Aira
Tormenta ya tiene diez años.
Es totalmente independiente, ya piensa demasiado bien para su edad, podrían confundirla fácilmente con una persona madura, su hermana tiene diecinueve, para su nación es una rebelde, para mí; ella está en su libertad de ser, sabe defenderse muy bien, pero no respeta las reglas impuestas por los acuerdos.
Pero Alma tomó esa decisión para salvarse a ella misma y a su familia; fue elegida como guardiana de las sombras.
Es muy arriesgado que esté en contacto con su familia, los pondría en riesgo.
La menor de las hermanas hace poco se enteró que tenía una hermana mayor, en uno de los descuidos de los guardias; descubrió una foto de hace años, poseía una pequeña escritura dorada, en un idioma casi extinto, pero aún hay quienes saben hablarlo, de hecho se enseña en las mejores instituciones, traducido aquél manuscrito dice: "Herederas al poder de Lia y Dimitruk"
Más abajo, con una letra muy clara está grabado en sangre: "Alma y Tormenta"
Después de leer eso, ella salió corriendo de aquella galería antigua.
—¡Princesa! —gritó un guardia.
Pero por más que lo intentaba, ella era mucho más veloz, al cabo de unos minutos, la perdió de vista.
—Esto es realmente confuso... —Se repitió en voz baja— Siempre me trataron como hija única, siempre estaba sola con mi hermano.
Quise hablarle, pero ella no está lista para saber de mí, no aún.
Horas más tarde regresó a su casa, aún pensando en lo que vió en la mañana.
—Tener una hermana... eso es imposible.
—Lo único imposible es que nunca la has visto— dijo una misteriosa chica mientras entraba por la ventana, su piel tenía un tono miel muy hermoso, sus ojos, completamente marrones, casi negros, y su pelo largo con un castaño claro casi rubio, se le hacía muy difícil reconocerla, su parecido era casi nulo.
—¿Quién eres tú? —el miedo se había apoderado de su ser— No te conozco.
—Soy yo; soy Alma, sabía que no me reconocerías —afirmaba con un poco de soberbia— Nos separaron hace años, solo eras una indefensa bebé, además; nuestro parecido es casi nulo.
—¿Cómo me encontraste?
—Fue muy fácil, tenía certeza que todavía nadie se atrevió a decirte la verdad, siempre estuve aquí.
—¿Sobre qué hablas?— preguntó curiosa
—La verdad de nuestra familia —suspiró— Has estado engañada por demasiado tiempo, si quieres saber todo, tienes que salir de aquí, tienes que irte conmigo.
—Espera, apenas sé quién eres y ¿ya irme contigo? Jamás haré eso, lo siento—se retira poco a poco.
Misteriosamente, Tormenta se desmayó.
Al ver esto, Alma se la lleva en brazos.
Antes de llegar al destino, se encuentra con su padre, quién sólo la miró en señal de desaprobación.
—Sabía que no era lo mejor pero, ya es tarde— Dimitruk se desapareció dejando un eco.
Pocos minutos más tarde; Alma regresa con Tormenta aún en sus brazos, la recuesta en su habitación.
—Aún no, cuando sea mayor le mostraré el castillo de las almas perdidas —dijo antes de irse.