Todos quieren a la gordita

Epílogo

— ¿Señorita Godoy, este informe esta correcto?- me pregunta mi ex compañero de lentes.

— Ignacio… ya te he dicho que no me llames así,- digo con pena,- hasta hace unos meses éramos compañeros.

— No puedo. – Dijo serio.- Usted ahora es Gerente de Contabilidad, sería una gran falta de respeto llamarla solo por su nombre.- Creo que está algo celoso de mi puesto y lo manifiesta así, marcando distancia.

  • Como quieras,- le contesto.- Pero siéntete libre de tener más confianza conmigo.

Hace dos meses que me volví Gerente de contabilidad, desde que Alejandro se fue definitivamente a Tierra del fuego. Ale le aseguro al señor Mausser que no había nadie más competente para el puesto que yo. Más motivos para estarle agradecida. Ahora ocupo su oficina y dirijo todo el piso.

Naturalmente nos hemos mantenido en contacto para poder hacer la transición más fácilmente, eventualmente me pregunta como estoy y yo le digo que bien, sin entrar en detalles, para no generarle incomodidad. Él, por su parte, me ha dicho que pudo adoptar un gatito de la calle y que es muy feliz con su compañía, eso me da tranquilidad.

Ahora que el trabajo ha aumentado paso más tiempo en la oficina, ahora entiendo por qué él siempre estaba con ojeras y tenía irritados los ojos.

Aun soy inexperta con algunas cosas, así que, cuando llega el horario de salida habitual, dejo que todos se marchen y me quedo un poco más con los pendientes y preparando cosas para el día siguiente. Esto hace que salga tarde, afortunadamente tengo a mi caballero de brillante armadura que viene a mi rescate:

“Amor, otra vez sles trde?”- Me escribe David, sonrío al ver que otra vez le erro a las teclas.

“Si cariño, tengo que preparar unas cosas para mañana”- le contesto

“Comop a qué hora? Esta anunciada una tormenta. Llevaste paraguas?”

“Oh cierto, vi el pronóstico pero olvide de guardarlo en mi bolso >.<”

“De acuerdo, entonces iré a buscarate con mi paraguas para que no te enfrmes.”

“Gracias cariño, siempre puedo confiar en ti ♥”

Sonrío como tonta al ver el teléfono. Y es que amo a David.

Luego de que nos reencontráramos en el aeropuerto me conto todo lo que tuvo que atravesar. Al enterarme tuve ganas de ir a partirle la cara a esa loca psicópata. David hizo la denuncia correspondiente y tanto la loca Tania como sus cómplices fueron encarcelados.

Claramente él no quedó indemne de todo esto, ahora tiene un poco de rechazo a los lugares pequeños y cerrados, le han recomendado que vaya a terapia para tratar de procesar todo esto que le ocurrió, obviamente yo lo apoyé con todo eso. Ahora está un poco mejor y ya volvió a su trabajo con normalidad, no sería él mismo si no pudiera ayudar a los demás.

Por otra parte todas las semanas tengo una visita recurrente, justamente ahora lo estoy viendo caminar hacia aquí a través de las rendijas de la ventana de la oficina…

— ¡Hey Gerenta!- Dice Nicolás mientras entra a la oficina con total confianza. De atrás puedo ver a Ignacio con cara de enojo, claramente no le gusta la actitud relajada de Nico. Yo le sonrío y le hago señas de que no hay problema. Me tomo sus visitas como mi break de la mañana.- ¿Has podido capturar ese nuevo pokemon?

— No pude, se me acabaron las bayas especiales.

— ¿Ah sí?- Dice apoyando el paquete en el escritorio y sentándose en la silla de visitas, como es giratoria aprovecha a girar.- dicen que antes de capturarlo debes hacer girar la pokebola varias veces.

— Hum… deberé comprobarlo. ¿Tú como estás?

— Bien, pensando en qué ponerme para ir a una fiesta

— ¿Qué fiesta?

  • Una que me invitaron… dicen que hay que ir de gala.
  • Bueno, tú lo tienes fácil, usando un traje, camisa y corbata ya lo resuelves.
  • Supongo que tienes razón.- se pone de pie y se despereza.- Yo ya me marcho sino mi jefe pensará que holgazaneo entre mis entregas.

— ¡Eso es porque en verdad holgazaneas en tus entregas!- digo entre risas. Nico se lleva un dedo a la boca.

— Shhh… guárdame el secreto.- Yo hago de cuenta que deslizo un cierre en mi boca.

— Gracias.- me guiña el ojo mientras va abriendo la puerta de mi oficina entonces se detiene y antes de marcharse pregunta.- Oye, ¿Has tenido noticias del viejo multimillonario?

— ¿De Hector?- pregunto sorprendida.- No, nada… ¿por qué?

— Nada. Simple curiosidad.- Saluda con la mano.- ¡Nos vemos!- Y se marcha.

Así es Nico, viene, hace lo que quiere y se va. Pero su última pregunta me dejo pensando.

La última vez que vi a Hector fue aquella vez en la cafetería. Luego de eso nada. Ya no hemos vuelto a tener contacto. En verdad me gustaría saber de él, como le está yendo con su familia, pero no quiero que mal interprete mis intenciones si le escribo. Es triste, pero paulatinamente iremos perdiendo el contacto. Es lo mejor.

Suspiro sonoramente, no tiene caso que siga pensando en cosas tristes, me predispongo a retomar mis tareas de nuevo.

Llegado el horario de salida oficial Salí a decirles a los chicos que se marchasen, no quiero ser la típica jefa que obliga a todos a quedarse hasta terminar todo el trabajo. A la par le escribí a David para avisarle que me quedaba un poco más de tiempo en la oficina y me dijo que me esperaría en la estación, con los chicos. Enfrascada en el trabajo perdí un poco la noción del tiempo, fue mi estómago gruñendo el que me hizo dar cuenta de que ya era tarde y había oscurecido. Guarde todo y mientras le fui escribiendo. Tome mis cosas y baje del edificio, al llegar al Hall vi a través de la puerta de vidrio a mi novio. Me estaba esperando en la vereda con su típica campera Michelin Naranja y en sus manos llevaba un enorme ¿paraguas? Más bien era una sombrilla color verde. Nos miramos y me sonrió.

Salgo corriendo a su encuentro y lo abrazo hundiendo mi cara en su campera abuchonada.

— Gracias por venir a buscarme.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.