Todos quieren a la gordita

Capítulo 46

Entro a la oficina saludando a todos como de costumbre, pero no puedo evitar sentirme nerviosa, y es que la marca que me había hecho Nicolás aún seguía en mi cuello.

Había probado todo: pasar un peine, ponerme hielo, incluso aplique algo de maquillaje, pero era en vano, la marca roja-violácea seguía notándose. Lo único que pude hacer fue atarme un pañuelo negro al cuello. Quizá se me vería raro pero no tenia de otra.

Otra cosa también me preocupaba: ¿Cómo me trataría Alejandro?

El viernes pasado habíamos tenido una cita y nos besamos. No hablamos acerca de cómo nos trataríamos en el trabajo. ¿Cambiaría su actitud sobre mí? Yo me propuse hacer lo mismo de siempre, para que los demás no nos descubran.

Golpee la puerta de su oficina para llevarle un café y me permitió pasar.

— Buenos días.- Alejandro dejó de teclear y se quitó os lentes para verme directamente a los ojos. Lucia menos serio de lo habitual pero no me atrevería a decir que estaba simpático, eso ya sería mucho.

— Buenos días, Guadalupe. – Su voz varonil sonó profunda.

— Te traje tu café, como siempre.- Dije mientras acercaba al escritorio la taza.

— Es la mejor forma de empezar el día….- Procedí a apoyar la taza en su escritorio y para mi sorpresa las manos de él rodearon las mías, alce la vista y clavando sus ojos negros sobre los míos agrego.-… Viéndote.- Se me escapo una sonrisa.

— Alejandro…- dije con tono de regaño.

— ¿Hmm?- se hizo el desentendido.

— Estamos en el trabajo.- Aclare. El liberó un suspiro y contesto.

— No me lo recuerdes…- soltó una de mis manos y llevándosela al entrecejo agregó.- No hace ni diez minutos que llegue y ya tengo un mail del Director pidiéndome asistir a una reunión al medio día.

— ¿Algo importante?- pregunte curiosa mientras tomaba asiento en la silla de enfrente a su escritorio, aun sin soltarle la mano.

— Sí.- Libera un suspiro.- ¿Recuerdas lo que hablamos en la última reunión acerca de la adquisición de fábricas en el sur?- asiento con la cabeza.- Al parecer ya se ha concretado la compra, pero necesita mi opinión respecto de algunos detalles.

— Vaya, eso quiere decir que te tiene en alta estima.- Comenté- Eres alguien importante para que el jefe te pida opinión.

— Sí…- hace una pausa,-pero tengo un presentimiento al respecto.

— ¿Algo malo?- pregunte preocupada. Alejandro se detuvo a pensar un segundo inclinando la cabeza apenas.

— No necesariamente, - y agregó.-pero conllevara más trabajo.

— ¿Horas extras?

— Tal vez…- suspiro sonoramente.

Me causo ternura por lo que me puse de pie y acercándome hasta donde estaba le di un pequeño beso en la cabeza.

— Ve a esa reunión y da lo mejor.- dije para animarlo.- Cuando salgas te estaré esperando con un delicioso sándwich del buffet para comer.- Él alzo la cabeza para mirarme y me pidió.

— Si me das un beso aquí,- señalando su boca.- trabajaré con más entusiasmo.

Yo dudé. ¿Está bien hacer esto? Pero al ver sus ojos suplicantes no me pude negar. Me incline un poco y apoye suavemente mis labios en los suyos. Cuando me aleje y abrí los ojos vi que su boca la decoraba una amplia sonrisa.

— A eso llamo motivación.- Deje escapar una risita.

Comienzo a marcharme, ya había permanecido en la oficina más tiempo de lo habitual, pero cuando me estaba acercando a la puerta me comentó.

— Luces adorable con ese pañuelo.

— Ah… - inconscientemente lleve mi mano al cuello y conteste.- Gracias, estoy probando un look nuevo.- Mentí algo nerviosa.

— Te pareces a la gatita blanca de la película, que llevaba un collar del mismo color…- Mi cara se puso roja de inmediato

— De… debo ir a trabajar. ¡avísame cualquier cosa por el intercomunicador!

Salí de ahí tan pronto como pude antes de que notara mi nerviosismo.

La mañana transcurrió normal y unos minutos antes del mediodía Alejandro salió de su oficina trajeado prolijamente y con el cabello peinado hacia atrás, acción que solo hacía para juntas importantes. Antes de marcharse dio algunas indicaciones y subió al ascensor ajustando su corbata.

A los pocos minutos todos mis compañeros salieron a almorzar, fui con ellos hasta el buffet y compre dos sándwich y bebidas y volví de inmediato al piso para esperarlo. Me puse a jugar un poco al Pokemon y luego comencé a ver el Instagram, y noté que Vanesa había subido una foto abrazada con Monika en una discoteca.

Eso me sorprendió mucho ya que no me comentó nada. Su amistad era reciente, se conocieron el día que fuimos a la estación de bomberos y han hecho buenas migas, empecé a temer que esa chica pelirroja robara a mi amiga del alma. En seguida le escribí para que no se olvide de mí. ¿Un acto de amiga celosa? Puede ser, pero no quería que me comenzara a dejar de lado luego de tantos años de amistad.

Un poco más tarde Alejandro volvió al piso. Tenía la corbata floja y estaba despeinando su cabello.

— ¿Cómo te fue?- pregunte.

— Podríamos decir que muy bien.- Trate de leer en su rostro alguna pista pero me resulto indescifrable como siempre.

— Me alegro mucho, ¿quieres almorzar? Dije alzando la bolsa con lo que había comprado.

— Por favor.- Tomo una silla y se sentó a mi lado en el escritorio.

Corrí todas las cosas que estorbaban rápidamente y apoyamos los la comida. Mientras comíamos me conto que Mausser tiene planes de abrir una sucursal de la empresa en Tierra del fuego, la provincia más austral de Argentina en la que se encuentra el mayor polo Productivo del país. Que ya mando a construir un edificio que sirviera para las oficinas y que pronto necesitara contratar personal competente. Oírlo hablar de todo ello me hizo sentir orgullo de la empresa en la que trabajo y sobretodo de él, es un hombre muy inteligente y capaz.

Pero de repente Alejandro soltó una bomba:

— Me ha pedido que vaya a supervisar el trabajo en la zona y a establecer conexión con los potenciales clientes. Además me ofreció la posibilidad de ser el nuevo Gerente General una vez que esté terminada la sucursal.- Asombrada deje de comer para verlo directamente.- Es decir que, si acepto, me tendré que mudar al sur.




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