Coordinar con la constructora para que terminen el edificio, Confirmar con los proveedores los insumos, contratar a alguien para seleccionar el personal, y por sobre todo: chequear que todo se esté llevando a cabo de manera adecuada desde la distancia es muy cansador… Indefectiblemente tendré que ir hasta allá a verificar que, todas las cosas bonitas que me contestan por mail sean ciertas.
El estúpido de Mausser lo sabía, por eso estaba tan insistente con que aceptara el puesto cuanto antes. Maldito viejo tramposo.
Debido a esto mi mente no se detiene ni un minuto. Todo lo relacionado con la nueva sucursal me está demandando todo mi tiempo libre. Por si fuera poco debo dejar todos los números en orden para el siguiente gerente y los empleados ya no dan abasto con los papeleos.
Afortunadamente esta ella, Guadalupe, con su voz cálida y amable, que media entre todos para que no haya asperezas y me cubre cuando descuido algo del departamento por estar pendiente de la nueva sucursal.
Ella sería un reemplazo ideal: es educada, inteligente y asertiva. Por desgracia vendrá conmigo a la nueva sucursal, Ricardo y los de Recursos Humanos tendrán que buscar a alguien más. Es solo cuestión de tiempo para que formalicemos todo lo nuestro. Ella es la indicada.
Luego de que organice estas cosas la llevare a cenar a un restaurante lujoso, le comprare un anillo de compromiso y buscare las palabras más cursis para proponerle. Solo debo esperar un poco más y…
— Alejandro…- su voz me saca del trance que estaba teniendo mientras leía mails. Giro a verla y la vista se me nubla, seguramente por tener tanto tiempo los ojos abiertos frente a la pantalla. Inmediatamente me quito los lentes y froto mis ojos. Otra vez necesito mis gotas.- ¿Estas bien?- me pregunta preocupada.
— Guada…- digo ofreciéndole una sonrisa.- Sí, solo es mi mal de ojos seco.- meto la mano en el cajón y tomo el bendito frasco, reclino la cabeza hacia atrás y coloco un par de gotas que me dan alivio inmediato. Mientras pestañeo repetidas veces ella comenta.
— Deberías tomar un descanso entre tanto trabajo, te estas exigiendo mucho.
— Puede que tengas razón.- Reconozco.- solo serán unos meses más y ya estará todo más tranquilo.
— Sí… - veo que ella deposita una taza de humeante café en la mesa y mientras lo hace me pregunta - ¿Tienes alguna junta durante el almuerzo?- vuelvo la vista a la pantalla y abro mi calendario para ver la agenda.
— No, por el momento no.
— Entonces, ¿Podemos hablar durante el almuerzo?- su rollizo rostro luce preocupado.
— Sí, claro.- contesto, ahora el preocupado soy yo. - ¿Ocurrió algo?
— No, bueno sí.- parece contrariada. Iba a abrir la boca pero la interrumpo para decir
— Bueno lo hablaremos directamente en el almuerzo, ¿te parece? Me asegurare de que no me surja nada en ese horario.
— De acuerdo.- Solo sonríe y da la media vuelta.- Nos vemos luego.- y se marcha de la oficina.
No he podido verla estos últimos días, normalmente puedo reconocer lo que le pasa con solo una mirada, pero ahora no puedo. Desde que recibió esa llamada de lo de su padre que esta distante.
Finalmente llega el horario del almuerzo y, mientras todos van al buffet, nosotros salimos a comer afuera. Optamos por un lugar de comida rápida que había cerca, compramos nuestros combos y salimos a comerlo a la plaza de en frente que estaba tapizada de color lavanda debido a las flores de jacaranda típicas de la época. Aprovechando que estábamos lejos de las miradas curiosas de los empleados, trate de mostrarme afectuoso con ella, queriendo tomarla de la mano, pero nuevamente ella mantuvo la distancia. Esto no me da buena espina.
— Alejandro,- dijo con rostro serio,- quería hablar contigo de algo.- Esas palabras nunca vienen seguidas de algo bueno.
— Dime.- Contesté resignado mascando pesadamente unas papas.
— Respecto de lo de ir al sur contigo…- ella mira al frente y no alza la vista.- No voy a poder acompañarte.
— ¿Es debido a lo que paso hace poco con tu padre?- Dije haciéndome el loco.- Estas preocupada por él, ¿no?
— Sí bueno, eso también influye. Pero lo que motivo mi decisión es otra cosa…
Aspire aire, lo contuve en el pecho y lo solté en un suspiro pesado y agonizante. Lo sabía, sabía que era eso. La descuide unos días y ya me gano su afecto otro tipo.
— ¿Te decidiste por el millonario?- Dije como si pensara en voz alta, ella alza la vista de inmediato, me mira con ojos abiertos de par en par.- El dinero y los lujos son tentadores, no te culparía.
— Alejandro no….
— O quizá fue el mocoso teñido de la mensajería. El que tiene aires de surfista mujeriego. ¿Ese te logro convencer?
— ¿De qué estás hablando Alejandro?- dijo frunciendo el ceño.
— Tienes razón, eres una chica lista, ni el dinero ni la apariencia te logran engañar… fue el otro ¿verdad? El bombero.- Es fácil leerla: Por un instante sus ojos titilaron demostrando duda. Había acertado. Sin poder contenerme sigo hablando.-Ese parecía un buen tipo, sociable y simpático, todo lo contrario de mí. ¿Fue él cierto?
— ¿Pa… para qué quieres saber eso?- dijo apartando el rostro.
— Tienes razón, realmente no quiero saberlo…- alce lo que quedaba de mi comida y la tiré en el cesto de basura más cercano.
— ¿Qué haces? ¿por qué la tiraste?
— Se me fue el apetito. – digo limpiando mis manos con una servilleta.- me volteo a verla con ese rostro dulce que tanto me gusta ahora decorado con cejas curvadas en señal de preocupación. Seguirla viendo solo hace que me duela más todo.
— Alejandro, en verdad lo lamento. No quería que esto te afecte, sé que estas con todos los problemas de la nueva sucursal… pero tampoco quería ocultarte mi decisión por más tiempo, no se sentía justo.- Maldita sea Guadalupe, justo ahora te comportas como una buena chica. Arrojo la servilleta al cesto y metiendo la mano en los bolsillos contesto.