Tormenta de Héroes [crónicas de un Inesperado Héroe I]

40. EL JUEGO DE LA VIDA

 

Ian no le dio ni unos segundos para pensar, su brazo no tardo nada en verse rodeado por destellantes cadenas color escarlata, un pequeño pedazo quedo colgando en el aire, aunque no se trataba de un eslabón, sino de una hoja curveada. La cogió con firmeza en su mano y comenzó hacerla girar con rapidez.

Plantó ambos pies y sin más le lanzó aquella mortífera arma. Su apresuró a formar un escudo, lo interpuso en el camino e hizo un movimiento consiguiendo que aquella hoja curveada se desviara.

Y en aquel momento comprobó lo que verdaderamente era un Maestro del Mantra. Con solo agitar los dedos, aquella cadena se movió y volvió al ataque, en aquella oportunidad solo consiguió poner su escudo y soportar la embestida. La hoja volvió a salir repelida, para su desgracia la cadena se volvió a recuperar y cargar en su contra.

Sin poder pensar con claridad, comenzó a retroceder al tiempo que desviaba los peligrosos ataques de Ian.

Apretó los dientes, sabía que no podía continuar así, que debía ir adelante. Todos sus pensamientos se esfumaron al ver aquella dichosa hoja volando de vuelta a su posición. Antes de ocultarse tras su escudo, consiguió ver como aquella cadena se dividía en dos.

Soportó el primer impacto y esperó por el segundo que no llegó. Frunció el ceño, no lo comprendía, lo había visto con sus propios ojos, había una segunda cadena... sintió como algo se enrollaba en su pierna, se apresuró a bajar la mirada para descubrir una cadena alrededor de su tobillo, en aquel momento comprendió que había perdido.

Levantó la mirada justo para observar la desagradable sonrisa de triunfo en los labios de Ian al tiempo que sus brazos se veían iluminados. Sin perder tiempo cubrió su pierna de energía, aquello no le sirvió de mucho cuando Mist lo jaló con una fuerza desmedida.

Debido a la brusquedad del movimiento, acabó por perder su escudo. Con los ojos de par en par voló directo hacía la posición de Mist. Intentó cubrirse los brazos para así detener un golpe, con lo que no contaba, era con que Ian daría unos cuantos pasos por delante, sujetaría la cadena con dos manos y comenzaría a girar.

Todo a su alrededor se volvió un borrón de colores, no sabía dónde estaba el arriba o el abajo. Su mente comenzó a darle vueltas. Sintió como el estomagó se le revolvía y comenzaba ascender por su cuello. Y de pronto toda aquella sensación se esfumo.

Iba hacia arriba, eso lo sabía muy bien porque debajo le era posible distinguir a Mist quien se alejaba con cada segundo que trascurría. Aquello fue todo lo que pudo usar para orientarse y recordar que le esperaba un enorme techo de solido concreto. Eso lo ayudo a despejar el cerebro y conseguir concentrarse para dividir sus partículas consiguiendo con éxito dividirse en humo y atravesar el techo sin ningún problema.

Una vez hubo pasado la dificultad, volvió a formar su cuerpo en el primer piso de los laboratorios, giró hacia la puerta donde Stephen hacia un enorme esfuerzo por sacar a Killer del lugar.

—¡Largo...! —no le fue posible acabar sus palabras, unos dedos carmesí se le cerraron entorno de su cuello.

Una sombra deforme de ojos negros salió del suelo, sintió como un frío gélido se adentraba en su cuerpo, sin tiempo de reacción, la sombra le dirigió hacia el techo.

Intento liberarse de la borrosa mano, pero solo de tocarla, comprendió que era tan fría como la mismísima madre Rusia. De reojo consiguió ver el techo que descendía a su encuentro con una velocidad inimaginable, intento convertirse en humo, le era imposible concentrarse con el frío que despedía la sombra. Sin tiempo, distribuyo su energía por toda su espalda y piernas. Al final termino por impactarse contra el sólido concreto, debido a la fuerza con que iban, acabaron por destruirlo y ascender al siguiente.

A su alrededor le fue posible distinguir pequeños trozos de escombros. Aunque lo que más le asusto, fue escuchar rasgaduras y sentir como su piel era besada por una superficie puntiaguda. Aunque todo desapareció al atravesar el último de los pisos.

La sombra lo mantuvo inmóvil del cuello. Todo a su alrededor le daba vueltas. No sabía dónde demonios se encontraba. Al final terminaron por enviarlo contra el suelo, donde tuvo que arrastrarse y girar para conseguir visualizar el cielo nocturno.

En cuestión de segundos y saliendo por los huecos que había hecho con su cuerpo, escapo un ser humano que era cubierto por un aura escarlata, se mantuvo flotando en el aire y le dedicó una fría mirada.

—¡Patético! —masculló Ian con amargura.

Su brazo volvió a verse rodeado por cadenas, la hizo girar y le lanzó aquella hoja por delante, sus ojos se abrieron como platos, apretando los labios consiguió girar y ver como aquella mortífera arma se clavaba en el suelo cruzándolo de lado a lado.




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