— ¿Estas segura?- preguntó Vanesa al verme poner la última de las prendas en la maleta.
— Sí… - le conteste sin ganas de dar muchas explicaciones.- Ya no quiero estar aquí.
No le di muchas vueltas al asunto, desde que Alejandro me propuso ir con él a Tierra del Fuego acepté.
Puede que, estando en otro sitio, deje de pensar tanto en David y por fin poder superarlo. No puedo tolerar pasar por lugares en los que compartí tiempo con él, me lleno de amargura y tristeza. Quizá si me gusté el sur y ya decida quedarme allí… con Alejandro.
— Sí sabes que este viaje no es solo para “despejar la mente” ¿verdad?- Vanesa se puso seria.- Ese tipo va a avanzar contigo, no se va a conformar con una tierna amistad.
— Sí lo sé Vane, y estoy bien con ello.- Dije cerrando la maleta. Soy perfectamente consciente de ello, Alejandro es un buen hombre, un caballero, puede que con su amor y cariño pueda superar esta tristeza. - Es lo mejor.- Mi amiga fruncio elceño, no parecía conforme con mi respuesta, se cruzó de brazos y empezó a decir.
— Hay un refrán que dice: si haces lo incorrecto por las razones correctas… - a mitad de la frase comenzó a dudar,- se vuele ¿incorrecto?
— Creo que no era así…- ambas reímos.
— Bueno, quiero decir, que si haces algo que parece bueno y correcto por el motivo equivocado puede que te arrepientas…. ¿por qué no te tomas un poco más de tiempo para pensarlo Guada?
— Ya tengo el boleto Vane, es demasiado tarde para hacer eso.- Tomé su mano y agregué.- Pero te prometo que no hare nada de lo que me arrepienta luego.
— ¡Más te vale, tonta!- dijo abriendo sus brazos y abrazándome con fuerza.
Cuando termino de empacar todo pido un taxi, me despido del señor bigotes y salimos a esperar el auto en la puerta. Vanesa cuidaría al gato en mi ausencia, así que trajo sus cosas para pasar los días que dura el viaje aquí al departamento.
Pronto el taxi llegó y mi amiga me ayuda a cargar la maleta en el vehículo. Nos despedimos con un fuerte abrazo y partí con rumbo al aeropuerto.
En el trayecto el taxista paso por una plaza, era la misma en la que David y yo solíamos comer cuando estaba con el yeso, luego del incidente del derrumbe. Es irónico, como él me salvo la vida pero no pudo salvarse él mismo… los ojos se me pusieron húmedos pero volteé la vista hacia otro lado.
Ya tengo que dejar de pensar en todo esto, sino no podré superarlo jamás. Ya no quiero seguir preocupando a las personas, ya no quiero sentir esto…. Me llevo la mano al pecho y arrugo la ropa al cerrar el puño.
Si tan solo pudiera olvidar todo sería tan fácil…. Pero a la vez pienso que no habría conocido el amor, lo que tanto añoré toda mi vida, lo tuve en verdad, fue breve, sí, pero fue amor de verdad. Cuantas personas pasan por la vida buscando a aquella persona que los haga sentir completos, que los amen tal cual son, y no lo logran. Yo tuve la dicha de conocer a esa persona y me hizo muy feliz. Espero haber podido hacer feliz a David también en el poco tiempo que estuvimos juntos…
Llegué al aeropuerto poco antes del mediodía, pagué y baje del taxi con mi maleta y mi cartera. Escribí un mensaje a Vanesa avisando que llegué bien, pero no se mandó, al parecer hay poca señal aquí. Ya que, de todos modos no podré usar el teléfono en el despegue, así que lo coloqué en “modo avión” e ingrese al aeropuerto.
Me dirigí a la zona donde me esperaba Alejandro. Lo encontré en seguida. Estaba con un hermoso traje negro, llevaba el cabello negro largo peinado hacia atrás, estaba afeitado y pulcro, como suele hacer cuando tiene una presentación importante en la empresa. Ya era hora que comenzara a cuidar de su imagen, después de todo será el Gerente General de la nueva sucursal.
— Bienvenida.- Dijo al verme. Yo le sonreí y contesté.
— Gracias.
— ¿Estas lista para conocer el sur?
— Eso creo, llevo bastantes sweaters, espero que sea suficiente para el frio de allí.
— Así es. Pero no te preocupes, no dejare que te enfermes.- Extendió su mano y tomo la maleta que yo llevaba, en el proceso acarició mi mano con suavidad y agregó.- Ven, vamos a hacer todo el papeleo.
— De acuerdo.
El Check-in conllevaba más pasos de los que yo creía: primero controlan tu identidad y tu boleto, luego pesan tu equipaje para despacharlo, te dan el pase de abordar y después te hacen esperar en una zona determinada hasta la hora indicada y luego ya si embarcas.
Cuando acabamos todo eso nos sentamos en el área de espera, allí teníamos la vista de los aviones, eran enormes y majestuosos, uno se sentía pequeño e insignificante al verlos.
— Creo que estoy algo ansiosa.- Le comenté mientras me revolvía en el asiento.
— Tranquila, son los vehículos más seguros del mundo. – Dijo para calmarme.- No ocurrirá nada malo.
No me refería solo a los nervios propios de un vuelo en avión, sino a todo lo que conllevaba esto. Aceptar que tu ser amado ya no está y decidir a empezar una vida nueva es difícil, realmente no estoy segura al 100% de querer esto, pero tampoco quiero quedarme estancada, quiero seguir adelante… así lo hubiera querido David. Asentí con la cabeza y le ofrecí una sonrisa. Mientras seguía viendo al frente como los aviones se movían en la pista.
Alejandro me ofreció unos caramelos que tenía en los bolsillos y mientras los comíamos charlamos de tonterías para pasar el rato, me ayudo a relajarme.
De repente dieron el aviso de embarcar por altoparlante, y me puse tensa de nuevo, había llegado el momento.
— Ya es la hora…- y poniéndose de pie Ale se acomodó un poco el traje, al ver que yo dudaba extendió su mano gentilmente hacia mí.
— Si tienes miedo yo sostendré tu mano en todo momento. Quédate junto a mi hasta que te sientas segura.- Sus palabras iban más allá de este momento, él se estaba ofreciendo como compañero de vida. Lo sabía, muy en el fondo lo sabía. Él es un buen hombre y estoy segura de que, con el tiempo, podremos ser felices en el futuro en Tierra del fuego. Le ofrecí una sonrisa de agradecimiento desde lo más profundo de mi corazón y extendiendo mi mano la sujeté para onermede pie.