Tormenta Black

XXX

21 de septiembre, 2015

Charlotte

Mirando mal la bandeja donde estaba todos los medicamentos que me habían hecho tomar, me volví a tumbar en la cama. Estaba cansada de esto, pero no le quedaba de otra que seguir soportando.

Respire profundamente mirando a la enferma cambiar mi bolsa de suero por una nueva. Al parecer según los médicos yo no estaba bien. Mi salud estaba demasiada deteriorada. Resople, eso hasta yo lo sabía. Era demasiado evidente.

En la realidad ya lo había sospechado desde algunas semanas que había comenzado a tener demasiados dolores de cabeza junto con los mareos que me daban en las mañanas cuando estaba con Colton.

Hice una mueca, miré el reloj que estaba al frente de mi cama. Faltaba poco para que el horario de visita inicie. Mi primo estaria ya afuera de la habitación como de costumbre hasta que lo permitieran el ingreso.

Hice una mueca, realmente no quería permanecer más tiempo aquí. Detestaba los hospitales, demasiado. No tenía buenos recuerdos de él.

Bostece, quizás pueda dormirme hasta que llegue Colton que se había convertido en mi sombra o en todo caso mi nuevo amigo. Que aparecía cuando menos me. Lo esperaba. Ladee un poco la cabeza, desde que estaba aquí no había visto en ningún momento a James. Mis pensamientos se fueron al caño cuando de repente la puerta se abrió de un fuerte golpe haciéndome sobresaltar. Mierda.

Elliot

– ¡Charlotte! –exclama furibundo mientras me abrazaba. Demonios, el no debería estar aquí. El no debería saber que estoy internada en un hospital. –Me asuste tanto por no saber de ti en casi dos semanas –murmuro con la voz ronca mientras aún estaba en sus brazos.

–Estoy bien –susurré débilmente –tranquilo –le di una pequeña sonrisa.

–Todos estaban actuando muy extraño cuando preguntaba por ti. Nadie me daba razón de donde estabas –gruño sosteniéndome los brazos de manera delicada mirándome a los ojos –Y quise tanto golpear a Colton cuando se escondía de mi –escupió entre dientes. Solté un pequeña risa, eso hubiera sido buena idea por estar tan intenso.

–Seguro lo hubieras hecho polvo –bromee. Esbozó una sonrisa triste.

–Cuando logro que al fin alguien me diga donde estas –sus ojos se humedecieron –me entero con la sorpresa de que estas internada en un jodido hospital –desvié la mirada sin saber qué decir. –Tú no sabes lo difícil que fue para mí no enloquecer al enterarme el motivo por el que estas aquí –mire mis manos tratando de encontrar las palabras adecuadas. No quería decepcionarlo más de lo que ya estaba.

–Lo siento tanto –mi voz se volvió frágil.

–No se trata de sentirlo Lottie –su voz se quebró –Pensé que te perdía –me abrazó fuertemente.

Realmente quería acabar con todo esto, pero no quería ser el motivo por el cual mi familia sufra, ni Elliot, peormente a Marie. Trague saliva, tenía que acabar con esto de otra forma. Tenía que terminarlo definitivamente.

–Después que salga del hospital voy a inscribirme para participar en el torneo Nacional del Boxeo –dije mirándolo a los ojos. Su rostro estaba pálido –Voy hacerlo y necesito que seas mi mentor. Mi entrenador personal –pedí sujetando sus manos con firmeza. Necesitaba que el estuviera conmigo para poder hacerlo.

–Yo... -trato de decir, pero las palabras parecían que no llegaban a él.

–Estoy preparada para terminar lo que empecé hace casi dos años –respire hondo.

– ¿Estas segura de querer hacerlo? –pregunto despacio para asegurarse de mis palabras. Asentí cerrando los ojos por un momento.

–Llego el momento de cerrar heridas.

–Te apoyare en todo lo que decidas Lottie –Elliot tomo gran respiro profundo –Cuenta conmigo para lo que sea. –beso mi frente.

–Regrese

–No –lo mire sin entender por lo que había dicho –Tormenta Black regreso.

Relamí los labios. Tenía razón, no regrese yo

Tormenta Black lo hizo, y más fuerte que nunca.













 

24 de septiembre, 2015

Charlotte

Luego de la visita de rutina de los médicos, me dispuse a desayunar. Hice una mueca de disgusto al morder el pan integral con un trozo de queso. No sabía que era peor, el desayuno, el almuerzo o la merienda. Realmente ninguna de las tres comidas que me daban era mejor, demonios parecía que solo comía vegetales hervidos sin sabor. Iug.

–Es por tu bien –hablaron de la nada sobre saltándose.  Brinque por el susto mirando rápidamente al intruso. Rodé los ojos, demonios, un día de estos me moriré por un infarto.

–Pues si siguen alimentándome de esta manera voy a convertirme en otro vegetal. –gruñí

–Tan dramática como siempre.

–Gracias, me halagas –ironice. Bruno puso los ojos en blanco dejando las flores en un pequeño jarrón que había en la mesita de noche que tenía en esta habitación antes de sentarse con la elegancia que lo caracterizaba en la silla que se encontraba junto a mi cama. Seguí sus movimientos mientras seguía desayunando aunque no tuviera apetito. –Hoy tu visita se adelantó –lo observe con obviada.

Desde que había despertado hace seis días con su presencia en mi habitación por mi casi muerte segura, él no había dejado de venir a verme. Siempre regresaba con un ramo de claveles.

–Con todos los guardianes que tienes cerca me es difícil dialogar a gusto contigo –comento volviendo a rodar los ojos. El, tenía razón.

Cuando el horario de visita se acercaba ya se encontraba en el hospital Colton o Elliot. Ninguno de los dos se separaba de mí, y más después de saber mi decisión de volver al boxeo. Hasta algunas veces se quedaban a dormir, tenía que casi botarlos de la habitación para que ellos vayan a descansar a casa. Era una suerte que mi primo no les haya dicho nada a mis padres, lo menos que quería era preocuparlos.




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