Tormenta
—¡Sácame de aquí!—Grito con toda la fuerza que logro conseguir.
Solo escucho una risa macabra al fondo.
Las cadenas presionan mis muñecas, mis heridas arden.
Todo a mi alrededor se vuelve tan difuso, no distingo entre lo que es la realidad y la falsedad.
Poco a poco las cadenas desaparecen, el suelo tiembla; una puerta se abre delante de mí, sin dudarlo la atravieso.
Estoy en la parte más alta de un edificio, hay una niebla densa, caer es jugarle a la suerte, podría caer al vacío.
El suelo tiembla, es cuestión de tiempo antes de caer.
Salto hacia el otro edificio, todos tiemblan.
Tomo carrera suficiente como para saltar uno más alejado, lo suficiente para caer lejos del borde.
Todos tiemblan, los que ya dejé atrás se derrumban, y con esto; sé a dónde ir.
Salto de un edificio a otro, el viento hace que mi cabello brille al mostrarlo a la luz de la luna.
Veo derrumbarse uno tras otro; siempre después de que yo salto.
No puedo demorarme mucho, del contrario mi vida dependerá de una caída incierta al vacío.
Los edificios tienen un origen, pero no quiero averiguarlo.
Necesito detenerme para pensar, pero es difícil concentrarse sabiendo que en segundos tu vida puede acabarse por un mínimo error.
En mi vida jamás me pasó algo parecido, si no lo estuviese viviendo y me lo contaran; los vería como locos.
La niebla se hace más densa, y con ella, los edificios tiemblan más.
Me apresuro en saltar al siguiente pero es tarde; se cae antes de que yo llegue.
Necesito hacer algo, estoy cayendo al vacío.
Una luz blanca aparece enfrente de mí, mientras caigo.
—Tormenta—Por unos segundos siento que ya no caigo— Soy Aira; no tengas miedo de caer, el fondo no es tan malo, además necesitas llegar allí; necesitas encontrar la verdad, algo que en un futuro necesitarás.
— ¿Quién eres?— Pregunto, la luz no me permite verle la cara, solo una silueta negra.
—Tal vez en un futuro te lo diga; por el momento concéntrate en salir ilesa de aquí, tienes una misión pendiente.
Se desvanece al cabo de sus palabras, se me hace extrañamente familiar; su voz me parece haberla escuchado antes.
No le vi la cara, pero con esa voz me recuerda a alguien que de niña siempre soñaba.
Siento que algo presiona en mi pecho, voy cayendo más rápido.
No veo mucho; la niebla es demasiado densa.
La presión en mi pecho me impide respirar, necesito seguir bajando, pero mientras caigo más y más; menos puedo respirar.
El total silencio es aterrador; estoy acostumbrada a escuchar el ruido de los animales, tampoco hay olor alguno, normalmente hay olor a vainilla; es el aroma favorito de mamá.
Aquí no hay nada.
O tal vez; es que yo aquí no tengo que hacer nada.
Necesito salir de aquí.
Los últimos escenarios fueron todos en la noche, visiones en la noche; no entiendo que tiene que ver la noche conmigo.
Todo lo que veo a mi alrededor se comienza a quebrar, como si se desarmara el rompecabezas, todo pierde la forma.
Giro y veo el suelo, estoy a pocos metros de una caída en seco.
A esta velocidad eso es mortal.
Pero no tengo otra opción.
El viento me gira y caigo de espaldas.
Ya no puedo seguir respirando; no veo nada a mi alrededor, todo es tan borroso.
Mis ojos pesan; los cierro lentamente.