Todos son iguales (comedia romántica)

Capítulo 34:

Le correspondí al beso y nos besamos largamente; sus labios sabían a fresa.

—Te gusto a ti también —le dije al separarnos.

—Luna, me gustaste desde el segundo día que te vi. Pensé que era solo amistad, pero descubrí que era algo más—

—¿Y por qué no lo dijiste? —le dije.

—Porque pensé que te gustaba mi hermano—

—Pero no es así —le dije.

Katy se levantó y dijo: —Esto no puede ser—

—Porque —le dije.

—Luna, le gustas a mi hermano; me odiará si se entera de esto—

—Katy no me puede obligar ni a ti a dejar de amarnos—

—Pero—

Me levanté y le agarré la mano. —Si te parece, podemos tener una relación secreta, pero tu hermano no podrá obligarme a quererlo; el amor no puede ser obligado—

Esta sonrió y se acercó a mí y me besó.

—Te quiero —me dijo—, pero no quiero una relación secreta con la mujer que amo—

Sonreí y le dije: —Pero aún no tenemos nada—

Esta me entendió y se inclinó. —Luna, ¿quieres ser mi novia? —me dijo.

—Sí, Katy, quiero ser tu novia. —Esta se paró y me abrazó.

—Oye, si todavía no quieres decirle a tu hermano, no te obligaré hasta que tú quieras —le dije.

—Me puedo quedar a dormir hoy aquí —me dijo.

—Sí, ¿por qué? —le dije.

—No me quiero alejar de mi novia; además, ya es tarde—

—Claro, puedes dormir en mi cama; yo dormiré en el sofá —le dije.

—Oye, porque eres mi novia, tienes que dormir conmigo—

—Estás segura —le dije.

—Vamos dónde está tu cama —me dijo y subimos a mi habitación.

Dormimos y a la mañana siguiente escuché el timbre sonar. Me levanté en pijama y bajé a abrir y cuando abrí, era él y en eso Katy gritó.

—Mi vida, ¿por qué te levantaste?




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