Tormenta Black

LIII

Charlotte

Trate de abrir los ojos, sentía los rayos de sol en todo mi rostro. No podía seguir descansando. Intenté moverme lentamente, pero sentí muchas cosas conectadas a mi.

Si no lo olvidaba, antes de desmayarme al frente de todos me había dado un fuerte dolor en el pecho que me hizo caer de rodillas. Realmente comenzaba a creer que estaba teniendo problemas en el corazón, aunque los doctores dijeran que no tenia nada.

No era normal que sintiera eso.

Escuché a los lejos una voz muy familiar, una voz que hacía sentir cálida. Abrí los ojos completamente cuando caí en cuanta que estaba en un hospital y había ganado el torneo de boxeo.

Gane.

Finalmente lo hice, a pesar de todas mis lesiones que tuve después del ataque que recibí, pude continuar con mi camino hacia la victoria. Lo logré.

Abrí los ojos lentamente pestañando unas cuantas veces acostumbrandome a la claridad. Me irritaba más de lo costumbre la luz. Quise mover mis piernas, pero sentí muy entumecido mi cuerpo. Quizás se debía por tantos golpes que había recibido.

Agradecí en el momento en que una enferma entro a mi habitación con algunos medicamentos. Cuando se fijo en mi casi se le cae la bandeja en el piso. Quise reír, pero me contuve. No quería provocar un ataque a la pobre señora.

- ¡Despertaste! -exclamó corriendo hacia mi. Traté de decir algo, pero mi garganta está demasiada seca. -Tranquila, no te desesperes. -agarro un poco de agua de la jarra que estaba en la pequeña cajonera que había a lado de mi cama. 

Quise sujetar el vaso con mis propias manos, pero las sentía muy pesadas, como si  hubiera pasado bastante tiempo de que no las movía.

-Gracias -susurre con la voz ronca. Como si no hubiera hablado en meses.

Sus ojos se volvieron brillosos. No entendía nada de lo que sucedía. No entendía de porqué su reacción, se supone que en algún momento debía despertar ¿No?

Iba añadir algo más, cuando la puerta se abrió suavemente.

Era Elliot.

Al fin un rostro que conocía. Cuando iba a decirle algo el pequeño ramo que traía en sus manos se cayó cuando sus ojos se pusieron sobre mí. Fruncí el ceño, sin entender su reacción. ¿Que demonios sucedía?.

-Oh, Dios mío. -sus manos temblaron al acercarse a mí. -Dios mío, despertaste. -y sin más comenzó a llorar. La enferma que se encontraba en la habitación me brindo una pequeña sonrisa emotiva antes de irse, supongo que para darnos privacidad.

-Tranquilo -murmure con la voz ronca acariciando su cabeza que estaba en mi regazo.

-Esto... El... -estaba sorprendida. Nunca lo había visto en este estado. Parecía en Shock. -El siempre permaneció a tu lado. Nunca te abandono. -lo miré sin entender.

Luego de unos cuentos minutos finalmente se calmo. Limpie cómo pude con mis manos las lágrimas que aún salían de sus ojos.

-No estoy tan fea para que estés así. -bromee un poco haciendo que riera.

-Tengo que avisarles a todos -se levanto de un salto saliendo de la habitación, pero se regreso para abrazarme fuerte. -Cuidado de irte a dormir de nuevo, que ya dormiste mucho. -sonreí negando con la cabeza. No entendí a que se había referido. 

Sin más salió, no sin antes darme una última mirada. Luego pasado diez minutos un montón de médicos ingresaron a mi habitación para hacerme evaluaciones. Un poco sacada de onda deje que me hicieron todos los chequeos que fueran necesarios para que me dejaran ir pronto. Detestaba los hospitales.

Una vez que sé fueron, cerré los ojos, pero no me dormí. La luz me molestaba un poco. Quise quejarme cuando la puerta se volví abrir. Era muy pesada esta gente, de veras.

-Mi Lottie -mi corazón se congelo.

Era el.

Es su voz.

Abrí los ojos desesperadamente. Trague saliva sin poder creer que el estaba aquí, que estaba junto a mí. Tenía el cabello un poco largo y una barba de tres días, pero era el. No podía confundirlo. Tenía la mirada triste y observaba mi mano para después sujetarla. Cuando lo hizo apreté la suya para creer que esto no era un sueño, mi mente no podía ser tan cruel.

Se sobresalto y levantó enseguida su mirada. Nuestros ojos se conectaron. Aunque todo de mi estaba entumecido, saqué fuerzas donde no habían para poder abrazarlo. Solloce, era real.

Es mi Seth.

Todo parecía surrealista, pero no me importaba. Estaba con el y era lo único que necesitaba. Sus brazos me rodearon y me abrazaron completamente sin hacerme daño.

-Eres tú, realmente eres tú. -no podía parar de llorar.

-Finalmente regresaste a mi -junto nuestras frentes logrando que nos miremos directo a los ojos. -Sabía que lo harías.

-No entiendo que sucede. -dije desorientada lloriqueando.

Estaba feliz de tenerlo a mi lado, pero tenía miedo de que volviera a desaparecer de un momento a otro. No soportaría volverlo a perder de nuevo.

Ya no.

-Mi Lottie tuviste un accidente. Chocaste contra un poste de luz. -explicó lentamente para que pudiera procesar todo. -Estuviste en coma casi un año.

¿Yo? Entonces era a mi a quien estaban llorando. Yo era la del accidente.

Comencé a respirar sonoramente. Que se supone que estaba viviendo durante casi dos años, porque todo se sintió tan real.

Mi corazón se ha roto durante casi dos años sin razón alguna.

El estaba vivo.

El estaba a lado de mi.

El no me soltaría jamás.

-Pensé que nunca te volverá a ver -dije en un hilo de voz. Seth solamente me acaricio mi cabello de la misma forma de siempre.

-Sabía que volverías a mi.

Esas palabras, aquella frase que escuchaba mientras estaba viviendo una vida que no era mía siempre me fue muy familiar. Fue su voz, el me estaba esperando a que despertara.

Yo rompí su corazón entonces.

-Siento haberte hecho sufrir durante todo este tiempo -mis ojos se volvieron a cristalizar. Yo no quería ser la causante de su tristeza. -Siento haberte roto el corazón.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.