Janet recargaba su cabeza en su pecho, mientras que él la abrazaba, ambos disfrutaban de una típica película romántica.
—¡Hemos vuelto! —el grito le hizo olvidarse de cualquier cosa. Soltó a Janet. Bajo los pies de la mesa y su cuerpo se puso totalmente rígido.
En su mente no concebía la posibilidad de que los señores Janiot volvieran, se suponía que pasaban todo el fin de semana junto a los abuelos maternos de la pelirroja.
Aquello pareció serle muy gracioso a Janet y no dudaba que aquella fuera su venganza por haber dejado plantados a sus suegros. Su pareja hundió el rostro en su rígido pecho.
—¡Traemos comida, ahora la caliento! —anunció la madre de Janet. Mientras que ella continuaba matándose de la risa, por su forma de actuar.
—¿Enserio? —preguntó controlándose la pelirroja—. Mis padres te consideran una mejor opción para que seas mi novio. Mamá dice que eres mejor partido, porque vas heredar mucho dinero.
—¡Janet! —gritó su madre entrando a la sala. La pelirroja le cogió del rostro y le dio un beso. La señora Janiot miró hacia otro lado—. En vez de levantar falsos. Vengan a la cocina, o se comerán las hamburguesas frías.
Abandono la habitación. Oliver se levantó rígido y camino bajo la mirada sonriente de Janet.
—¿Te importaría explicarnos porque no viniste a cenar? —pidió la señora Janiot cuando se encaminaron a la cocina. Intentó responder, pero nada se le ocurría.
—Tuvo que ir a clases especiales de química, no se le da nada bien ¿Verdad? —masculló entre dientes Janet.
—Así es, el profesor Fleming se ofreció personalmente, así que no pude negarme —consiguió decir. Entraron a la cocina donde les esperaba el señor Janiot.
—Yo no tengo problemas con que salgan. Pero no quiero que se estén dando besos por todos lados —se quejó el padre de Janet solo de verlo.
La pareja fue la última en entrar, Oliver con movimientos torpes consiguió sentarse. Hacía mucho tiempo que no compartía la mesa con los señores Janiot.
En la televisión se anunciaba sobre la detención de Chris McGill, arrestado por desviar recursos y atrapado infraganti por el agente Ashenburg clavando picas con cabezas de muñecas.
—Eso es cumplir la ley. No como ese Lux, que se salta todas las leyes —gruñó el señor Janiot. Aquello le hizo tragar un poco de saliva.
—Yo tampoco acepto los métodos de ese tal Lux. Pero hay que admitirlo, está ayudando a la ciudad —agregó con tranquilidad la señora Janiot, sin duda era ella quien mantenía a raya los enojos del señor de la casa.
—Solo le demuestra a la ciudad que pueden romper las reglas cuando a ellos se les plazca —interrumpió el señor Janiot—. ¿Tú que piensas de ese sujeto Oliver?
Oliver le pegó una considerable mordida a su hamburguesa, haciendo más largo su tiempo de respuesta. Trago después de haber masticado el mayor tiempo posible.
—Bueno. No apoyo sus métodos. Pero creo que no debería desmeritar sus acciones, ha evitado muchos delitos. Creo que, solo intenta hacer de esta ciudad un lugar más seguro. —Susurró por lo bajo, sin saber qué es lo que obtendría.
—Creo que tienes razón —le concedió el señor Janiot. El resto de la comida fue silenciosa.
Cuando terminaron, Oliver agradeció la comida a los señores Janiot. Janet lo acompaño a la puerta, se disculpó con él por no haberle avisado lo de sus padres, le quito importancia con un ademán de la mano, además que había visto estacionado en la acera un sospechoso auto negro. Debía estarlo vigilando, ya que cuando puso un pie fuera de la casa, el agente Ashenburg bajo del auto.
—¿Estarás bien? —preguntó la pelirroja al percatarse de Todd.
—Estaré bien. Mañana paso por ti, ¿De acuerdo? —Janet asintió con un movimiento de cabeza. Enrollo sus brazos alrededor de su cuello y le dio un beso largo y apasionado.
Se despidieron. Oliver dio media vuelta y camino hacia el automóvil.
—¿Tienes un minuto? —preguntó el agente Ashenburg, por su tono de voz, comprendió que no aceptaría un no por respuesta.
—Supongo —Todd asintió con un movimiento de cabeza.
—Ha pasado mucho tiempo Oliver, he cambiado, reaccione y ahora estoy intentando corregir mi camino. —Intentó explicar, como si aquello hubiera solucionado todas las maldades que había llevado a cabo.