Aira
Una pelea sin sentido comenzó hace algunos años atrás, un lazo de las ciudades más grandes que fue destruido por un desacuerdo inútil llevó a lo que fue una era de paz, a ser el mismo infierno en tierra.
Fuí enviada por mis superiores a protegerlos, así me cueste la vida.
Nadie de aquí sabe de dónde vengo, sólamente saben lo que me permiten decir sobre mí.
El viento hace que mi cabello castaño oscuro me tape casi toda la cara, dejándome visible solo un ojo.
Veo a la gente de aquí como pelean unos contra otros, a veces no los entiendo; cambiaron todo lo que tenían, perdieron a muchos guerreros de todos los bandos, perdieron inocentes, por un simple desacuerdo, arriesgaron todo.
El rey de los Geuneul o también conocidos como sombras, hoy no está presente, nacerá su hija y como toda persona a punto de recibir a su segunda niña, está con su mujer.
Hoy sólo observo, espero instrucciones pero nadie me dice nada, si ésto empeora no me importará lo que opinen ellos, iré a hacer algo.
Después de un rato veo que los Geuneul se retiran.
Pero detras de ellos los persiguen los Yosodeul, también conocidos como elementarios; una sociedad caracterizada por controlar ciertos elementos, así eran los primeros; ahora controlan más que eso, pero se hacen llamar así.
Sigo observando y logro ver que se llevan una niña, una recién nacida.
¿Será la hija del Rey Geuneul?
Hay una parte de lo que solía ser la antigua ciudad sombra que al separarse, decidió formar su propio grupo, adoptando el nombre de Oscuridad.
Y son ellos quienes van delante de esa persecusión, supongo que se quieren vengar de los Geuneul originales y tomar su puesto.
Salgo del balcón del edificio más alto que había, al estar fuera de ahí dejo a un lado la delicadeza y empiezo a seguirlos lo más rápido que puedo sin llamar la atención.
Alcanzo a los Yosodeul y los voy dejando atrás, poco a poco alcanzo a la parte de la familia principal Geuneul hasta llegar con quién sea que tenga a la niña.
—¿Quién eres y qué haces aquí? —Me pregunta la misma persona que tiene la niña en sus brazos.
—No te importa, sólo dame la niña y no habrá problemas.
—¿Acaso sabes lo valiosa qué es ella?
—Te seré sincera, no me importa su valor, solo regresala a sus padres —amenazo. No me convencerá así de sencillo.
—¿Y si no qué? —me dice mientras saca un cuchillo.
—Si no lo haces, lo lamentarás, tanto tú como los tuyos —le advierto, conmigo no se juega.
Antes de que tocara a la niña con el cuchillo, me acerco a él y se la quito de las manos.
—Te advertí que no le hicieras daño a la niña, ¿No es así?
—¡Acaben con ella y con la niña! —grita tan fuerte que lo podría escuchar hasta el satélite en el espacio.
Cuando miré, tenía más de cien personas rodeándome con expresiones no muy amigables que se diga.
Mi tiempo aquí se está terminando poco a poco, pero por alguna extraña razón, tengo la sensación de que no me iré del todo.
Acabo con todos ellos como si fuesen hormigas, me hizo falta solamente crear una onda sonora capaz de aturdirlos.
Veo que se llevaron a la pequeña, logro ver que ya tiene ventaja pero aún así voy detrás de él, es el mismo, no se cansa.
Noto que hay un hilo de sangre marcando el camino.
Pero si a él nadie le hizo daño, entonces ¡si le hicieron algo a ella!
Minutos después la veo, nació hace poco y creo que la mató, es un desgraciado.
De mis manos salen sombras, todos los que me ven tienen cara de haber visto un milagro, pero yo no me veo así.
Tengo a la pequeña en mis brazos y siento como se debilita, está casi muerta.
—No puedo hacer nada, ella está muy débil y yo no se curar.
Todos me miraron desanimados, vuelvo a escuchar a mis superiores.
Dicen que enviaron uno, miré hacia atrás como pude.
Él se apoya en mi hombro izquierdo.
—Ellos tienen un plan con ustedes dos.
Apenas me dice eso y yo empiezo a brillar, era un brillo diferente, era mágico.
—Ahora vivirás para protegerla, a ésta niña —me dice con una sonrisa.
El brillo empieza a curarla, el chico se desapareció y yo, junto con el brillo, acabo combinada en el cuerpo de ella.
Mi propósito ahora es protegerla, más que nada ahora que es joven.
Logro escuchar a su madre, pero no puedo ver, aún no me acostumbro a estar en su cuerpo.
—Te llamarás Tormenta —dice con lágrimas de alegría.
Tormenta, un nombre caótico; tal como su nacimiento.
Yo salvé su vida, ahora la protegeré, cueste lo que me cueste.