–Esmeralda–
—Déjame pensarlo —le dije a Javier.
—Está bien —me respondió este.
La cita terminó y me dirigí a mi casa; en eso mi madre me llamó.
—Hija, ¿cómo estás?
—Mamá —le dije en lágrimas.
—Que paso —me respondió.
—¿Recuerdas al chico del que te hablé?
—Javier —me dijo mi madre.
—Sí me pidió ser su novia—
—Y por eso lloras —dijo mi madre, preocupada.
—Madre, tengo miedo —dije mientras entraba a mi departamento.
—¿A qué?
—A que me ofrezca el mundo entero y después me abandone—
—No seas tonta, hija, no todos son así—
—Madre, no quiero arriesgarme—
—A ver, dime, tu padre nos dejó—
—Pero es diferente —le dije.
—No, no es diferente, es lo mismo, piénsalo —me dijo mi madre.
—Odio mi vida, odio esta inseguridad—
—Mita —dijo mi madre con el apodo que ella me decía—, no te obligaré a decirle que sí, si no quieres; está bien, pero piénsalo, si te gusta, dale una oportunidad—
—Y que, si me abandona, quedaré como la ex de un famoso, o sea, madre, me preocupa estar con un don nadie, imagínate con él siendo un famoso—
—Hija, el amor es ciego y, mira, yo confié en tu padre y salió un buen hombre; confía en él—
La llamada se cortó y miré al techo.
—El amor —dije—. ¿Por qué me pasa esto a mí?
Miré mi lista de contactos y vi el número de Javier. —Este es para mí —me dije.
Le di a llamar y lo llamé.
—¡Hola, Javier!
—Hola, Esmeralda, ¿qué pasa?
—Sí quiero ser tu novia —le dije.
—En serio —me dijo.
—Si te parece, nos vemos mañana en la mañana —le dije.
Mientras esperaba la respuesta de Javier, me cayó un mensaje.
—Sí —me dijo él.
—Ok —le dije, cortando la llamada. Abrí el mensaje de un número desconocido.
—Esmeralda, Javier sí es como todos. —En el mensaje iban algunas fotos de Javier saliendo con chicas de moteles y en la foto iba la fecha que se tomaron y fue en este mes que estuvimos de citas.
—Dame más pruebas—le dije al número.
—Te las daré mañana en este lugar —me dijo, mandándome una dirección de un lugar abandonado.
—¿A qué hora? —le dije.
—en la mañana—
Tenía cita con Javier, pero esto era más importante…