Dimitruk
Dos horas después de la expulsión
Atravieso un pasillo con muy poca iluminación. Necesito llegar a la sala 157 C; es donde se encuentra Yaser.
La puerta está cerrada.
—¡Abre la puerta Yaser! Ya has sacado a Lia, ¿Eso querías no? —golpeo la puerta fuerte, pero no lo suficiente para romperla— Deja de ser tan cobarde y da la cara de una vez.
La puerta se abre, él está sentado frente a mí.
—Se fue Lia, ¿Te gustaría ser el próximo? —me observa con su típica mirada de confianza— Recuerda que ya nadie confía en tí; mucho menos en Lia, dime; ¿Qué harás? —se calla unos segundos— Exacto, nada.
Sus palabras me hacen arder en enojo.
Es cierto que Lia no nació en Esperanza, ella es de Eternidad.
Pero él no tiene el derecho de correrla así como así.
Ella ayudó mucho a la población.
No solo a la ciudad, ayudó al país entero.
Ésto no es justo para nada.
—Tienes un rencor hacia mí desde hace años, el problema está entre tú y yo, no es con Lia —sentencio mientras trato de controlarme.
—Lo que pasó hace años fue tu culpa, créeme que no creo en las casualidades —explica mientras se levanta de su silla— La siguiente será tu hija si no tienes cuidado.
Me observa desafiante.
Sujeta una rosa roja.
—¿Observas esta flor? —sale fuego de su mano y la rosa poco a poco se quema— ¿increíble no? Así le haré a tu familia.
—Eres un impuro de sangre, se supone que tu raza no posee fuego.
—Así es, ¿pero quién te va a creer después de que mentiste con Lia? Exacto, yo gano.
Me observa con total confianza en sí mismo.
—Esto no se quedará así —digo mientras me alejo caminando.
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Lia
Castillo de Eternidad;
Eternidad.
Hace muchos años no venía por aquí, creo que hasta olvidé como llegar a lo que alguna vez fue mi habitación.
Me fuí de Eternidad cuando apenas tenía diecisiete años; un tiempo antes de casarme con Dimitruk.
Camino por el pasillo color salmón, tiene muchas pinturas, detalles en oro.
Tal como lo recuerdo.
Pensar que casi toda mi adolescencia fui una Adalid, para después ser reina y a la vez superior debido a la unificación de los cargos en Esperanza.
Lo más preocupante no soy yo, es lo que Yaser puede hacerle a mi familia.
Al final del pasillo hay una escalera rosada con detalles en oro.
Antes de subir me tomo la libertad de ver por la ventana.
A diferencia de Esperanza, Eternidad es mucho más tranquilo y silencioso.
—Creo que extrañabas ver por la ventana —dice mi madre, quien viene caminando detrás de mí— No ha cambiado tanto como se puede pensar.
—Ninguna ciudad grande cambia tanto en tan poco tiempo, a diferencia de Delta y Andrómeda, esas dos hasta hace diez años han estado creciendo notoriamente —explico, aunque supongo que ya lo sabe.
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Miles de recuerdos llegan a mi mente, algunos mejores que otros.
—¿Estás loca Lia? ¿Enamorarte del Superior de Esperanza? ¿Acaso sabes lo peligroso que es eso? —exclamó Terri mientras caminabamos por la orilla del lago.
—No lo sé, hace algunos días él y yo estamos saliendo a escondidas —le respondí mientras miraba al cielo.
—Solo espero que no acaben separados, no deberían de enamorarse; es romper contra el acuerdo de hace mucho —sentenció mientras me observaba con desaprobación.
Recuerdo que esa misma noche me lo encontré en la puerta de mi habitación.
—Lia, ¿hey? ¿Estás ahí? —preguntaba Dimitruk mientras golpeaba levemente la puerta.
La abrí lentamente.
—¿Qué haces aquí? —susurré— No deberías hacerlo, es peligroso.
En su mirada expresaba su total conocimiento del peligro, pero aún así lo intentaba.
—Necesitaba verte, créeme; no es fácil estar lejos de alguien cuando de verdad la quieres —dijo mientras agachaba la cabeza— Me gustas Lia, no es mentira cuando lo digo.
—Tú también me gustas, pero sabes lo difícil que sería que nos aceptaran.
Él me miraba con cierta culpa, sabía lo que podía ocurrir si nos descubrían.
—Pero aunque estén mil en contra de nosotros, yo arriesgaré mi vida por tí; sin importar lo difícil que sea en el camino —dijo mientras me sujetaba de las manos.
Pensar que en ese entonces teníamos no más de dieciséis años, nos veíamos a escondidas.
Al parecer la historia se repite pero con mi hija menor y un elementario.
Les daré la oportunidad de estar juntos, una oportunidad que yo no tuve y ahora estoy aislada de él.