Todos son iguales (comedia romántica)

Capítulo 25:

Javier se fue después de unas horas y a la hora de mi salida, que eran las 7 de la noche, lo vi afuera de la taquería.

—Javier, ¿qué haces aquí? ¿No te habías ido ya? —le dije.

—Bueno, tú me dijiste que tendríamos la cita cuando salieras de trabajar y le pregunté a Luna a qué horas salías y me dijo que a esta —me dijo él, muy confiado.

—Oh, vaya —dije apenada—. Vamos a mi casa o ¿tienes planeado algo? —le dije.

—Lo que gustes —me dijo.

—Conozco unos puestos de tortas aquí cerca; dejo mis cosas en mi casa y vamos, ¿te parece bien? —le dije.

—Sí —me respondió este, caminamos a mi casa, entré a dejar mis cosas y después salí.

—Vamos a pedir un taxi —me dijo él.

—No, ¿por qué? —le respondí.

—Para ir al puesto que me dijiste —me respondió.

—No está aquí a la vuelta de mi casa —le respondí con una sonrisa.

—Ok —me dijo y solo me siguió.

Caminamos hasta que llegamos.

—Mira, aquí está —le dije con una sonrisa.

—Es en serio —me dijo todo cansado.

—¿Qué no te gusta? —le dije.

—Me dijiste que estaba a la vuelta de tu casa y caminamos por media hora —me rezongó.

—Oh, perdón, pues para mí está cerca; media hora no es nada —le dije.

—Pídeme un agua o me voy a deshidratar —me dijo. Me acerqué a la señora del puesto y le dije.

—Me regala un bote de agua, por favor. —Esta me lo dio, le pagué y se la entregué a Javier.

—Vamos, pide la torta que quieras; yo te invito —le dije.

—Ok —me dijo— mientras ordenaba su torta.

—Oye, aquí vienes siempre que quieres una torta —me dijo mientras se terminaba el bote de agua.

—Sí, por favor, no caminamos nada; se nota que no haces ejercicio —le dije.

—Y tú haces—

—No, pero yo sí aguanto media hora de caminar hasta más—

—Aquí están sus tortas —dijo la señora.

Comimos y después nos levantamos.

—Oye, si quieres, te pido un taxi para que te lleve a tu casa —le dije.

—Y tú te irás sola —me dijo. Ya era de noche; eran las 9.

—Sí, me iré sola porque... —Le dije.

—No tienes miedo de andar tú sola así en la oscuridad —me preguntó.

—No, no tengo —le dije.

—Vamos, yo voy contigo —me dijo.

—No hace falta, tú no quieres caminar media hora, ¿verdad? —le dije.

Pero me ignoró y caminó hasta que llegamos a mi departamento, donde le tuve que dar como 2 vasos de agua de los cansado que iba. Después le pedí un taxi y se fue, pero antes me dijo que le gustaría verme más.




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