Tormenta Black

XXI

7 de agosto, 2015

Charlotte

De un momento a otro la ciudad me parecía pequeña.
No sabía porque, pero siempre terminaba aquí. En el Strength. Parecía que inconscientemente mis paseos nocturnos me llevaban aquí.

A mi lugar de recuerdos.

Toque mi pecho, sintiendo que todo estaba siendo demasiado. Muchas emociones en tan poco tiempo me estaban trayendo recuerdos.
 

—No puedes irte.

—Yo tampoco quiero hacerlo Drew, pero que quieres que haga. —su voz estaba llena de frustración y tristeza. —Mamá tiene su corazón roto. No puede estar en una casa donde están todos los recuerdos que la llenan de tristeza.

—Igual que mi Charlotte. —dijo impotente mi hermano.

Recoste mi cabeza contra la puerta de mi habitación. Suponía que ellos creían que estaba dormida.

—Lo se. —susurro Elliot. —Yo perdí a mi hermano, pero ellas perdieron una parte de su corazón.

—Tienes que encontrar una manera en que no afecte tu partida más su estado. No puedo seguir viendo como se desmorona más y más.

—Lo intentaré.

—No lo intentes, hazlo.

Queriendo no escuchar más, regrese a mi cama. Me en volví con mi manta y solamente me dejé caer en un sueño que se convertía en una pesadilla.
 

Cerré los ojos masajeando mi sien tratando de apaciguar el dolor, negué con la cabeza. Tenía que seguir adelante. Tenía que dejar mi mierda aun lado y seguir, pero no podía. No podía solo olvidar todo.

No podía.

Solté un suspiro profundo antes de darme media vuelta y marcharme. No estaba bien, quería descansar. Me sentía débil. Pero cuando me iba a marchar vi por el rabillo del ojo qué estaba abierta la puerta trasera del gimnasio.

Fruncí el ceño extrañada mientras caminaba hacia ahí a verificar que todo estuviera bien. Entre mirando cautelosamente mis costados para no llevarme ninguna sorpresa. Todo estaba muy silencioso.

– ¿Hola? –Pregunte al notar todo el lugar con las luces apagadas – ¿Hay alguien?

–Charlotte –exclamo una voz profunda a mis espaldas haciéndome sobresaltar –Cuanto tiempo sin verte niña–me sonrió cálidamente.

–Jorge –sonreí con nostalgia.

Jorge Davis, mejor conocido como J es el mejor entrenador de Londres y un exboxeador de la UFC. Él fue uno de los grandes hombres que me vieron crecer y fortalecerme, así como caerme y derrumbarme.

– ¿Cómo has estado? –Pregunto –Es una sorpresa verte por aquí.

–Bien creo –rasque mi nuca –Vi la puerta del personal abierta y me acerque para ver que todo estuviera bien –me encogí de hombros.

Todo se sentía extraño desde el momento en que entre. No podía decir que estaba cómoda pero tampoco con disgusto.

– ¿Y los chicos? –Volvió a preguntar mientras se sentaba en una silla de metal que estaba al lado de un saco de boxeo – ¿Aun están haciendo de las suyas? –me brindo una sonrisa genuina. Me mordí los labios desviando la mirada.

– Ya no hablamos mucho –conteste aun sin mirarlo a los ojos. El me miro extrañado, pero asintió sin decir nada. Todo quedo en silencio, me levanté sigilosamente y cuando pensé darme media vuelta y marcharme el volvió hablar.

–Todo el gimnasio sin ustedes ya no es igual –comento soltando una risita –Ustedes hicieron la diferencia.

Me quede en silencio. Después del accidente ninguno de nosotros volvió a practicar boxeo en este gimnasio. Todo estaba lleno de recuerdos. En cada rincón de este lugar había una parte de nosotros.

– ¿Cómo te va en el club? –pregunto cambiando de tema. Él no lo noto por lo que siguió hablando.

–Todo estupendo –respondió –Hace algunos días hice un especial de boxeo en un bar que recién me hice dueño. Todo el local se llenó a golpe.

–Eso es genial –el asintió

– ¿Piensas volver a entrenar, Charlie? –Pregunto de la nada mirándome fijamente– Sabes que las puertas de mi gimnasio siempre van a estar abierta para ti cuando desees volver.

Mis vacíos ojos recorrieron todo el lugar cuando pronuncio las últimas palabras. Detuve mi mirada en un lugar específico. En aquella esquina donde lo vi por primera vez.

Mi corazón se encogió

–Yo... –respire profundo –No creo que vuelva a boxear. No por ahora.

Y tengo la posibilidad en mi mente de no volverlo hacer nunca.





 

11 de agosto, 2015

Charlotte

Mire fijamente a Colton tratando de incomodarlo, pero este no me tomo en cuenta. Estaba demasiado concentrado en la investigación que tenía que realizar para la universidad. Bostece. Eran las diez de la noche.

Era extraño que estuviera aquí, pero estaba dejando de beber. Quería tener fuera de mi organismo el alcohol y lo estaba cumpliendo.

–Se acerca tu cumpleaños –murmuro Colton sin despegar sus ojos de la computadora.

–Si –conteste simple.

– ¿Y? –Me miro rápidamente para volver a concentrarse – ¿Qué planes tenemos? –pregunto.

–Ninguno

No tenía planeado celebrar mi cumpleaños. No me interesaba en lo absoluto, hasta creo que lo había olvidado sino hubiera sido por el que lo acaba de mencionar.

–Charlie... –comenzó a decir, pero gracias al sonido de mi móvil lo detuvo.

Me encogí de hombros mientras salía de su habitación descolgando el móvil. Colton tenía que dejar ese tema. Además, no podía ni quería celebrar mi cumpleaños porque se acercaba aquella fecha que rompía mi corazón.

–Charlie –dijo la voz de James –Necesito tu ayuda –pidió. Fruncí el ceño tensándome mirando nuevamente el reloj. Diez y media de la noche.

–Claro, dime –respondí rápidamente.

–Estoy por un club que queda por las afueras de Londres –miré extrañada el móvil sabiendo el lugar al que se refería –Fui a ver a mi hermano que se había metido en unos problemas, pero ya lo solucioné. –explico.




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