–Esmeralda–
Luna no había llegado a trabajar por la cita que tenía, por lo cual me tocó atender a más clientes a mí y a las otras meseras.
—Hola, Esmiii —llegó esta feliz.
—¿Qué pasó? ¿Tan buena estuvo tu cita que te tardaste? —le dije.
—¡¡Siiii!! —me dijo.
—Qué bueno, cuéntame —le dije.
—Bueno, ahora puedo decir que sí siente algo por mí —me dijo.
—Vaya, sabía que estabas enamorada —le dije.
—Y a ti cómo te fue —me dijo.
—Bueno, lo llevé a un puesto de tortas y llegó cansado —dije riéndome.
—Eres mala —me dijo.
—Oye, pero creo que ya no me importa tanto lo de mi inseguridad —le dije.
—Lo de que todos son iguales—
—Cállate-- le dije —si—
Y esta vez sí era verdad. Aún seguía stalkeando, pero esta vez era más tranquilo.
Los días pasaban y la relación que tenía con Javier prosperaba. Ya llevábamos un mes de citas y todo iba tan bien, pero aun así mi inseguridad estaba ahí. Siempre que quería besarlo, esta me decía: "Es igual que todos" y no lo hacía. No le había dado mi primer beso todavía.
–Luna–
Grabiel y yo teníamos más citas, pero nuestra relación era la misma, pero en cambio con Katy; la relación crecía, ya éramos grandes amigas. Ella me invitaba a tiendas, ya tenía hasta su número, pero sentía que Grabiel quería avanzar al segundo nivel, al noviazgo.
—Javier—
1 mes después de haber conocido a Esmeralda, ya quería confesarle y decirle que fuera mi novia, pero sentía que ella aún no estaba lista. Un día, mi padre me vio practicando en el espejo.
—Javier —me dijo— estás bien—
—Oh, sí —dije, actuando normal.
—¿Acaso hay una chica en tu vida? —me dijo.
—No porque lo dices —le dije.
—Bueno, has tenido novias y ahora estás entrenando frente a un espejo. Tan especial es esa chica—
—No, padre, no tengo a nadie —le dije.
—Vamos, dime, yo soy experto, así enamoré a tu madre —me dijo.
—Ok, padre, la cuenta de Tinder sí era mía —le dije por fin.
—Lo sabía, siempre lo supe, y que conociste a alguien ahí, esos sitios no son seguros—
—Sabía que ibas a llegar con esto —le dije.
—Perdón —me dijo—, pero a ver, cuéntame todo—
—Conocí a una chica —le dije— y me enamoré desde que la vi. Ella es extraña e insegura; ya le he tratado de robar besos, pero siempre se aparta de mí. Llevamos un mes de citas y ya no tenemos ni Tinder y quiero decirle que sea mi novia—
—Díselo, el que no arriesga no gana —me dijo mi padre.
—No escuchas —le dije—. No deja que la bese y parece insegura de estar conmigo—
—Hijo, si está enamorada, puede ser que tenga miedo de que tú la traiciones. O sea, imagínate andar con un famoso al que lo siguen muchas mujeres; yo me sentiría insegura, ¿acaso tú no? —me dijo mi padre.
—Sí —le dije.
—Bueno, solo dile lo que sientes y otra cosa, te busca tu amigo—
Bajé y ahí estaba Grabiel con una sonrisa. Tenía algo que decirme...