Tormenta Black

XXVI

6 de septiembre, 2015

Charlotte

Encendí el cigarrillo que tenía en mis manos. Le di una profunda calada masajeando mi sien. Después de tener esa charla con mis padres y mi hermano el día que los visite decidí desparecer del radar de todos. Hasta de Elliot.

Estar a las afueras de Londres a la dos de mañana era tan... desolador. Me sentí como si estuviera caminando hacia un lugar que no tiene salida. Me sentía atrapada en mi misma. Como si hubiera un peligro a la vuelta de la esquina que todos sabían menos yo.

Cada vez que me veo en el espejo odio lo que se refleja en él. Detesto ver en lo que me convertí. Y no sé cómo cambiarlo o si realmente quiero hacerlo que me produce tener tanto miedo.

Miedo a mí misma.

Estoy cansada de pelear por algo que ya no existe porque deje de existir cuando él lo hizo. Y algunas veces he llegado a imaginar cómo sería la vida sin mí.

¿Por qué no pude tener mi final feliz?

Siento que estoy condenada estar sola por el mundo. Sin nadie a mi lado, sin él agarrando mi mano. Ver que todos mis amigos o conocidos estén avanzando con sus vidas mientras me sigo estancando es un sentimiento horrible.

–Solo quise ser feliz –susurré mirando hacia lo lejos.

Tener un nudo en la garganta en todo momento que me impide hablar o respirar todos los días es espantoso. Es como saber que por cualquier mínima cosa que suceda me puedo derrumbar y no quiero eso.

Ya no quiero llorar.

No quiero ser vista como alguien débil que llora todo el momento. Quiero ser la de antes.

Quiero ser feliz.

Pero eso no sucederá, porque no puedo ser feliz. Todo lo que anhele en mi vida, para mí ya no está. Y nunca lo volverá estará.

Bote el cigarrillo para apagarlo con la punta de mi zapato. Frote mis ojos cuando estos comenzaron a picar. Me recargue en el auto mientras cogía mi celular y revisa si había algo. Hice una mueca al observar que había demasiadas llamadas perdidas de todos.

Suspire guardando mi móvil y le metí al auto. Encendí el motor para marcharme. No quería preocuparlos más de lo que ya lo estaban. Mire la hora, eran las cuatro. El tiempo se había pasado rápido.

El trayecto fue rápido, no había casi tráfico. Estacione el auto y saque las llaves de él lentamente. Me acerqué sin hacer ruido a la puerta y la abrí sigilosamente tratando de no despertar a Colton.

Todas las luces estaban apagadas. Me quite la chaqueta dejándola en el armario junto con mi gorro de lana. Pase por la sala para ir por un poco de agua a la cocina

– ¡Apareciste! –exclamo una voz desde la oscuridad.

Brinque del lugar donde estaba. Demonios.

–Mierda –maldije por lo bajo –No hagas eso –me quejé poniendo una mano en mi pecho por el susto.

– ¡¿Qué no haga eso?! –pregunto irónico mi primo – ¡Pensé que te había ocurrido algo! –manifestó exaltado.

–Tranquilízate.

Omití mi camino a la cocina y me fui directo a mi habitación queriendo evitar lo que me tuviera que decir. Detrás de mi podía sentir los pasos de Colton siguiéndome. Solté un suspiro, pensé que estaba durmiendo o algo. No jodidamente esperándome.

–Charlie, por favor –pidió.

Me di media vuelta observándolo, tenía una mirada intranquila. Suspiré.

–No me paso nada, solo quería tiempo a solas.

–Desapareciste por varios días –gruño. Me contuve de poner los ojos en blanco –Todos están preocupados por no saber tu jodido paradero. –se revolvió el cabello –Esto tiene que acabar, no puedes seguir así. No puedo seguir observando cómo te destruyes a ti misma –desvié la mirada.

–Yo ya estoy destruida. –declare sonriendo triste.

–No –sostuvo mi mano –Aún es tiempo. Todavía puedes volver hacer tu.

–Eso es lo que más quisiera –exprese –Pero no puede suceder.

–Me duele verte de esta manera.

–No tanto como a mí.














 

10 de septiembre, 2015

Charlotte

Levante la cabeza que tenía debajo la almohada mientras dormía. Estire el brazo alcanzando el teléfono para ver qué hora eran. Me sorprendí al darme cuenta que eran casi las dos de la tarde. Me senté en la cama y estiré los brazos mientras bostezaba.

Camine descalza aun somnolienta al baño para darme una ducha. Quite mi ropa lentamente hasta quedar completamente desnuda. Cogí un cepillo de dientes junto a un poco de pasta dental y comencé a lavarme los dientes. Abrí la regadera temporizando que salga agua caliente. Entre en ella mojando mi cabello y puse shampoo en el. Cerré los ojos enjabonando mi cuerpo.

Luego de quitar todo residuo de shampoo y jabón deje que la lluvia artificial cayera sobre mí, algunos minutos. No los conté solo deje que pase el tiempo sin preocuparme de nada más.

Cuando comencé a sentir mi piel arrugada decidí que era tiempo suficiente de quedarme de esa manera. Cerré la llave de la regadera y cogí una toalla que estaba en los estantes. Me envolví en ella y me salí de ahí. Me puse ropa interior mientras buscaba lo que me pondría el día de hoy. Opte por unos vaqueros de mezclilla y un suéter de lana color gris junto con un gorro del mismo tipo.

Termine de secar mi cabello con la secadora y me coloque la ropa. Peine un poco mi cabello con mis manos antes de colocarme el gorro en mi cabeza. Fui a la cocina y busqué algo que preparar. Eche una mirada rápida al reloj, no había tiempo de hacer una comida con demasiada preparación si quería alcanzar a James antes que saliera de la universidad. Prepare dos tostadas juntos con unos huevos revueltos y una taza de chocolate. Hoy había amanecido bien, realmente bien.

Una vez que terminé mi comida, cogí mis llaves del coche que estaban en la encimera y salí del departamento. Encendí el coche y emprendí mi camino hacia mi amigo. Estaba de buen ánimo que hasta encendí la radio y comencé a tararear las músicas que pasaban.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.