Tormenta Black

XXXVII

19 de noviembre, 2015

Charlotte

Ladee mi cabeza esbozando un sonrisa cínica logrando que me atacara sin percartarce de mis movimientos. En un movimiento rápido que no logro esquivar, le lance un gancho derecho logrando tumbarla en la lona dejándola inconciente en el instante. Vaya, esto se estaba poniendo interesante. Lástima querida será para la próxima.

—Tormenta Black —se sube rapidamenge un tipo al cuadrilátero que no me da tiempo de relajarme por un momento y me alza el brazo en el aire. Es el organizador de la pelea —Es la ganadora —ruedo los ojos y me suelto de el. Bajo de la lona y salgo de las rejas que protegen el mismo.

Siento palmadas en mis hombros y personas gritando mi nombre llamando mi atención. Sigo mi camino sin detenerme hacia el vestidor donde están todas mis pertenencias. Solté un suspiro y me dejo caer en la primera silla que veo exhausta. Sino me equivocaba eran casi las tres de la mañana.

Movi mis hombros un poco, pero como lo esperaba un dolor aparece haciendome consciente que esa tipa me golpeó en lugares estratégicos. Bufé, ni siquiera podía imaginar como estaba mi cara luego de ver una gota de sangre rodando por mi rostro.

Esperaría unos minutos a que me trajeran el dinero que gane y me largaria de aquí. Tenía muchas cosas que hacer y poco tiempo. Necesitaba curar y tomarme algo para estas heridas cuanto antes, no quería preocupar a nadie.

No quería que se enteraran que estaba metida en peleas clandestinas.

Sobre todo, no quería que Elliot supiera que estaba en esto.

—Hoy te superaste —fue lo primero que dijo el organizador entrando a la habitación con una maleta donde suponía estaba mi dinero. —Superaste todas mis espectativas. —sonrió entregandome el maletin.

—Gracias supongo —hice una mueca volviendo a sentar. Este asintió sin emitir una palabra. Nos quedamos un rato en silencio hasta que el rompió el silecion. 

—Después de cada pelea se realizan carreras de motos. ¿Te gustaría asistir? —por mucho que me llamara la atención eso, necesitaba descansar. Mañana volvía a tener entrenamiento o mejor dicho, en unas cuantas horas tendría a mi entrenador sacando todo de mi en el gimnasio. Necesitaba estar con las pilas puestas si se podría decir.

—Gracias, pero no podré. Tengo compromisos en la mañana. Necesito descansar —decline su invitación tratando de soñar no tan brusca.

—Entonces podría ser para la próxima —asentí sin con confirmarle nada —Me marchó para que puedas cambiarte. Hasta otro día. —se despido saliendo y cerrando la puerta tras de él.

Solté un bostezo restregandome los ojos y comencé a guardar todas mis cosas. Sólo quería llegar rápido para ducharme y dormir. Lo necesitaba con urgencia.

No me daba buena espina llevar el maletin así no más. Y aún más sabiendo que tenía una fuerte cantidad de dinero de hombres que apuestan por ver a dos mujeres boxeando. Creo que era una suerte haber traído la maleta grande de entrenamiento. De esa forma podría meter todo el efectivo hay y nadie sospechara que llevaba eso.

Deje el maletin en una esquina luego de guardar todo mi dinero y salí de esa habitación. Me coloque la capucha para ocultar mi rostro para tratar de salir de esta bodega sin que nadie se percartara de mi presencia. Todo el lugar que estaba repleto de gente, al parecer se estaba anunciando otra pelea.

Me encogí de hombros, no era mi problema. Salí rápidamente tratando de no chocar con alguien y camine perdíendome entre las calles.

Sujete bien mi maleta al percatarme de que un automóvil me estaba siguiendo. Mi primer impulso sería correr, pero tendría que se astuta. Lo menos es que quiero es que me maten solo por robarme.

Lo material se recupera, la vida no.

Trate de perderlos de vista metiendome entre callejones, pero era imposible.

Harta de la situación me detuve al mismo tiempo que el coche y me gire hacia ellos.

—Si vas a robarme hazlo de una buena vez, no tengo toda la madrugada para que lo hagas —gruñi de mal genio. Estaba agotada y quería descansar lo más pronto posible.

La puerta del coche se abrió y de el salió un tipo vestido con un traje de negro, como si fuera un guardaespaldas. Hice una mueca, me parecía familiar su rostro, pero no recordaba de dónde. Espera, ya sabía de dónde era este hombre.

—Un gusto señorita Black —hablo acercándose a mi. Asentí con la cabeza como saludo.

—Trabajas para Bruno, no es así —no era una pregunta, era una afirmación.

—Usted está en lo correcto —acepto —El señor no dio una orden de escoltarla a su departamento cada vez que salga de alguna pelea clandestina.

Me era raro que el no fuera por mi personalmente como solía hacerlo. Quizás le surgió algo.

—Entiendo —frunci el ceño debatiendo a preguntar o no. Me encogí de hombros, era una pregunta normal en todo caso. — ¿El está bien? —restregue mi ojos cansados.

—Por motivos de fuerza mayor el señor tuvo que regresar a la ciudad donde el reside.

Ladee mi cabeza, esa respuesta no respondía a lo que yo quería saber, pero sabiendo que no obtendría nada mejor lo deje pasar. Le preguntaría personalmente a Bruno cuando volviera a Londres.

— ¿Me puedes llevar al departamento por favor? —Bostece somnolienta. Este asintió haciéndose a un lado para abrirme la puerta. Luego se subió a lado del copiloto.

Al parecer tendría dos niñeras cuidando de mi. Bufé, como si no tuviera ya suficientes con los chicos.

No pasaron más de treinta minutos cuando llegamos. Sentía los ojos demasiados pesados, me los volví a restregar unas cuantas veces antes de salir del auto no sin agradecer su ayuda.

Sin hacer mucho ruido abrí la puerta y me dirigí directamente a mi habitación. Dejé a un lado de la cama la maleta con el dinero y me comencé a quitar todo la ropa para ducharme.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.