— Vamos gordo, ¡muéstrame de qué estas hecho!- dijo con una enorme sonrisa como nunca antes había visto.
— Conste que tú lo pediste.
Caminamos en círculos, midiéndonos, tratando de dilucidar cuál sería el primer movimiento del otro. De repente Derek no pudo aguantar más y me lanzó el primer puñetazo hacia el rostro. Lo esquive por los pelos y contraataque con un golpe flojo en su abdomen que apenas le hizo daño.
— Ja… ¿eso es todo?
Me devolvió el ataque de inmediato dándome en el abdomen, pero no se detuvo ahí, comenzó a lanzarme una lluvia de puñetazos, uno tras de otro, sin respiro. Traté de cubrirme pero de igual manera recibí varios de esos golpes en el pecho, abdomen, rostro. Eran dolorosos, realmente tiene bien ganada su reputación. Pero no tenía técnica. No golpeaba en los lugares críticos. Imagino que ha derrotado a todos sus rivales abrumándolos con los golpes al azar.
En un momento detiene la metralleta de golpes para tomar una gran bocanada de aire y jadeante me ofrece una sonrisa.
— Sí que eres duro, ¿cómo era tu nombre gordinflón?
— David Sánchez.- digo poniéndome en guardia nuevamente.- Me asegurare de que no lo olvides, viejo.
En ese momento la puerta se abrió nuevamente y John entro a la habitación. Podría jurar que los ojos se le salieron de las orbitas al vernos. Estaba tan atónito por la situación que no atino a cerrar la puerta tras de sí.
— ¡¿Qué demonios estás haciendo Derek?!
— Luchando, ¿no ves?- dijo eufórico.
— ¡Eres un idiota! Somételo, deprisa.
— No.
— ¿Qué dijiste?
— Me agrada este tipo, voy a seguir luchando con él hasta que se desmaye.
— Sabía que no tenía que haberte traído a ti, - saco de su cintura un arma y comenzó a cargarla con dardos tranquilizantes.- eres un cabeza hueca que solo piensa en luchar.- Habiendo acabado de prepararla alzo la pistola y me apunto directamente.- Apártate, voy a darle un tranquilizante.
Derek, dejo su posición de lucha y bajo los brazos, con la cabeza a gacha se giró y se dirigió hacia su compañero pero sin quitarse de la trayectoria de tiro.
— ¡Apártate! No ves que estas en med…..- Derek le asestó un duro golpe en el abdomen a su compañero que lo hizo soltar el arma y caer inconsciente al suelo. Me quede sorprendido.
Luego se volteo y tronándose los nudillos dijo.
— Listo, ya no va a molestarnos. - volviendo a la posición de batalla exclamó.- Ahora muéstrame cuanto puedes aguantar antes de desmayarte, David Sánchez.
Arremetió nuevamente con su avalancha de golpes, esta vez más rápidos y fuertes que los anteriores. Me cubrí con el antebrazo izquierdo temiendo que se quebrara por la fuerza de sus puños, a tal punto que me hizo retroceder hasta la pared.
— ¡Vamos Sánchez! ¡¿Eso es todo lo que tienes!?
No podía darme el lujo de perder esta batalla. Si este tipo me derrota me volverán a encadenar y reforzaran la seguridad, quizá Tania traiga más tipos y ya no poder huir. Tengo que salir de aquí hoy y ahora. Tengo que salir y buscar a Guada, decirle que la amo, que la quiero conmigo para toda la vida.
Cargue mi puño derecho con todo mi enojo, con toda mi rabia y también con mis esperanzas. Esperé. Esperé el momento adecuado, debía ser el momento exacto en que detiene su avalancha de puños y pierde el aliento. Ya faltaba poco, estaba bajando el ritmo de sus golpes.
Fue entonces que vi la brecha, el momento exacto en que dejaba al descubierto su flanco izquierdo. Ahí contraje mis músculos y lance y puñetazo más fuerte que pude haber lanzado en mi vida, directo a su barbilla.
La cabeza de Derek giró siguiendo mi puño y cayó al suelo completamente noqueado.
— ¡Ha! Quién diría que un tipo tan fuerte tendría mandíbula de cristal.
Viendo a mis enemigos en el suelo pude respirar tranquilo. Pero aún no estaba a salvo. Me apresure a tomar las llaves de los bolsillos de Derek y les coloque las esposas, a él y su compañero. Me costó mucho hacerlo porque mi brazo izquierdo estaba adolorido, no sería raro que tenga una fractura o fisura. Revise los bolsillos de Jonh y encontré un manojo de llaves, las tomé junto con el arma y los dejé encerrados.
Mire a ambos lados del pasillo, tenía que ir con cuidado, no sabía si Tania había contratado más tipos para vigilarme. De un lado había una pared sin revocar y del otro una escalera hacia arriba, de seguro esa iría hacia el exterior, eso explica por qué ninguna habitación tenia ventanas, estuve en un subsuelo todo este tiempo. Quería subir y largarme de inmediato pero tenía que ir con cuidado, preparé el arma y a paso lento subí los escalones. Al final de la escalera había una puerta de metal cerrada con llave. Probé varias llaves del manojo que le quite a John y con la última pude abrirá. Salí a una cocina, allí había una ventana, me asome y pude ver que daba a la calle. La habitación contigua era un living poco amueblado, con una puerta que daba al exterior. Sin dudarlo tome las llaves y busqué la que abría la puerta para salir al exterior. Cuando por fin la abrí Salí y sentí la brisa cálida y la frescura del pasto con mis pies descalzos. Pude respirar por primera vez en días el aire fresco y sentí un gran alivio. De pronto oí el ruido de cosas cayendo, miré a un lado y me encontré con Tania. Había dejado caer las bolsas de supermercado al suelo y estaba atónita. Lo primero que atino a hacer es meter su mano en su cartera buscando algo. Yo corrí hasta donde estaba ella y la detuve antes de que sacara un arma.
Tania comenzó a gritar y Pronto los vecinos comenzaron a salir para ver qué ocurría. Les pedí que llamaran a la policía.
— David por favor no hagas esto, yo te amo. ¡Te amo más que nada ni nadie! Tienes que quedarte conmigo.- suplicó mientras la sujetaba.
— Así no funciona el amor, Tania.- Le dije mientras ataba sus manos con una de las esposas que tenía en la habitación.
Pronto llego la policía, aunque en un primer momento parecía que el malo era yo, no me costó mucho hacerlos cambiar de opinión al ver mi estado y el interior de la casa. En seguida apresaron a Tania y a los dos matones. Los vecinos me prestaron un teléfono y lo primero que hice fue llamar a mamá, ella rompió en llanto de inmediato. Los policías me trasladaron a la comisaría y una vez allí nos reencontramos. Mama me abrazó con fuerza entre llantos y pronto aparecieron todos los muchachos de la estación de bomberos. Mamá les había avisado y se vinieron de inmediato con el autobomba. El primero en bajar fue Amadeo, me vio y corrió a abrazarme con fuerza, no dijo nada.