Topía

Capítulo 2

Tony abrió los ojos, los oídos le zumbaban como un enjambre de avispas y la vista parecía encapricharse en no responder de inmediato, aun así, distinguía una luz potente frente suyo.

Pronto todo se fue aclarando, lo recibió una mañana luminosa como nunca había visto, en las partes bajas de la ciudad un colosal cubierta de hierro tapaba toda la luz del día, pero ahora viajaba por las autopistas de Old York, esas que dejaban ver el cielo soleado en todo su esplendor lleno de dirigibles gigantes que flotaban con lentitud.

Su lado infantil no dejaba de maravillarse con cosas tan simples como ver el tráfico de autos que parecían patinar sobre las pistas o la cantidad absurda de gente vestida a la moda retro futurista que cruzaba los puentes al cambiar los semáforos de color.

Pero pronto dejó de endulzarse con el paisaje y una simple pregunta invadió su mente: “¿Dónde estoy?”. Observó a su alrededor y descubrió que yacía recostado en el asiento trasero de un automóvil clásico azul, parecía que el conductor aún no notaba que se había despertado.

—Te besaría si pudiera, pero no quiero que me lastimes ¿entiendes pequeña? Estoy seguro de que lo entiendes— suspiraba el chofer mientras con los dedos metálicos de su brazo biónico acariciaba las espinas de un pequeño cactus.

 “¿Quién es este tipo con esta atracción tan bizarra a las plantas?”, se preguntó Tony mientras intentaba moverse sin hacer ruido, pero sus torpes piernas tumbaron una botella de cerveza que no alcanzó a ver.

—Vaya, vaya. Ya era hora, señor Ginger—exclamó este sin apenas subir el tono de su voz. Aceleró más a fondo dejando el motor rugir en la imponente Topía.

——¡Joder! ¡Pero usted es…! — Tony se espantó tanto que golpeó su cabeza contra el techo del auto al ver la cara del conductor. Debía ser un sueño, ¿¡Como era posible que tuviera el rostro de Lint Liuvob, su jefe a quien creía haber asesinado!?

—Ah, olvidé la máscara—rio el aficionado a los cactus quitándose el simulador de voz y arrancándose la máscara de goma que traía para mostrar la figura de un adulto joven de 26 años— Lint Liuvob jamás existió, por fortuna, su personalidad era muy molesta, aquí está lo que queda de él—continuó enseñándole el rostro de goma falso— Me presento, Taylor Hass, detective en jefe de SUITE.

El mismo hombre que había movido cielo y tierra para rescatar al joven Tony. Un hombre con tantos rostros e identidades que a veces le costaba equilibrar todos los papeles que interpretaba. El maestro del disfraz, capaz de encajar en cualquier sitio, de ser tan amable como cruel y de actuar tan refinado como vulgar.

Lint Liuvob no era más que una de las tantas identidades que el detective Hass había adoptado con el fin de investigar a la mafia LIGHTER desde dentro de la prensa. Un papel muy difícil de interpretar si se lo preguntaran. Debía representar a un anciano calmado y algo senil, nada que ver con su verdadero ser…

Los pocos que alguna vez conocieron al verdadero Taylor lo describirían como lo opuesto: Obsesivo, perfeccionista y excéntrico, él diría de sí mismo “Brillante, deberían darme un Óscar por mis actuaciones”.

Tony se le quedó viendo embobado como pasaba su mano sobre las uniones de su anticuado y gris brazo biónico, el cual andaba cubierto a medias por una gabardina negra arremangada que combinaba a la perfección con su camisa desabrochada y corbata roja. Afectaba cierto descuido en su forma de peinar sus castaños cabellos que hacían resaltar más sus ojos plateados, los cuales serían hipnotizantes de no ser por las ojeras que los rodeaban y de que los mantenía siempre como entrecerrados.

—Me tomé la libertad de rescatarte de tus sicarios y comprar el café, bebe con confianza—murmuró el detective sirviéndole un poco e instándolo a beber.

Tony seguía con la mandíbula media floja. En parte sentía alivio de que todo hubiera sido un engaño, pero si Taylor y Lint eran la misma persona entonces su situación se volvía complicada.

Ambos nunca llegaron a ser buenos colegas. ¿La razón? Tony era un chantajeador que usaba la poca autoridad que tenía en el periódico para ganar algo de dinero extra a costa de los demás empleados, fue cuestión de tiempo antes de que Lint/Taylor lo descubriera. ¡Como detestaba esa clase de gente, la que hace cosas malas por un recurso tan bajo como el dinero! Un punto de vista algo egoísta, ya que el detective no sabía lo que era tener que pasar hambre.

La arrolladora personalidad de Taylor lo había llevado a pasarse de palabras con el muchacho una que otra vez. Como aquel día en el que fue demasiado lejos, y lo llamó un estúpido por despilfarrar el dinero en un hospital lujoso para su abuela a pesar de tener lo justo para vivir.

Hass no pudo evitar volver a experimentar esa sensación que lo invadía cada vez que se lo volvía a cruzar, la sensación de que quizá había sido muy duro con él, después de todo, Ginger era solo un joven enfrentando problemas demasiado grandes para su edad.

El detective no tenía precisamente un recuerdo agradable de la palabra “familia”, quizá esa era la razón por la cual el asunto de gastar tanto en la abuela se le hacía tan burdo, aun así, sabía que Tony no robaba por que quisiera, sino porque no tenía de otra.

Cual fuera la culpa que lo aquejara, sintió el impulso de todos los meses depositar parte de su propio sueldo en la cuenta bancaria del joven en completo anonimato. Su orgullo le impedía pedir disculpas de frente, ayudarlo por lo bajo era su manera de decir: “Lo siento, hombre. No entiendo lo que haces, pero sé que no tienes opción”

—Iré directo al grano—dijo Hass cruzando los dedos y tratando de adoptar la personalidad ideal que le permitiera persuadir al joven—necesito un favor.



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En el texto hay: aventura, mercenario, magia acción

Editado: 11.05.2023

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