Tormenta

Capítulo 26

Rayo

Tormenta me toma de la mano y me dirige hasta donde está aquella persona misteriosa.

Lentamente nos vamos acercando mientras intento avanzar, no veo nada, por lo que me resulta imposible no perder el equilibrio.

—¿Quiéres que siga sola? —pregunta.

No, ni loco te dejo sola, Yaser ya hizo demasiado.

—No, estoy bien, no te preocupes y sigamos —informo.

Ella parece no darme mucha importancia, a veces creo que me quiere solo por obligación.

Tal vez sea hora de hablar con alguien que pueda ayudarme: mi familia.

Ellos son los únicos que no me delatarán ante los otros líderes.

Tormenta me suelta la mano.

No veo nada, escucho que se aleja caminando pero nada más.

Se escucha un fuerte golpe, la luz regresa.

Veo una especie de domo metálico.

Corro hasta el objetivo pero ya no veo más. Me detengo.

Lo golpean varias veces más.

Escucho como se rompe, logro ver una chica antes de volver a no ver nada.

Sé quien es.

Es Aina, fué nombrada guardiana de la luz hace años.
Lo sé porque era amiga de mi hermana mayor.

Mi familia siempre ha tenido contacto con personas de otras ciudades; saben como camuflarse. Me entrenan para camuflarme desde que tengo uso de memoria.
Sospecho que Tormenta sabe que no es casualidad lo que sé sobre lo que sucede.
Pero tampoco es como si fuera la sabiduría en persona, sé lo que tengo que saber y hasta ahí.

Aina cae inconsciente y con ello ya todos podemos ver.

Camino hasta donde está Tormenta.

No está cansada.

—¿Estás bien? —pregunto.

—Sí, ¿Por qué no lo estaría? —responde.

—Creí que podrías haberte cansado, solo eso.

—¿Por qué tan interesado en saber qué me pasa? —pregunta curiosa.

—Creo que ya te lo había dicho.

Los segundos de silencio se me hacen eternos.

Miro al cielo, cierro los ojos.

No sé cómo tratar a una chica, lo sé.

Pero no pienso rendirme.

Por lo que me contaron ella no ha tenido pareja.

Genial; aún más difícil.

Siento como me pellizcan la mano.

—¡Hey! ¿Por qué lo hiciste? —pregunto al ver que quien lo hizo fue Tormenta.

—Estabas perdido en tu mente, no es normal verte mirar al cielo —dice entre risas—; ¿Te sientes bien?

—Sí, ¿Por qué no lo estaría?

Ella se ríe, me doy cuenta que dije exactamente su misma respuesta.

—Vale, por cierto, ¿Es tu padre el que está allí? —señala a dos hombres, uno es su padre y el otro, aparentemente es el mio.

—Si mis ojos no me fallan, sí, es él, ¿Cómo lo sabes?

—Son muy parecidos —comenta.

—Eres muy observadora —digo mientras ella parece sonrojarse.

—¿Tu crees? —dice.

—Sí, lo creo.

Ella me observa incrédula, dudando de si lo que dije fue verdad.

Ella es diferente, no es como cualquiera de las otras chicas, cualquiera al hablarle ya me decía estar enamorada de mí. Pero ella no.

Ella no cree en las palabras, aquellas que el viento se puede llevar junto a las promesas tiradas al vacío.

Ella no es así, ella es diferente, ella hace que mi mente se pierda y no sepa como actuar, ella bloquea todo pensamiento cuerdo en mi ser.

Aunque ella no lo sepa, su simple presencia me trae paz y tranquilidad.

Siempre sonríe, no sé cuándo está triste y cuándo no.

No se deja caer, al menos no lo demuestra. Cualquiera si hubieren expulsado a su madre se hubiera deprimido. Ella no es así.

Pensando en ella me pierdo fácil, creo que necesito ayuda para ya no pensarla más.

Para ella el amor es muy secundario, me costará llegar a algo más.

Le dije que me gusta, ella no me respondió.

—¿Por qué tan perdido en tu cabeza hoy? —pregunta; su voz me saca de mis pensamientos.

—No lo sé, ¿Por qué tantas preguntas hoy?—pregunto mientras veo como por reflejo observa a otro lado.

Ignora mi pregunta y se va hacia donde está su padre.

Yo me trepo a un árbol.

Me siento en una de sus ramas mientras observo a Tormenta hablar con ¿Dimitruk? Creo que así se llama.

Mi padre se sienta a mi lado.

—¿Qué opinas de aquella chica? —pregunta, así, sin dar muchas vueltas.

—Creo que es bonita —respondo, sé la respuesta que busca. No es tonto

—¿Seguro que solo te parece bonita? Vamos, confía en mí —indaga.

—Está bien, me gusta ¿vale? Pero es imposible que ella de fije en mí —explico.

—Te tengo buenas noticias entonces —comenta— Les tocó el mismo grupo en la universidad y ya hay fecha de comienzos.

¿Qué?

¿Esto es real o me juega una broma?

—¿Cómo sé qué no me mientes?




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