Todos quieren a la gordita

Capítulo 48

Cuando salí a la calle las piernas me comenzaron a temblar, el efecto retardado de los nervios que pase.

Estaba agradecida de que no me haya temblado la voz mientras le gritaba sus verdades a Rocío allí adentro. En el pecho sentía una sensación de alivio tan profunda, era como si me hubiese sacado una mochila pesada de encima que llevaba cargando hace años. Pero por otro lado sentí un poco de pena, ella parecía en un principio querer hacer las paces de verdad… y cuando vio la marca de Nico parecía como si se le hubiera partido el corazón…

Ya no tenía caso, lo hecho echo está.

Como pude camine hasta un banco de la plaza y una vez allí lo primero que hice fue llamar a Vanesa.

— Amiga, no sabes lo que acaba de pasar.

— ¿Qué cosa?

— Vine al gimnasio y me encontré con la bully de la secundaria.- Oí como algunas cosas se cayeron, luego Vanesa dijo.

— Cuéntamelo todo.

Luego de contarle brevemente lo que acababa de pasar Vanesa me felicitó, me dijo que no me sintiera culpable por lo que hice, que solo le había dado una cucharada de su propia medicina. Aproveche para comentarle lo de la competencia de bomberos que me había dicho David y, para mi sorpresa, me dijo que ya lo sabía, que se lo había comentado Monika.

Otra vez esa chica pelirroja parece adelantarse, siento como si me estuviese desplazando lentamente de la vida de Vanesa, Impulsada por la curiosidad y algo de envidia le pregunté.

— Oye, ¿qué es lo que te pasa con Monika?- Vanesa hizo una pausa y algo nerviosa contestó.

— ¿A… qué te refieres?

— Siempre que te escribo estas con ella o haciendo planes con ella ¿Acaso ahora es tu mejor amiga?

— ¡No Guada! ¡No se trata de eso!

— Está bien, no hay problema. De seguro que ella es más interesante que yo.- dije sonando más dolida de lo que hubiese querido.

— ¡No digas eso, tonta!- Largó un suspiro y luego agregó.- Maldita sea, bueno te lo voy a contar. Estaba esperando a definirme yo primero pero lo haré así… ¿estás sentada?

— Sí estoy sentada, pero no me asustes Vanesa.- La oigo suspirar.

— Nos besamos.

— ¿Quiénes?

— Monika y yo… Nos besamos.- Me quede recalculando varios segundos.

— Oh vaya…. No sabía que te gustaban las chicas.

— ¡No me gustan! O al menos no me solían gustar… arg… todo es tan confuso.

— ¿Cómo fue? ¿ella te obligó?

— No, no… se dio tan natural… estábamos en la pista bailando, habíamos hablado mucho antes y me sentía cómoda con ella, la estaba pasando realmente bien, había bebido un poco, lo reconozco, peor no lo suficiente para no darme cuenta de lo que estaba haciendo… Entonces me dijo que le parecía linda y que si me podía besar.

— ¡Oh por dios!- dije emocionada, su historia me estaba atrapando.

— Y yo le dije que me gustaban los hombres,- yo asentia del otro lado de la llamada aunque ella no pudiera verme.- Entonces ella me dijo que le dé una oportunidad, que ella me trataría mejor que cualquier tipo. Me dijo que si la besaba y me gustaba que le deje tener una cita conmigo.

— ¿y qué hiciste?

— Le dije que si…. Y ahí me besó.

— ¿y… te gustó?- Vanesa hizo una pausa larga, finalmente contestó.

— … Me encantó.

Ahogué un gritito de la emoción, cuando una historia de romance es buena me pone de buen humor.

— ¿Entonces piensas salir con ella?

— ¡Eso es justamente lo que no sé!- La oigo bufar al otro lado.- Al día siguiente me escribió y me comentó esto, lo de la competencia de bomberos, y me dijo que salgamos luego, solas.

— ¡David me dijo lo mismo!

— Okey… estos bomberos nos están absorbiendo.- ambas reímos por la situación.

— Yo iba a pedirte que me acompañaras… pero si eso te pone en una situación incómoda…

— Creo que tengo que pensarlo un poco… Nunca antes había salido con una chica… no con fines románticos al menos. Este es un campo nuevo para mí.

— Entiendo, tranquila amiga, tomes la decisión que tomes yo te apoyaré.

— Gracias Guada, tu siempre lo haces. Realmente te quiero mucho.

— ¿Cómo amiga o como novia?

— ¡Oh vamos!- deja escapar una risa.- Tu eres mi amiga del alma, además no te voy a alejar de ninguno de tus galanes. Es obvio que si me lo propongo te quedarías conmigo.- Nos volvimos a reír.

— No por favor, ya con 4 pretendientes tengo más que suficiente.

Luego de despedirnos colgamos y volví a casa. Hoy no me ejercité pero me sentía de maravilla.

Al día siguiente fui a trabajar con una sonrisa en el rostro, estaba más feliz que nunca, era como si fuese otra persona. Salude a todos con alegría y luego de dejar mis cosas en el escritorio fui a llevarle el café a Alejandro. Al verme tan alegre me pregunto cómo estaba y con emoción comencé a contarle lo que me había pasado en el gimnasio anoche, pero me detuvo y dijo.

— Espera, parece algo importante ¿porque no me lo cuentas más tranquilos en el almuerzo? Así podremos charlar sin presiones de tiempo.

— Me parece perfecto, hagámoslo.

Y así fue. Llego la hora del almuerzo y nos sentamos juntos en una mesa del buffet a charlar, le conté todo lo que me había pasado y él me escuchó atentamente, luego dijo.

— En tu lugar yo simplemente la hubiese dejado hablando sola, pero tu confrontación fue buena también.

— ¿Tú no tenías nadie que te molestara en la secundaria?

— Sí, Ricardo.- dijo sin siquiera pensarlo un segundo. Yo me reí.

— No, me refiero a alguien que te molestara de verdad.

— Ricardo me molestaba de verdad.- Aclaró.

— ¡Pero es tu amigo! Yo pregunto si tenías enemigos.

— No lo sé, creo que varios de mis compañeros hablaban mal de mí a mis espaldas, pero nunca me importo lo que dijeran los demás sobre mí. Solo los dejaba hablar tonterías y ya.

— Te envidio Alejandro,- dije con sinceridad.- Ojala pudiera dejar que las opiniones de los demás me resbalen, así no me afectaría tanto.

— No soy tan genial cómo crees.- Reconoció.- A causa de eso tengo problemas para interactuar a las personas. Según Ricardo no tengo tacto y gracias a eso no tengo amigos. Poco a poco me fui alejando de los demás, interactuando lo justo y necesario, me quede solo y fui cerrando mi corazón, me comportaba como una especie de robot automático que solo piensa en trabajar…. - alzó la vista hasta encontrar sus ojos con los mios.- Pero eso cambio desde que te conocí.




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