Todos son iguales (comedia romántica)

Capítulo 4:

—Hola, soy Toni —me escribió un chico; era guapo.

—Hola, Toni, mi nombre es Esmeralda —le respondí.

—Quería invitarte a una cita, ¿te parece? —me respondió.

—Claro, cuándo y dónde —le dije.

—En la cafetería tal y a tal hora —me dijo.

Al siguiente día me alisté y fui a la cafetería y ahí estaba el chico; era guapo, alto y tal como en la foto; era perfecto.

No le dije a mi amiga por qué me iba a decir: —Oye, apenas te escribo y vas a aceptar, aunque sea plática con él por unos 2 días o 3 y después aceptas—, pero no me importó.

—¿Qué quieren ordenar? —dijo el mesero.

—Un café negro —le dije— ¿y tú?

—Un café negro también —dijo este.

—¿Desde cuándo tienes la app? —le dije.

—Bueno, desde hace 1 mes, pero vaya que uno disfruta tenerla y tú —me dijo.

—Bueno, anteayer la descargue fue hace poco—

—¿Y cuántas citas has tenido? —me dijo.

—Es la primera —le dije y era verdad, Javier me había estado escribiendo, pero era muy serio, casi nunca contestaba y por eso creo que solo quería sexo.

—La mía es la tercera, pero es difícil encontrar personas que quieran lo mismo que uno —dijo Toni.

—Verdad ose pensé que había encontrado a uno, pero ni escribe y si me escribe es solo un hola, ¿cómo estás? y buenas noches —le dije.

—Si tienes razón, uno quiere acción, sexo —me dijo; en eso me quedé callada.

—Se-x-x-o —tartamudee.

—Sí —me dijo este— nosotros queremos coger y disfrutar—

—Quieres tener sexo conmigo —dije temblando.

La expresión del chico cambió a una sonrisa más marcada y vi que había pensado que le había hecho una pregunta. —Claro, al hotel de aquí cerca o a tu casa o a la mía, bebé —me dijo.

Rápidamente agarré mi cartera y llamé al mesero. —¿Cuánto cuesta el café?

—40 pesos —me dijo el mesero.

Saqué mis 40 pesos y los puse en la mesa; el chico vio esto y quedó confundido.

—Ya nos vamos —dijo este sacando dinero de su cartera para pagar su café.

Salí del restaurante sin ver atrás y el chico me siguió y me decía:

—Oye, vamos a tu casa, ¿ok? —feliz el chico.

Cada vez caminaba más rápido, pero el chico me seguía y no quería decirle: "Oye, no quiero tener sexo contigo", por pena, así que caminé hasta que vi la taquería y me metí. Mi jefe vio al chico detrás de mí y pensó que era un ladrón.

—Oye tú, ¿por qué sigues a mi novia? —dijo Patrick.

—O es tu novia —dijo el chico.

—Si es mi novia, ¿por qué tienes algún problema? —dijo Patrick.

—Bue—eno —dijo el chico tartamudeando— ella me citó en Tinder—

—Y que —le gritó Patrick— solo por eso la piensas seguir. Lárgate o llamo a la policía—

El chico se fue y Patrick me miró.

—Lo siento, jefe, por meterlo en problemas, solo que...

—Si vuelves a salir en una cita y no te gusta el chico, puedes venir y yo fingiré ser tu novio, o solo diles que no te gustó —me interrumpió Patrick.

—Lo siento, es que él quería sexo y yo no porque... —dije temblando.

—Vamos, vuelve a tu casa y bloquea al chico y yo me aseguraré de que no te siga, ¿ok?

—Ok —le dije saliendo de la taquería—. Nos vemos en la tarde—

—Adiós —me dijo este con una sonrisa.

Mientras caminaba a casa, saqué el teléfono y había mensajes del chico que decía

—Eres una zorra — —tienes novio y lo engañas— todas las mujeres son iguales—

Lo bloqueé y, al entrar a mi casa, me tiré en mi cama y me quité los zapatos con los pies.

—Todos son iguales —dije mientras miraba el teléfono.




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