—Vaya que guapa —me dijo el chico, el cual se llamaba Esteban.
—Gracias tú igual, estás muy lindo —le dije.
—¿Y qué, quieres que te la ponga? —me dijo. No entendí.
—Perdón —le dije.
—Que si quieres coger —me replicó.
—Apenas empezó nuestra cita —le dije.
—Mira, ya conozco a las mujeres, quieren que les invitemos la comida y después que pasa, te dejan en el restaurante y no te dan, aunque sea una hora de placer—
—Mira —le dije—, yo pago siempre mi comida—
—Sí, cómo no —me dijo este.
—Y no soy puta y tengo más decencia que tú, un simple hombre amargado porque no puede conseguir el amor, porque es un puto asqueroso—
—Así que te vas a poner difícil, no tengo tiempo. ¿Vas a coger o no? —me dijo.
Ya estaba cansada; todos querían lo mismo. Todos los hombres en esa app eran iguales. En todas las citas me pedían coger y yo solo quería encontrar el amor, pero la estúpida soy yo por creer en los hombres.
—Sabes por qué no te metes tú solo el pene, si tanto lo quieres poner —le dije y me fui dejándolo ahí.
—Estás bien —me dijo mi amiga.
—Solo atraparé al estafador de Tinder y borraré esa app —le dije enojada.
—Que te hizo, si quieres voy a pelearme con él —me dijo mi amiga.
—No, no me hizo nada, solo que todos son iguales, todos solo buscan sexo —le dije.
—No creo que todos... Mira, Patrick —me dijo mi amiga y rápidamente me di la vuelta y lloré en sus hombros.
—Siempre soñé con un príncipe azul cuando veía las películas y me decía: "algún día llegará mi sapo" —dije riendo y llorando a la vez—, pero al parecer no merezco ser feliz—
—No digas eso —me dijo mi amiga.
—Sé que Patrick siente algo por mí, pero no quiero arruinar su vida. Él es un excelente hombre, es único en el mundo; se merece a una mujer buena y de gran corazón y yo me merezco la miseria—
—Esmeralda de la Cruz, por favor, levántate y no te rindas. Fue mi culpa por obligarte a descargar esa app —me dijo mi amiga—. Vamos, levántate y busca el amor por tu cuenta sin esa app—
—Gracias, por eso eres mi mejor amiga —le dije—, pero quiero ser la señora de los gatos y ser feliz con ellos—
Mi amiga me abrazó: —Pero vas a atrapar al estafador, ¿verdad?
—Sí, aunque sea solo para conocerlo —le dije, secándome las lágrimas.
—Y recuerda, no eres basura —me dijo Luna—. Eres una gran mujer, pero tu corazón quiere el verdadero amor, algo que es extraño en este mundo, que la gente solo quiere sexo y más sexo—
—¿Y crees que haya un hombre que no quiera solo sexo?
—No lo sé, pero eso espero —me dijo mi amiga mientras caminábamos a mi habitación de regreso.