonrió satisfecho.
— Perfecto.
Luego de eso se adelantó y me abrió la puerta para salir, al hacerlo me extendió la mano, yo la tome para salir, pero para mi sorpresa él no me soltó. Caminamos de la mano hasta entrar al edificio. Fueron pocos metros pero pude sentir la calidez de Héctor y la seguridad que emanaba, me sentí valiosa.
El interior del local Fortune era amplio y elegante, había decenas de vestidos en maniquíes expuestos y varios percheros con prendas. En cuanto vieron a Héctor una de las empleadas se acercó y dijo.
— Hola señor Centurión- se ve que es conocido por todos aquí,- el señor Giovanno los está esperando en su despacho. Pasen por favor.
Una vez allí conocí al señor Giovanno, un hombre no muy alto pero extremadamente delgado, de traje sofisticado y peinado con una lambida de vaca hacia un lado y de su cuello pendía una cinta métrica color rosa.
Héctor no mintió, era un tipo súper amable y amoroso, nos saludó con un beso en la mejilla y al verme comenzó a hablar directamente conmigo, ignorando por completo a Héctor. Me pregunto sobre mis gustos en colores, géneros de tela y finalmente mi talla. Me llenaba de vergüenza responder, sobre todo por mi desconocimiento sobre tendencias de moda y estilos de ropa en general, normalmente me limito a usar lo que me quepa. Sin embargo el diseñador nunca me hizo sentir menos. En un momento llamo a una de las empleadas y le dijo que trajera un café para Héctor pues tenía que esperar, y a mí me pidió que lo acompañe al depósito, mire una vez más a Héctor que, muy campante sonrió y asintió con la cabeza. Seguí a Giovanno al Depósito ubicado en la parte de atrás del local en donde se hallaban una gran variedad de vestidos envueltos en largos percheros, clasificados por talla, color y tipo. Me acompaño a uno de los probadores y me tomo las medidas, luego me dijo que me probara algunos vestidos de los que ya tenía hechos. Me sorprendió ver que tenía varios en mi talla, incluso algunos más grandes. Cuando se lo comenté dijo: