1 de mayo, 2007
Charlotte
Apretando los puños a mis costados entre sin mirar a nadie a mí alrededor lanzando mi bolso de entrenamiento a una esquina sin importarme si se perdía o no. Estaba furiosa, debí haber hecho que se tragaran sus propias palabras.
Respire profundo tratando de tranquilizarme, pero era inútil. Mis músculos estaban tensos por toda la rabia que sentía acumulada.
Malditas zorras
Trate de que no me importara todo lo que había sucedido en el instituto, pero fue imposible. No podía olvidarlo. Necesitaba sacar toda la furia que sentía dentro antes de que terminara haciendo una locura. Antes de que fuera hacer que se arrodillaron frente a mi pidiendo perdón.
Mire a mis costados buscando un banquillo o algo donde pudiera sentarme, pero nada. Me acerque a una columna de concreto y arrime mi cuerpo a ella hasta deslizarme y sentarme en el suelo. Cerré los ojos tratándome de relajarme, pero fue imposible cuando escuché una carcajada al frente mío.
Quise golpearlo con tanta fuerza hasta borrarle la estúpida sonrisa.
Algunas veces no sabía si era o se hacía el idiota. Porque en la forma en la que se comportaba dudaba mucho que el fuera el mayor. Que fuera mi hermano mayor.
–Cálmate hermanita –sonrió de lado –que ya mismo te salen humo por las orejas como si fueras una chimenea.
–se burló.
Abrí los ojos mirándolo mal aun sin entender porque demonios me había traido a un gimnasio.
–Que te den –le saque el dedo del medio.
– ¿Qué me van a dar? –bromeó carcajeándose. Apreté la mandíbula. Se estaba riendo en mi cara, se estaba burlando de mí. – No entiendo porque estas tan enojada si casi tú le destrozas la cara a esa pobre niña de tu salón. –se mofo gracioso.
.
–Eres tan molesto – Puse los ojos en blanco –Quiero irme de aquí –exigí levantándome del suelo.
–Lo lamento, pero no será así –me miro inocentemente. Fruncí el ceño sin entenderlo –Aquí vas a descargar todo tu enojo. Aquí vas aprender a boxear. –dijo señalando un saco de boxeo.
–Estás loco –lo mire incrédula. Jamás se me había cruzado la idea de hacer algo como eso. Además ya practicaba un poco de gimnasia.
–Puede que sí –se encogió de hombros – pero ya sabes lo que dicen de las personas locas. Solo las mejores lo están –me miro sonriente – Ya regreso, voy a conseguirte todo el implemento para que comiences con tu entrenamiento de inmediato –lo mire anonadada desaparecer por un pasillo.
–Maldición –maldije por lo bajo.
Me acomode correctamente mis pantalones cortos de ejercicio y mi ramera blanca cuando me saque mi sudadera. Estaba comenzando hacer calor. Sujete bien mi coleta mientras mis ojos recorrían todo el lugar hasta que se detuvieron en un lugar específico.
Caminé sin desviarme de mi camino hasta llegar al otro lado del gimnasio donde pude ver a un muchacho destrozar un saco de boxeo. Lo golpeaba sin compasión. Mordí mis labios tratándome de acercarme un poco más tratando de no interrumpirlo, pero alguien se interpuso en mi camino.
–No te acerques a el –me advirtió un desconocido apareciendo ante mí. Alce mis cejas haciendo una mueca.
–No es tu problema si lo hago o no.
–Él te puede lastimar, así como lo está haciendo con el saco de boxeo. Te puede destrozar.
–Él no me va a lastimar –brame enojada por su intromisión.
– ¿Cómo estás tan segura? –pregunto incrédulo –Ni quiera lo conoces –recalcó –Él te va hacer daño, niña. Mejor aléjate de el –me miró con superioridad.
–Un desconocido no me va a venir a decir que es lo que tengo que hacer así que apártate de mi camino –siseé molesta harta de su palabrería.
–No soy un desconocido –dijo mirándome fijamente –Soy Dylan Miller, mejor amigo de él desde pequeño. –aclaro – Sé cómo es y por eso quiero advertirte. –hablo ya exasperado.
–No necesito que me adviertas de nada. Sé cómo cuidarme y sé que él no me va hacer nada –pase por su lado chocando su hombro con el mío llegando hacia donde estaba el muchacho que aún seguía machando el pobre saco de boxeo.
Me quede observando sus movimientos sin decir nada. Solo quería verlo con más detalle.
–Tenías que seguir su advertencia –dijo una voz ronca. El.
–No me vas a lastimar –asegure simple.
– ¿Cómo estás tan segura? –pregunto sin mirarme lanzando un fuerte puñetazo al saco casi arrancándolo donde estaba suspendido.
Parecía que me quería intimidar, sonreí de lado. No lo lograría.
–Solo lo sé –me encogí de hombros restándole importancia.
Negó con la cabeza mientras derribaba con toda su fuerza el saco destrozándolo completamente.
–No te acerques a mí. Te voy a lastimar –respiro agitadamente mientras se quitaba las vendas.
–No lo vas hacer y si lo haces no me importa. No voy alejarme.
Se quedó callado por un momento antes de mirarme por un segundo antes de colocar otro saco que estaba por ahí. Sus ojos me cautivaron, me hechizaron. Se colocó nuevamente las vendas antes de comenzar a golpear el nuevo saco que coloco. Ninguno de los dos volvió hablar.
Todo estaba en silencio hasta que el sonido de mi móvil nos interrumpiera. Era Drew, bufé.
Justo en este momento aparecía. Rodé los ojos, le daría un golpe.
–Parece que te buscan.
–Si –hice una mueca antes de sonreír –Nos veremos luego nuevo amigo –me gire para marcharme, pero me quede quieta al recordar que no sabía su nombre – ¿Cómo te llamas? –pregunte curiosa.
Por un momento pensé que no me iba a responder hasta que volvió hablar.
–Seth –dijo – Seth Price –me dio una última mirada antes de volver a golpear duramente el saco.
–Yo soy Charlotte Black –mi sonrisa no se podía hacer más grande –Y nos volveremos a ver eso tenlo por seguro Seth –y me di la vuelta caminando hacia mi hermano no sin antes guardarme su rostro en mis pensamientos.
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amor a primera vista, amor amar cielo cuidar enamorada hombre, amor a traves del tiempo
Editado: 11.11.2021