Tormenta Black

V

15 de mayo, 2015

Charlotte

Sin ánimo de nada me levante de la cama y fui descalza hacia la cocina. No podía seguir durmiendo, no podría si lo intentaba. Con premura me senté en el sillón observando atentamente a Colton que estaba terminando su desayuno. Recogí mis piernas hacia mi  y las abracé contra mi pecho. Quizás tuve que ponerme un suéter, hoy Londres estaba más frio de lo normal.

Me serví un poco del líquido caliente que estaba en la cafetera. No era muy fan de lo agrio, así que solo le añadí dos cucharas pequeñas de azúcar. Bebí un poco de café y miré atreves de la ventana. Todo era normal. Las personas caminaban con tranquilidad, los perros correteaban felices de un lugar a otro. Los niños sonreían a sus padres mirándolos como si fueran su joya más apreciada. Todo parecía luz en ellos.

–Un bonito día –comento Colton. Lo mire de reojo asintiendo lentamente sin apartar la vista de aquella que tenía ante mis ojos. –Voy a salir con un amigo ¿Quieres venir? –pregunto de repente invitándome. Negué, no sería buena idea. –Sera divertido –insistió sonriente. Hice una mueca tratando de no herir sus sentimientos volviendo a negar. No tenía ganas de hacer vida social hoy ni mañana o simplemente nunca.

–No voy a salir –dije cortando su rollo. Me arrepentí de haber sido un poco de ser brusca al ver su sonrisa decaer, pero tenía que ser sincera. No iría.

–Está bien, me rindo –Suspiró. Pude percibir tristeza en su voz. –Nos veremos en la tarde.

Asentí mirando nuevamente atreves de la ventana.  Observe el color que había en el retrato que reflejaba en mis ojos. No había nada que opacara, nada de oscuridad en el paisaje.

Todo en mi estaba tan pesado, me costaba tanto entender muchas cosas.

Deje la tasa con un poco de café en el mesón de la cocina y camine a mi habitación. Me recoste en la puerta, no tenía sueño, pero no quería sentir lo que era la realidad. La cruel realidad de la vida en la que ahora vivía.

Un recuerdo fugaz me azoto al momento de ver por el rabillo de mi ojo, mis cintas de boxeo. Fruncí el ceño acercándome a ellas. Todas mis cosas de boxeo estaban bien guardadas –o eso creía yo – para no volver a practicar aquel deporte. Para no volver a recordar aquellos días.

Relamí mis labios al sostener aquellas cintas viejas entre mis manos. Con sumo cuidado me las coloqué y comencé a lanzar golpes al aire. Retrocedí un poco al darme cuenta de mi respiración agitada. No estaba en forma y eso era muy razonable. Tenía tiempo desde que había dejado por completo el boxeo.

Negué con la cabeza sacándome y arrojando por cualquier lugar las cintas. Puse mis manos en mi rostro tapandome con ellas. El boxeo había quedado atrás. No planeaba regresar. No necesitaba recordar –más –todo aquello de lo que aun duele.

—Todo está mal. —susurre mirando a la nada.

Aun la herida estaba abierta

Y era más profunda de lo que pensaba






 

19 de mayo, 2015

Charlotte

Mire a ambos lados asegurándome que no estuvieran aquí. No planeaba discutir con ellos. Hoy no. Entre sigilosamente seguida de James a la casa donde vivan mis padres. Rodé los ojos al ver restos de comida por todo el sillón junto con una funda de chocolates. Masaje mi sien tratando guardar la calma.

–Sé que estás ahí, así que sal del lugar donde estés metida –demande a mi hermana pequeña. Todo estaba hecho un desastre y necesitaba a la responsable de esto para que solucione todo esto. –Azul estoy hablando en serio –me senté en el sillón a esperar que apareciera la susodicha.

Escuche una risita a mi lado. James. Se estaba burlando de mí como era de costumbre. Entre cerré los ojos mirándolo mal, se estaba ganando un golpe de parte mía.

–Tu hermanita cada vez me cae mejor –comentó divertido. Lo fulmine con la mirada

–Calla idiota –brame fulminandolo con la mirada– ¡Azul! –grite llamando nuevamente al pequeño demonio de esta casa.

Al no ver qué no daba ni señales de ella y ya sin un pizca de paciencia me levante para buscarla. Cuando me moví un poco escuche unos pasos apresurados acercarse a donde me encontraba. La vi correr directamente a James para lanzarse a sus brazos. Sonreí olvidando mi molestia. La había extrañado.

–Hola niña –saludo James a mi hermana –Pero que hermosa estas, linda –la halago mirándola a los ojos haciéndola sonrojar. Le di un zape sin perder la sonrisa de mi rostro.

Mi amigo tenía razón. Mi hermana estaba cada día más hermosa. Su piel blanca junto a sus ojos grises hacía que más de una persona se quedara encantada con ella.

–No me vas a saludar –llame su atención. Ella abrió los ojos dirigiéndose a mí haciendo lo mismo que hizo con James. Se lanzó a mis brazos haciéndome tambalear. Reí despeinando su cabello –También te extrañado –le devolví el abrazo con la misma intensidad.

Sin perder tiempo junto con todos comenzamos ordenar y limpiar todo el desorden que había. En algún momento James se fue a comprar comida para pasar todo el resto del día aquí. Hoy era esos días en que mis padres tenían que salir por motivo de trabajo.

No falle en mi palabra hacia Azul, siempre la venia a visitar como se lo había prometido.

Pasábamos todo el día. Me quedaba hasta lo más  tarde posible y por ello necesitábamos la comida. No éramos solo las dos. Con James de amigo se necesitaba todo un arsenal de comida.

–Papá y mamá te extrañan –dijo mi pequeña hermana sentándose a mi lado. La mire por un momento –Ellos te quieren mucho –envolvió sus brazos en mi cintura. Asentí, besando su cabello.

–Lo sé, cariño. –sonreí. Se que lo hacían. –Yo también los quiero mucho a todos ustedes. –la volví abrazar un poco más fuerte.

– Yo también te quiero Charlie y quiero que seas feliz –la mire a los ojos. Me observaba con aquellas esferas grises brillantes. –Feliz como lo eras antes –por un momento vi una fugaz mirada de tristeza en sus ojos que me descoloco.




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