Topía

Capítulo 1

—Nueva notificación, su pago mensual ha sido agregado a su cuenta con éxito, disfrute su fin de semana, señor Ginger—anunció la robótica voz de la asistente virtual del banco.

El joven Tony Ginger sintió como un fresco alivio ascendía por su pecho, finalmente podía ver los resultados de tener 3 trabajos al mismo tiempo reflejados en el número de su cuenta. La suficiente cantidad para pagar el hospital de su abuela, el colegio de su hermano y los sobornos a las mafias que cualquier ciudadano de a pie debía cubrir si es que no quería aparecer colgado de un generador de aire en la mañana. ¡Por fin parecía que su familia tendría un mes más tranquilo de lo acostumbrado!

—Nueva notificación, se ha desviado el ingreso mensual a: Alquiler, deuda bancaria, intereses, comisión por traslado, comisión por almacenamiento y comisión por tardanza. El banco de Topía le agradece su confianza, su deuda pendiente asciende a millón y medio de Kas. Feliz noche, señor Ginger.

El joven agachó la cabeza en medio de la luminosa calle. Suspiró, se ajustó la bandana que llevaba atada a la frente y se dispuso a volver a casa, ya no le quedaba energía para renegar. Por un momento había olvidado que de nada servía trabajar duro en un lugar como ese.

Topía, “La nueva gran manzana”, a pesar de sus vívidos hologramas y letreros naranja con amarillo llegaba a ser como una cáscara de pascua a ojos de Tony, linda pero vacía.

Simplemente no iba en la “onda”, el raro era él por no vestir traje y tener el cabello corto y desarreglado para ahorrar dinero en “shampoo”, aunque tampoco es que tuviera opciones, lujos como la moda eran cosa de ricachones y si algo le faltaba era justamente dinero, después de todo vivía en “Holloway” el distrito subterráneo, el cual ostentaba el honorable título del lugar con tasa de pobreza más elevada de la región.

Todos los días de sus 20 años de vida siempre se había prometido abandonar aquel pestilente lugar e ir a vivir con su familia a alguno de los otros 2 distritos de la superficie.

Quizá el distrito de New Taiwán con su ridícula cantidad de restaurantes, neones verdes y rosas coloridos y sus inmensos hologramas de peces Koi nadando en el aire. Pero si había un lugar que le hacía escarapelar la piel y brillar los ojos era sin duda Old York.

Distrito destacado por sus bares de jazz con luces naranjas, casinos, sombreros elegantes y autos flotantes con carrocería clásica que generaban el tráfico más caótico de la región.

La ciudad había dejado de expandirse hacia la periferia y más bien se alzaba cada vez más hacia arriba con luminosos rascacielos de más de 100 pisos que tenían sus bases en los subterráneos y que invadían el cielo nocturno. El lugar perfecto para la alta sociedad, separados de los desechos del suelo por puentes colgantes, calles y autopistas que buscaban ignorar la existencia de un pueblo podrido bajo sus pies…

Un lugar al que sabía que nunca podría pertenecer, por el contrario, su hogar era más bien lúgubre y donde al mirar hacia arriba en vez de ver la luz del sol solo se veían las metálicas estructuras que sostenían el distrito de Old York. Eso era “Holloway”, un pseudo distrito que se extendía debajo de todo Topía y en donde lo que más abundaban eran las mafias.

Mientras seguía viendo hacia lo alto, Tony recorría la misma ruta por la calle principal todos los días hacia su casa, a decir verdad, aquel festival de luces y humo saliendo de rendijas del subterráneo lo animaba un poco, cada día había algo nuevo para ver, un nuevo holograma u otro droide promocionando un negocio, aunque poca atención le prestaba ya que siempre andaba con los ojos entrecerrados y coloreados de ojeras, a un ligero empujón de quedarse dormido.

—¡Oye amigo! ¡Ese cuerpo tuyo carece de estilo! ¿¡Por qué no vienes conmigo a hacerle unas mejoras!? ¡Te haré un buen precio! —se le acercó un mercader con chistera y un ojo biónico teniendo que gritar por el ruidoso alboroto de la calle comercial— ¿Qué te parece unos nuevos brazos o quizá un nuevo ojo? ¡Ser orgánico ya no es la moda, tienes que…!

—Lo siento, hoy no podrá ser—sonrió Tony Ginger antes de que el vendedor pudiera terminar de hablar.

Sacó un billete de su bolsillo y se lo extendió al tipo, con los años había aprendido lo útil que era no discutir con la gente, una disculpa y unos cuantos Kas eran más que suficientes para apartar a cualquier estafador, al fin y al cabo, eso es lo que todos buscaban, billetes. Esa fina máscara de calma que aparentaba Tony habían sido producto de mucha práctica, en realidad él siempre fue de cabeza caliente y fácil de intimidar.

—¿Solo cinco Kas? ¿Me crees un indigente amigo? —reclamó el mercader.

—¡Solo tengo eso! ¿Entiendes? ¿¡Me ves con cara de trabajar en la superficie o algo parecido!?— exclamó, pero fue bajando la voz al notar que otra vez estaba hablando sin pensar y que el hombre parecía traer un arma detrás suyo—No debí alzar la voz, ¿Diez Kas estarán bien?

Y así se le iba el dinero, en evitar problemas y mantener su pellejo entero.

—¡Oye Ginger! ¿¡Tienes mí dinero!? ¡Vamos, ya es hora de que me des un extra! De lo contrario podría considerar matarte y el hijito de mamá no podrá hacerla volver de la luna como prometió—le chirrió los oídos una voz burlona a lo lejos, otro extorsionador—¿¡Estás sordo Ginger!? No querrás que le sigan fabricando más hijos ahí arriba, ¿¡o sí!?



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En el texto hay: aventura, mercenario, magia acción

Editado: 11.05.2023

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