Todos quieren a la gordita

Capítulo 54

Una vez fuera acomodé un poco mi vestido y luego tome el brazo de mi pareja para subir juntos las escaleras. Mientras lo hacíamos nos llovieron flashes de fotógrafos, un periodista se acercó a hablarle a Héctor pero este se limitó a asentir con la cabeza e ignorar todo lo que preguntaba.

“¿Quién es la belleza que lo acompaña? “

“¿Acaso es su nueva pareja, magnate Centurión?”

Me mantuve concentrada en subir las escaleras mirando al frente y concentrándome para no tropezar con ningún escalón. Al llegar al final de las escaleras, cuando me abrió la puerta e ingresé dijo.

— Listo, ya pasó. Aquí no pueden entrar.- Solo en ese momento pude suspirar y relajarme un poco.

— Gracias al cielo…- dije bajando los lentes.

Estábamos en una suerte de antesala al teatro en sí, en la que había muchísima gente, todos con trajes elegantes. Muchos de los invitados conocían a Héctor y se fueron acercando a saludar la mayoría hombres mayores acompañados de chicas de la mitad de su edad. Él me presento ante todos como su compañera y fue super discreto para no mencionar mi nombre y escapar de las indirectas que inquirían sobre el tema de mi identidad.

De a ratos podía hasta sentir las miradas de las demás mujeres del lugar, eran como cuchillos, incluso podía ver algunas hablando entre risas luego de verme. No podia relajarme aun.

Un hombre mayor comenzó a hablarle acerca de una subasta que se llevaría a cabo pronto, mi compañero solo asentía con una sonrisa de compromiso, no parecía tener mucho interés, hasta que aquel hombre le menciono una marca de auto y un año, automáticamente a Héctor se le iluminaron los ojos y comenzó a pedir más información acerca del tema. Fue entonces que abrieron las puertas la sala y nos hicieron pasar, por lo que su conversación quedo trunca. Sin embargo acordaron retomar el contacto luego para tener más detalles. Mientras un empleado nos guiaba a un palco cerca del escenario comenté.

— No sabía que te gustaban los autos, ¿los coleccionas?

— Es solo un pequeño pasatiempo… ¿tu coleccionas algo?- En ese momento me pareció muy estúpido hablarle de mi colección de figuritas de pokemon y peluches.

— Mmm… no realmente.- dije desviando la mirada y haciendo algún que otro comentario de la arquitectura del edificio.

La obra no estuvo mal, fue una gran experiencia que normalmente no podría vivir por lo que le agradecí mucho la invitación.

Antes de salir le pedí a Héctor que me esperara y fui al baño, y mientras estaba en el cubículo oí que entraron más mujeres, estaban riéndose. Estaba a punto de salir del cubículo cuando las escuche decir con voz nasal.

“¿Has visto lo que trajo Centurión de acompañante?”- dijo una.

“Por dios, ¿no había algo mejor?”- contestó la otra.

“Ha bajado mucho el estándar, antes salía con una modelo.”- añadió una tercera.

“¡Aunque sea le hubiera pagado la liposucción antes de sacarla a la luz!”

Mordí mis labios al escucharlas.

¿Por qué?

¿Por qué tenía que soportar que se burlen de mí y de Héctor?

¿Qué tiene de malo tener unos kilos de más?

¿Por qué unas estúpidas vividoras se creen mejor que yo?

Recordé las palabras que me dijo Héctor antes de llegar: “para que te respeten, primero tienes que respetarte tú misma. Si te pisoteas a ti misma ¿Qué puedes esperar de los demás?” Tome coraje y decidí actuar.

Abrí abruptamente la puerta del cubículo haciendo ruido. Las 3 mujeres se voltearon a verme y se quedaron heladas. Ante su atenta mirada fui al lavamanos y comencé a higienizarme. Todo en completo silencio. Tome un papel para secarme y antes de marcharme dije en voz alta.

— Mis kilos de más se pueden ir con una liposucción, pero la envidia…no creo que haya operación para eso.

Y abriendo la puerta salí del baño de mujeres sonriendo porque oí como ahogaban un grito a mis espaldas.

Di unos pasos y me encontré con Héctor aburrido mirando su teléfono.

— ¿Todo bien?- preguntó.- Te noto rara.

— Sí, es que acabo de hacer unas “amigas” en el baño.- Él comprendió el sarcasmo y arrugó el entrecejo.- Descuida, lo he manejado ya.

— Lamento que te topes con este tipo de gente, ya nos vamos.

— Si por favor.- y colocando su mano en mi cintura caminamos juntos a la salida ante la atenta mirada de las mujeres del baño.

Afortunadamente para salir fue más sencillo evitar a los periodistas, ya que estos estaban ocupados entrevistando al director de la obra. Cuando entramos a la limusina nuevamente estábamos más relajados. Héctor abrió un compartimento de la limusina y saco una botella de champagne, me invito una copa y no pude resistirme. Pero cuando brindamos y bebimos supe en seguida cuales eran sus intenciones puesto que su mano se posó en mi pierna al descubierto y comenzó a acariciarla con demasiada confianza.

— He reservado una habitación en un hotel.- Dijo clavando sus ojos en los míos.-Podríamos pedir algo de comer y luego…- Trague saliva y baje la mirada, era lo que me esperaba en esta situación, así que junté coraje y le respondí.

— Héctor, no estoy segura de dar ese paso aun contigo…

— Supuse que dirías eso.- Deslizo de nuevo su mano en mi barbilla y la alzo levemente.- Tranquila, puedo esperar un poco más. Sin embargo te seguiré tentando,- deposito un beso en mis labios,- y tentando,- luego otro en mi cuello,- y tentando,- y otro en mi oído finalizando casi en un susurro,- …hasta que aceptes.

Deje escapar una risa nerviosa, y alzando la copa lo invite a brindar de nuevo. No podía disimular que cada rose de sus labios me estremecía. Sin embargo mi decisión era firme, no quería hacer algo de lo que podría llegar a arrepentirme después…




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